Fotos: Gerardo Landa

El museo permanecerá cerrado

Un museo que permanece estático frente al paso del tiempo es un lugar que no se integra ni atiende las necesidades culturales del país.
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De acuerdo con el Sistema de Información Cultural (SIC) de CONACULTA, el país cuenta con la cantidad de 1,184 museos; a esta cifra habría que restar los fallidos proyectos que se anuncian como museos a pesar de no serlo, podría discutirse de igual manera la función de aquellos lugares que exhiben lo mismo desde hace décadas y habría que recordar los proyectos que en 2012 se eliminaron de la larga lista.

La Galería de Palacio Nacional fue uno de ellos, desapareció antes que el sexenio de Felipe Calderón terminara y luego de exhibir la “magna exposición bicentenaria” México 200 años. La patria en construcción, para lo que se adaptó un espacio de Palacio Nacional como museo, mismo que permaneció casi dos años con un programa de exposiciones temporales y una colección considerable, desarrollando programas educativos y otras actividades paralelas. Pese a los exorbitantes costos del proyecto (281 millones 389 mil pesos) el espacio cerró con fugacidad panista, sin embargo, las experiencias del mismo lograron documentarse en varias publicaciones del propio museo que describen detalladamente los pormenores de la galería.

Otro espacio que vale la pena recordar es el Museo Colección Blaisten del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, que cerró sus puertas en octubre. Lejos de la discusión sobre las causas del cierre que bastante polémica provocaron, me parece pertinente apuntar la experiencia que deja este museo al panorama museístico. En el año 2007 la colección privada de Andrés  Blaisten se integró al Centro Cultural Universitario Tlatelolco con un museo dedicado al arte moderno en el que se exhibieron piezas fundamentales para la historia del arte mexicano del siglo XX. Con obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, María Izquierdo, Roberto Montenegro, entre muchos otros, el museo proporcionó al visitante un panorama completo del arte mexicano expuesto principalmente de forma temática y cronológica. Reunidas en un acervo de más de 8,000  piezas, obras de la Escuela Mexicana de Pintura y de las Escuelas de Pintura al Aire Libre fueron objeto de relecturas interesantes en tanto que algunas de las exposiciones temporales destacaron y enfatizaron el posicionamiento del museo en el ámbito cultural, recuerdo el impacto particular de dos: Denuncia Gráfica. Realidades contrastantes en el México de principios del siglo XX  y Dr. Atl, Obras Maestras.

En cinco años vimos crecer un espacio cuya inserción dentro del conjunto de museos universitarios revitalizó e incrementó la colección; observamos también cómo se diseñó un ejercicio de gestión museística interesante pues el desarrollo del museo supuso la interacción de la gestión institucional, a cargo de la UNAM,  con la de un coleccionista particular. Destacable de igual manera fue el programa de publicaciones del museo que en un corto tiempo produjo más de una decena de catálogos, ejercicios que afianzaron la voluntad del recinto de difusión del arte. Una colección de tales proporciones y que además estuvo en contacto con el público de museo deberá de verse expuesta muy pronto, el aporte que este tipo de experiencias deja es la importancia de que los museos se renueven constantemente, probando con diferentes lugares, políticas y públicos, incluso administraciones; un museo que permanece estático frente al paso del tiempo es un lugar que no se integra ni atiende las necesidades culturales del país.

Ambos proyectos dejaron constancia de su actividad en varios textos que conforman herramientas de memoria y al mismo tiempo de diagnóstico y evaluación, elementos que permiten determinar los avances y retos que afrontan los espacios museísticos; de nada sirve saber la cifra exacta de museos existentes en el país si se desconoce cuál es la función de cada uno de ellos, si no sabemos si son necesarios o si sus objetivos siguen vigentes y atienden las necesidades de los visitantes. El diseño de herramientas eficaces para la evaluación de los espacios museísticos es uno de los retos que permanece frente a una oferta cultural que se expande con proyectos como el recién creado Gran Museo del Mundo Maya o el esperado Museo de la Colección Jumex (a inaugurarse este año en Plaza Carso), en tanto que la capacidad mexicana para “musealizar” casi cualquier cosa no deja de sorprender, los museos del Policía, el del Retrato Hablado, el MUCHO (Museo del Chocolate),el Museo Vivo Lago de los Reyes Aztecas (museo de sitio sobre una chinampa) o el dedicado al Narcotráfico (cerrado al público pero con fines didácticos) son muestra de ello.

 

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Maestra en historiografía e historiadora de la arquitectura.


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