El país del futuro

En ambos debates Brasil fue traído a cuento en varias ocasiones, no por una particular cercanía o por la existencia de una relación estratégica, sino como gobierno a emular.
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Los debates presidenciales que marca la ley han terminado. Si bien en ninguno de ellos se presentaron políticas puntuales, después de dos debates –celebrados el 6 de mayo y el 10 de junio— al menos obtuvimos elementos para conocer el temple de los candidatos y la importancia que cada uno asigna a las diversas materias.

El papel de México en el mundo fue uno de los ejes de la discusión del segundo debate. Sin embargo, no hubo un planteamiento claro sobre política exterior. Con vaguedades tales como buscar “la cooperación para el desarrollo” con los Estados Unidos, profundizar el TLCAN, crear la subsecretaría del migrante o recuperar el liderazgo de México como potencia emergente; no se habló de los principios rectores de la política exterior[1], ni se analizó el papel de México en organismos multilaterales o se criticó la decisión del presidente Calderón de privilegiar el acercamiento con América Latina a través de la Alianza del Pacífico.

En ambos debates Brasil fue traído a cuento en varias ocasiones, no por una particular cercanía o por la existencia de una relación estratégica, sino como gobierno a emular. De los cuatro candidatos, únicamente Vázquez Mota no tomó por bandera el progreso y la buena gestión pública del modelo brasileño. Por su parte, los otros tres candidatos decidieron incorporar al Brasil en sus exposiciones a manera de ejemplo, de meta a alcanzar, de decisiones acertadas, de suspiro.

  “[…] somos en América Latina el país que menos ha crecido y cuando otros países como Brasil, como Colombia, como Perú han crecido dos y tres veces más que México.” Peña Nieto, primer debate.

 “En el país se forman aproximadamente 2000 doctores al año, en el Brasil se forman 2 o 3 veces más en relación a su población.” Quadri, primer debate.

“La Presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, hace apenas unas semanas estuvo en Harvard, estuvo en MTI, estuvo en Yale firmando acuerdos con las universidades, que son estas universidades que son de las mejores del mundo, para formar a los cuadros de doctores brasileños en esas universidades. Brasil está formando 6000 o 7000 doctores al año, mientras nuestros políticos se pelean unos a otros.” Quadri, primer debate.

 “Nunca he hablado de privatizar PEMEX, he hablado de modernizar PEMEX y de lograr realmente que a través de la participación del sector privado, como ha ocurrido en otros países como Brasil, como Colombia, podamos generar mayor riqueza en beneficio de todos los mexicanos con la participación del sector privado. No significa privatización.” Peña Nieto, primer debate.

 “Ya que se tocó el tema de PEMEX, yo digo que sí estoy a favor de la inversión privada en PEMEX y de acabar con el monopolio en el petróleo. […] Tenemos que seguir el ejemplo de Petrobras. Allí está Petrobras, una empresa exitosa. No tenemos que inventar el hilo negro, pero en fin.” Quadri, primer debate.

 “Los altos funcionarios del gobierno ganan el doble de lo que ganan los altos funcionarios del gobierno de Brasil.” López Obrador, primer debate.

 “México dejó de ser el país que atrajera mayor inversión extranjera. Todavía en el 2001 estábamos por encima de Brasil. Hoy Brasil atrae tres veces más inversión extranjera que nuestro país. 66,000 millones de dólares frente a 22,000 millones que hemos logrado atraer en el 2010. Peña Nieto, segundo debate.

 “Que el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, el INIFAP, se vuelva autónomo, se vuelva una gran entidad como Embrapa en Brasil; para que México tenga la mejor tecnología en semillas, en tecnología genética, en materia de riego, en materia también de nuevos productos y servicios para el campo, así México podrá ser competitivo y el campo mexicano podrá ser altamente `productivo y sustentable”Quadri, segundo debate.

Al hablar de crecimiento económico, Brasil lo ha hecho mejor. Si se trata de ciencia y tecnología y formación de recursos humanos de excelencia –que de acuerdo al candidato de Nueva Alianza el único y superior sello de calidad lo dan las universidades top de los EU– también nos sacan una amplia ventaja. Si la discusión es la modernización de Pemex, no hay más que mirar a Petrobras (Peña Nieto, Quadri y en días pasados también Vázquez Mota lo propuso durante la entrevista brindada a la agencia española de noticias EFE). Si hay que enfocarse en la productividad del campo debemos indagar cómo hace el Brasil para contar con tecnología de vanguardia. Pero eso no es todo, ¿queremos hablar de austeridad?, imitemos la mesura de la alta burocracia brasileña (López Obrador dixit).

Pero ninguno de los candidatos habló de los temas de fondo que sostienen a la nación sudamericana. De la economía brasileña: su composición, la fortaleza del mercado interno y la diversificación de sus socios comerciales. De una industria farmacéutica que es la décima en el mundo –detrás de los países que conforman el G7 España y China—(IMS Health) con un mercado interno de medicamentos genéricos del 25% abastecido en un 60% por productores nacionales (Associação Brasileira das Indústrias de Medicamentos Genéricos). De un país que desde hace más de tres décadas invierte de manera sostenida y significativa en ciencia y tecnología (entre 2000-2010 el promedio anual del presupuesto gubernamental invertido en este rubro fue de 9000 mdd). Este monto sumado a la inversión de las empresas[2] promedió recursos equivalentes al  1.03% del PIB que fueron destinados al desarrollo de la investigación (Ministério da Ciência, Tecnologia e Inovação). ¿Por qué omiten estos datos? Porque la respuesta es más compleja y desvela una percepción de sí mismos que los candidatos serían incapaces de confesar en público.

Stefan Zweig decía que Brasil era “el país del futuro" y la clase política que gobernó el país desde principios del siglo XX se concibió de esa manera: como una poderosa nación en gestación. Antes que nadie, entre los países de la América Latina, formó un cuerpo diplomático profesional y con oficio. De sus participaciones en las dos guerras mundiales negoció beneficios mayúsculos para países fuera del circuito de las grandes naciones. Al finalizar la Gran Guerra logró que Alemania reconociera como deuda los intereses generados por la exportaciones de café, conservó los 70 navíos alemanes que su Armada incautó, acreditó una delegación en la Conferencia de Paz de París y fue uno de los cuatro países con un asiento no permanente en el Consejo de la Sociedad de Naciones (hasta 1926, fecha en la que se retiró al no obtener un asiento permanente). Durante la segunda guerra mundial, a cambio de su colaboración en un sistema de defensa continental y de su participación con los Aliados obtuvo de los EU el financiamiento para la primera planta siderúrgica al sur del río Bravo, Volta Redonda, a través del Ex-Im Bank.

Con los gobiernos militares (1964-1985) se impulsó la creación de una industria militar y aeronáutica que exporta armamento y representa un mercado atractivo para la inversión extranjera. Mientras el Brasil produce aviones, helicópteros y motores, en México la noticia más alentadora para esta industria es que mediante el BASA (BilateralAviation Safety Agreement) firmado con los EU se promueva la producción de partes y componentes. No estoy haciendo aquí una apología del régimen militar, en México con un sistema político que también contaba con un proceso de toma de decisiones centralizado, jerárquico y cerrado nunca se optó por ese camino. Otro ejemplo de independencia, inversión y sobre todo visión de largo plazo son las decisiones de la industria farmacéutica. El gobierno del Brasil junto con la India ha dado una batalla frontal en la OMC en las discusiones sobre patentes para reducir su vigencia por razones humanitarias, pues hay una industria y un mercado interno que así lo exigen. Sumado a esto, se encuentra el programa nuclear que data de la década de los setenta y que incluye además de plantas nucleares (que producen el 4% de la energía nacional), líneas de investigación médica y de uso militar (proyecto de submarino nuclear). Apostar por el desarrollo científico propio y no la compra/transferencia de tecnología o conocimientos es la base de la economía que hoy envidian los países en desarrollo.

De 1990 a la fecha, la estabilización de la moneda y el control de la inflación son hijos de Fernando Henrique Cardoso, mientras que el exitosísimo programa Fome Zero[3] (estrategia federal para asegurar la seguridad alimentaria y la inclusión social de la población más vulnerable) fue instrumentado por Lula. Cada presidente ha dejado su huella y ha contribuido para que, palmo a palmo, Brasil esté alcanzando ese lugar que se pronosticó para sí hace cien años.

El común denominador en esta historia ha sido una clase política de miras largas y  los estadistas (mujeres y hombres) que han conducido los destinos del Brasil. Eso es realidad por lo que suspiran López Obrador, Peña Nieto, Quadri y Vázquez Mota. ¡Triste pensar que a los candidatos en su momento estelar, al pedirnos el voto, no se les ocurre mejor recurso que el de añorar ser políticos de otra talla!

Para alcanzar metas sobresalientes como las que ha tenido Brasil hacen falta programas concretos y una agenda clara de gobierno con prioridades establecidas. Fue así que en dieciocho años (1990-2008) 27.3 millones de brasileños salieron de la pobreza extrema (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada). En 2011, el Brasil se consolidó como la sexta economía del mundo (2.4 billones de dólares, Fondo Monetario Internacional). Hace siete años su PIB era menor al nuestro, hoy nos supera en un 116%. La disminución de la pobreza también se refleja en el PIB per capita, indicador en el que México históricamente se había desempeñado mejor que el Brasil, exceptuando brevísimos periodos (77-78, 86-89, 95-98, Banco Mundial). La brecha que se abrió en 2009, es hoy de 12,788 versus 10,153  dólares per capita.

Si bien los programas fueron emprendidos en distintas gestiones y con distintos acentos, su existencia ha prevalecido y esa es parte de la respuesta. Quizá otras claves se encuentran en el nivel de recaudación y gasto público. Con ingresos equivalentes al 36% del PIB se puede mantener un nivel de gasto creciente hasta rondar el 40% de esa riqueza nacional como hace el Brasil. Distantes, en el orden del 20% o en recaudación y gasto, nuestros candidatos anuncian programas, subsidios y proyectos de modernización que cerrarán brechas digitales, reducirán la marginación y harán de este país un lugar más competitivo y seguro. Imaginan que unos cuantos años, los de su presidencia, pueden bastar para llevar a cabo cambios que nos dejen perplejos.

 

 

 


[1] Quadri fue el único en mencionar los principios rectores de política exterior y propuso reformar el artículo 89 constitucional para incorporar como principios “la democracia, la libertad y la sustentabilidad ambiental”.

[2]Esta inversión incluye lo que destinan las empresas a actividades internas o adquisición externa de investigación y desarrollo (nuevas aplicaciones –productos o procesos–; diseño, construcción y prueba de prototipos; desarrollo de software; etcétera); así como a los acuerdos de transferencia de tecnología y adquisición de know-how. Las empresas consideradas en esta medición son aquellas correspondientes a los sectores industriales (extractivo y de transformación) y de los servicios de telecomunicaciones, de tecnología de la información e investigación y desarrollo. Asimismo, se contabilizan los gastos de posgrado como un proxy de los recursos invertidos por las instituciones privadas de educación superior en investigación y desarrollo. El Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística lleva a cabo el censo empresarial de innovación tecnológica (PINTEC) que registra esta información, en el último reporte disponible (2008)pueden consultarse los datos, el cuestionario y la lista de apoyos gubernamentales existentes (incentivos fiscales, subsidios para proyectos de innovación, financiamiento para compra de maquinaria y equipo de innovación, becas para investigadores que laboran en empresas y aportación de capital de riesgo).

[3]Durante el segundo debate Vázquez Mota ofreció dentro de sus propuestas en materia de desarrollo social y sustentable “cero pobreza alimentaria [para] que ninguna familia más vuelva a tener pobreza alimentaria en la mesa de su casa”. Del mismo modo, Peña Nieto habló de “las brigadas hambre cero”. La referencia al programa brasileño no es explícita pero por su enunciación parecería inspirarse en él.

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Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México.


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