La famosa melancolรญa de Winston Churchill adquiriรณ las dimensiones de un gran mito moderno. La enorme voluntad del poderoso polรญtico britรกnico, que confrontรณ al nazismo, no ocultรณ el hecho de que fue un hombre con frecuencia atrapado por la depresiรณn. Tan importante era para รฉl su melancolรญa que incluso le puso un nombre: era su “perro negro”, una bestia que lo acompaรฑรณ siempre y que acabรณ tomando posesiรณn de รฉl durante los รบltimos cinco aรฑos de su larga existencia, cuando viviรณ sumergido en la apatรญa. La metรกfora de Churchill se ha vuelto muy popular para referirse a la melancolรญa. Es posible que no la haya inventado รฉl, pues fue usada en el siglo XVIII por Samuel Johnson y James Boswell. Pero es seguro que esta metรกfora marginal fue colocada por el gran polรญtico inglรฉs en la cultura popular moderna.
Mรกs allรก de que Churchill sufriรณ de una melancolรญa hereditaria, que ya habรญa atacado al menos a dos de sus ancestros, los ladridos lรบgubres de su perro negro resuenan todavรญa hoy en los mitos de la cultura moderna. Enseguida me viene a la mente la imagen del enorme hombre melancรณlico desnudo que el escultor australiano Ron Mueck presentรณ en el aรฑo 2000. Es la representaciรณn de un hombre angustiado que acaso estรก escuchando los aullidos del perro negro.
Pero ¿quรฉ es la melancolรญa moderna? Segรบn Jean Clair, historiador del arte y escritor, “es una melancolรญa radical: es el presentimiento de que ninguna mathesis universalis [matemรกtica universal] puede ya reordenar y reunir los disjecta membra [miembros dispersos] de lo real”. Clair cree que la melancolรญa es la conciencia de que ninguna norma o ley general puede volver a ensamblar los estallidos dispersos de lo visible, y que ningรบn reordenamiento nos proporciona ya la presencia de lo perceptible (vรฉase el catรกlogo de la gran exposiciรณn en Parรญs, Mรฉlancolie: gรฉnie et folie en Occident, 2005, de la que Clair fue el curador general).
Para Clair la obra de Giorgio de Chirico tiene el mismo significado que la de Durero en su รฉpoca: asรญ como el grabado Melencolia I de Durero redefiniรณ la melancolรญa de los antiguos, los cuadros metafรญsicos de Chirico han dibujado el perfil de la nueva melancolรญa. El hermano de Chirico, que firmaba como escritor con el seudรณnimo de Alberto Savinio, decรญa que se habรญa roto la idea de una posible enciclopedia, que se define por un saber completo y acabado inscrito en un cรญrculo homogรฉneo. Savinio creรญa que ya no era posible ninguna homogeneidad de los conocimientos, como en el saber antiguo. Hay que renunciar –dijo– a reunir las ideas mรกs disparatadas (disparate), incluyendo las mรกs desesperadas (disperate).
A primera vista pareciera que el hiperrealismo de la escultura de Mueck es un intento de volver a juntar los miembros y los fragmentos en la imagen de un enorme hombre sentado en un rincรณn, en la tรญpica actitud adusta. Casi todas las obras de Mueck son representaciones exageradamente realistas de figuras humanas desnudas, donde el artista ha cuidado los mรกs mรญnimos detalles con un esmero obsesivo por reproducir un modelo vivo. Pero en realidad estamos frente a una muestra de la incompletitud: de la imposibilidad de realizar una copia completa de lo real. Las esculturas de Mueck son seres misteriosos de otro mundo, increรญblemente parecidas a nosotros y al mismo tiempo manifiestamente incompletas. Hay una excesiva corporalidad de figuras que son casi siempre de proporciones gigantescas, a veces son cuerpos en pequeรฑa escala, pero nunca de tamaรฑo natural. Estas figuras emiten una sutil luz extraterrenal y melancรณlica que pareciera provenir de que no pueden ser por completo reales: revelan de modo trรกgico los vanos esfuerzos por reunificar al mundo en cuerpos tan esmeradamente realistas. Otra escultura de Mueck (Dead dad, 1987) proyecta con gran fuerza la incompletitud melancรณlica de un cadรกver al que no le falta casi nada para ser la copia de un cuerpo en la morgue. Pero ese casi desencadena las emociones de quienes contemplan el espectรกculo hiperrealista de las figuras de Mueck.
Acaso algo similar ocurriรณ con la imagen mรญtica que proyectรณ Churchill: un polรญtico de un realismo a prueba de todo, capaz de cuidar los mรกs pequeรฑos detalles… pero siempre acompaรฑado de su perro negro. Ademรกs de la patologรญa propia de su depresiรณn, su melancolรญa fue una seรฑal de que la coherencia de su entorno habรญa sido quebrada por la Segunda Guerra Mundial, la difรญcil posguerra y la prolongada Guerra Frรญa. ~
Es doctor en sociologรญa por La Sorbona y se formรณ en Mรฉxico como etnรณlogo en la Escuela Nacional de Antropologรญa e Historia.