Entre el 11 y el 27 de marzo tendrá lugar la décimo quinta edición del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (FITB). Con compañías de 32 países, 100 directores, 3,650 actores y 164 obras, el FITB continúa con la tradición de ofrecer en la capital colombiana el mejor teatro del mundo. En esta ocasión México será el país invitado. ¿Qué distingue al teatro mexicano más allá de su diversidad y vitalidad? La directora del Festival, Anamarta de Pizarro, nos lo cuenta en entrevista.
Para esta edición del FITB, ¿cómo se hizo la selección de compañías y obras mexicanas?
Cuando uno revisa lo que sucede en las artes escénicas en México piensa que todavía hay muchas cosas por ver. En los últimos festivales iberoamericanos de Bogotá, algunas de las obras que más fuerza han tenido han sido las mexicanas. Para elegir al país invitado de este año queríamos grandes compañías, pero también trabajos que tocaran temas fundamentales del hombre hoy en día y lo que sucede en México cumplía con creces.
De las cuarenta obras que vi a finales de 2014 en la Muestra Nacional de Teatro [en Monterrey], solo cuatro no me gustaron. Además los colombianos tenemos una conexión muy especial con los mexicanos, con su literatura, su música popular y sus telenovelas. Hay una gran afinidad cultural.
Traje algunas propuestas y en el Comité Artístico del Festival se hizo la selección final. A veces hay propuestas tan fuertes que solamente cuando las ves sabes que valen la pena. Una de ellas es “Mendoza” (de Antonio Zúñiga y Juan Carrillo), una muy impactante versión de “Macbeth” puesta en la Revolución mexicana. Es una obra íntima que no permite un gran público, en la Muestra éramos unos veinte delegados internacionales y al final estábamos todos de pie, aplaudiendo y llorando. Te impacta. [En la trama, el general Mendoza, entusiasmado por los vaticinios de una bruja que le promete poder y dinero, e instigado por la ambición de su mujer, asesina a su compadre y amigo, al que ve como un obstáculo en su camino a la consagración como comandante supremo.]
También era lógico que si México era el invitado especial, teníamos que buscar algo de la Compañía Nacional de Teatro, y qué mejor que “El círculo de cal”, este gran montaje del maestro Luis de Tavira, a quien aquí quieren y respetan tanto. Es una joya en la que los actores son integrales: son cantantes, trabajan con máscaras, son multidisciplinarios. [La obra es una adaptación de “El círculo de tiza caucasiano”, una reflexión del dramaturgo alemán Bertolt Brecht sobre la familia y la propiedad.]
De la Muestra también traje “Misa fronteriza” [montaje de las compañías Gorguz Teatro y Universiteatro que rinde tributo al tiempo que critica el “salvaje norte” mexicano], no solamente por el texto fuera de serie, sino porque está montada con música norteña en vivo, que produce muchas preguntas al público colombiano: ¿qué pasa con la música norteña, por qué, para dónde va? Esa obra tiene esa doble presencia.
Tomando en cuenta el alto nivel de compañías de otros países, ¿cuáles de las mexicanas pueden impactar o agradar más al público colombiano?
“Mendoza” es una que va a impactar mucho. Estoy segura de que “Baños Roma”, de Teatro Línea de Sombra, también. Este grupo hace un trabajo muy interesante, porque en el fondo es un trabajo antropológico: recogen información y montan una historia. Con el pretexto de la historia del boxeador “Mantequilla” Nápoles, relatan lo que está pasando en Ciudad Juárez con el tema del narcotráfico, el machismo y la corrupción.
Ustedes tienen uno de los dramaturgos más interesantes, Antonio Zúñiga, el mismo de “Mendoza”. En la Muestra, él tenía por lo menos tres obras en las que había hecho la dramaturgia, o la dramaturgia y la dirección, o era actor. Es un personaje muy especial y al Festival llega con una que se llama “Memorias de dos hijos caracol”, en la que los dos protagonistas [el propio Zúñiga y Conchi León] hacen un homenaje a sus madres y a la vida que ambos han tenido. [En la obra, dos “niños” de estados tan disímiles como Chihuahua y Yucatán comparten inquietudes, miedos y sueños. Es una reflexión sobre la diversidad, la tolerancia y la infancia misma.]
Otra muy interesante es una puesta en escena de la tragedia clásica de Tristán e Isolda, que se hace en una piscina de barro, una propuesta muy original, muy contemporánea. [En el montaje de la compañía de Manuel Aguilar “Mosco”, una pareja de actores desnudos en el lodo a lo largo de la obra, representan las crisis y dificultades de las parejas actuales.]
E imagínate “Una luna para los malnacidos” [reelaboración del clásico del Nobel estadounidense Eugene O’Neill sobre la redención del ser humano], dirigida por Mario Espinosa, un director al que aquí el público recuerda y quiere mucho. En la preventa la obra se ha vendido muy bien.
Más allá de su diversidad y vitalidad, ¿qué considera un rasgo distintivo del teatro mexicano con respecto al de otros países: afinidad cultural con el resto de América Latina, profundidad existencial, humor?
Siempre tiene una propuesta alrededor de lo existencial, del alma humana, saben escudriñarla. En términos generales estamos un poco aburridos de los bio-dramas y de las familias disfuncionales, en cambio los temas que proponen los mexicanos son un poco más universales, por eso es muy importante lo que pasa en el teatro de México.
En ediciones anteriores, ¿qué tipo de obras mexicanas han tenido más impacto: los montajes muy originales o multimedia, la reelaboración de dramas clásicos, algunas de danza?
Obras que toquen las fibras humanas. Obras que todo el público quiere ver, que agotan la boletería muy pronto. Esa manera tan mexicana de abordar las obras nos conecta.
Como panorama general, además del acento en los países nórdicos, ¿qué caracteriza a esta edición con respecto a versiones anteriores?
Nos planteamos algunas líneas directrices: las grandes compañías, el actor integral… eso que puede parecer un cliché, pero que está pasando en el mundo y pasa también en el mismo teatro mexicano, como en “El círculo de cal”.
Y nos parece importante que el teatro toque temas fundamentales, que en el momento político que vive Colombia –estando cerca un acuerdo final de paz con la guerrilla– haya temas alrededor de la paz, del post-conflicto o de cómo manejar las diferencias entre la gente. Esos fueron temas fundamentales para desarrollar las directrices.
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La cartelera del FITB también contempla “Las 10 mil cosas”, coproducción del Festival Cervantino, el Festival Santiago a Mil de Chile y el mismo FITB, dirigida por el colombiano Fabio Rubiano, escrita por el escritor y psicólogo chileno Andrés Kalawsky e interpretada por dos actores de la Compañía Nacional de Teatro de México.
Para complacer el gusto de los colombianos por el folclor mexicano, se ha invitado al ballet folklórico de la Universidad de Guadalajara, y en teatro de calle, México estará presente con ZaikoCirco.
Periodista y escritor mexicano residente en Bogotá.