Elegía a unos jóvenes solares

En el Solar Decathlon, cinetíficos mexicanos hicieron un gran papel. 
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Mientras los gambeteros colisionaban las piernas, los líberos se desmarcaban, volaban los porteros, “El Piojo” sacudía espectacularmente los mofletes y Arson Robben llevaba a la perfección el inaudito arte de tirarse clavados en tierra firme, otra competencia internacional se llevaba a cabo, sin sudores excesivos, en Versalles, Francia.

Como en el futbol, a la UNAM –en representación de México–,  le fue bastante bien.

Se trató del “Solar Decathlon” que se lleva a cabo desde 2002 en Irvine, en los Estados Unidos de América y que, desde 2010, tiene una edición europea, la “Solar Decathlon Europe

El Decatlón fue creado en 2002 por el Departamento de Energía de los Estados Unidos de América y cuenta con patrocinio privado de compañías relacionadas con la energía y la construcción. La versión europea se realiza cada dos años; ha comenzado en el oriente remoto y, a partir de 2015, habrá una edición Latinoamericana y del Caribe (la primera será en la la Universidad del Valle de Santiago de Cali, en Colombia) que pondrá énfasis en la ingeniería solar en zonas tropicales.

En un formato de competencia, el Decatlón enfrenta equipos de jóvenes que representan a su universidad y a su nación en la tarea de diseñar, construir y operar una casa habitación completa y enteramente funcional cuyos requerimientos de energía sean renovables. Es una competencia estricta. El jurado se grandes especialistas evalúa diez aspectos de la casa concursante, desde la arquitectura y la ingeniería y la eficiencia energética hasta los aspectos sociales y los problemas de costos y sustentabilidad. El jurado entrega un premio para para cada uno de esos diferentes aspectos. Las universidades concursantes son aceptadas sobre la base de un proyecto inicial y cuentan con dieciocho meses para perfeccionarlo, transportarlo al país sede, armarlo, ponerlo a funcionar en diez días y abrirlo al jurado y al público. Durante las semanas que pasan ahí, los muchachos trabajan (muy duro), asisten a cursos y conferencias, conocen colegas e inversionistas, atienden a los jurados y visitantes.

La competencia terminó ayer con el triunfo de los italianos. La UNAM quedó en el treceavo sitio de veinticinco, pero se alzó con el triunfo en una de las competencias. La treintena de estudiantes de las facultades de Ingeniería, Arquitectura y Ciencias Políticas, así como del Centro de Diseño Industrial y la Escuela Nacional de Artes Plásticas ganó en el rubro de “Ingeniería y Construcción”, uno de los obviamente más arduos.  Su linda CASA –como titularon con encomiable sencillez su proyecto— consideró todos los horrores de la zona urbana de la capital mexicana: el agua, la topografía, la radiación solar, el hacinamiento y la contaminación. Vea usted el video del proyecto aquí:

y amplíe su curiosidad buscando en google la frase “Solar Decathlon” y el nombre “Mexique”.

Es curioso que en México lo que debería ser normal sea invariablemente extraordinario. Las circunstancias lo explican: como la normalidad es apenas un paréntesis rodeado de cataclismos, corruptelas, mentiras y matanzas, cualquier acontecimiento “normal” adquiere rango de notable. Porque es normal, a fin de cuentas, que un equipo de jóvenes universitarios mexicanos haya destacado como lo hizo éste. Es normal que la UNAM los haya educado bien, los haya hecho capaces, competentes y creativos en sus ciencias y artes; que haya propiciado su deseo de invertir sus conocimientos en formas prácticas, patentables y competitivas, de mejorar a su país; que les haya infundido el deseo de probarse ante contrincantes internacionales. Corresponde ahora a los inversionistas, a las constructoras y a las dependencias encargadas de la problemática urbana demostrar que son tan normales como ellos…   

Por lo pronto, alegra el alma mirar las fotografías de estos jóvenes con el puño en alto al recibir su premio, acometiendo el legítimo canto celebratorio y experimentando la viva alegría de recibir recompensa por un trabajo bien hecho. No todo está perdido: es normal. Yo entono un discreto ¡Goya! y los saludo (sin que nadie me vea) al más puro estilo “Piojo”.

(Publicado previamente en el periódico El Universal)

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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