En defensa de la fama

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1.Andy Warhol: “En el futuro todos tendremos quince minutos de fama”

Para Andy Warhol, el 2007 era sin duda el futuro. Y en el futuro, que es ahora, las previsiones del artista estadounidense no se han cumplido, aunque, sin duda, la fama también se ha “democratizado”. Es más fácil ser famoso ahora que en los años setenta.

El modelo de fama de Andy Warhol tiene mucho de maoísta. Una fama igualatoria que rompe con la idea de una fama elitista, que es la única verdadera fama: unos piden los autógrafos y otros los firman; unos salen por la tele y otros miran la tele. Es posible que Andy Warhol pintara cuadros de Mao porque realmente creyera en los postulados de Mao.

En algunas versiones de la frase (que Andy Warhol pronunció y escribió en varias ocasiones) se hace referencia a la idea de que la fama es un derecho. Y, sin duda, la fama es un derecho. El problema es que Andy Warhol quería que fuera un derecho obligatorio: todos tendremos esos quince minutos de fama. A Andy Warhol no le cabía en la cabeza la renuncia a esos quince minutos.

Esa exigencia de un derecho obligatorio tiene bastante de maoísta, de orden de dictador, de revolución cultural y no de reflexión pop. No dejo de ver detrás de esa frase a un ejército de funcionarios y burócratas organizando los quince minutos de fama de cada uno de los ciudadanos: los impresos, las colas, las gestiones, el vuelva usted mañana, los sorteos, los plazos, las chapuzas… La fama de Andy Warhol era una fama totalitaria, y lo más sorprendente es que pasa por ser el modelo de fama que ahora vivimos. La fama que ahora vivimos, aunque sea en otra dimensión, es la misma fama de siempre.

La fama es un humanismo. Una fantástica construcción cultural: como el amor o como la literatura, aunque no tan poderosa. No hay fama en la naturaleza. Sólo hay fama en la naturaleza en las películas de dibujos animados. La fama no puede ser regulada por la administración del Estado. No todos podemos ser famosos. Como no todos podemos ser escritores o toreros o estrellas del porno.

La fama de Andy Warhol, la fama obligatoria, es una fama inhumana. Y como fama inhumana, completamente enemiga del pop. En China también había fama, Mao era mucho más famoso que cualquier campesino chino. Para ser todavía más famoso, Mao encargó realizar cien millones de fotografías de su cara para que estuvieran en todas las aulas de todas las escuelas y en todos los edificios públicos y en todos los lugares de China. La fama de Mao no es nada pop.

2. John Lennon: “Los Beatles son más famosos que Jesucristo”

John Lennon estaba equivocado. No porque los Beatles no fueran famosos, que lo eran, y mucho, sino porque nadie que esté muerto puede ser famoso. La fama es algo que sólo disfrutan o padecen los vivos. La fama póstuma no existe. La fama póstuma es un bluff. La fama sólo sirve en vida. La fama, como humanismo, como asunto que no se da en la naturaleza y que hemos creado (y seguimos alimentando) los humanos, no puede ser disfrutada después de la muerte. Después de la muerte está el paraíso para los creyentes musulmanes y el cielo para los católicos y la reencarnación para los budistas. Es mejor buscar la fama en vida que ponerse un cinturón de explosivos alrededor del cuerpo y hacerlo estallar para llegar al paraíso de las huríes y de las vírgenes. Me parece que se critica más la fama que a quienes se ponen un cinturón de explosivos alrededor del cuerpo y lo hacen estallar. Buscar la fama es mucho mejor que buscar el paraíso asesinando.

John Lennon no es famoso ahora, porque no puede gozar de su fama. No puede gastarse la pasta que ganó. No puede besar a las mujeres que quiera. No puede comer una ensalada de soja. A John Lennon se lo cargó un chiflado que sí, sigue siendo famoso, porque está vivo, ese tarado, aunque esté en la cárcel. Será famoso hasta que se muera. En Wikipedia tiene una voz en la que se informa puntualmente de sus actividades.

Sigue habiendo mucha gente (especialmente creadores: escritores, músicos, cineastas…) que cree que, ya que el presente es totalmente injusto con ellos, el futuro, cuando muera, le deparará grandes alegrías. Ese pensamiento, que cuando menos es delirante, no suele ser contestado, pero yo lo contesto aquí: la fama sólo es fama si quien es famoso está vivo; lo demás no importa. Y no es fama. Es culto, religión, recuerdo, pero no fama.

3. Señorita Grant (profesora de danza de la serie de televisión Fama): “Buscáis la fama, pero la fama cuesta, y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor”

Es sin duda la frase más famosa de la serie Fama, pero es una frase completamente equivocada. Se puede ser muy famoso con muy poco trabajo. Se puede ser muy famoso sin sudar. Se puede ser muy famoso pasándoselo sólo bien. Paris Hilton es muy famosa y yo la veo sudar muy poco, y si suda será para pasarlo todavía mejor: sí, se puede sudar pasándolo bien.

El asesino de Lennon es muy famoso y tampoco parece que tuviera que sudar mucho para conseguir su penoso objetivo.

En Fama se escribía con la idea estadounidense de que cualquiera con esfuerzo, creyendo en su trabajo, dedicándose completamente a hacerlo lo mejor posible conseguiría el objetivo: ser presidente de Estados Unidos o el mejor escritor del mundo o la mejor bailarina de claqué de Illinois. No, el trabajo no conduce necesariamente a la fama. De hecho, el trabajo casi nunca conduce a la fama: te puede dar dinero, lujo, placer, pero no tiene por qué darte fama. La fama y el trabajo, como la fama y la muerte, son cosas que marchan por caminos diferentes. ~

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(Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) fue escritor. Mondadori publicó este año su novela póstuma Noche de los enamorados (2012) y este mes Xordica lanzará Todos los besos del mundo.


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