Alguna vez dijiste que, al igual que Georges Perec, tรบ no tienes recuerdos de tu infancia. Sin embargo, sรญ los tienes de tu adolescencia: la manera en la que decidiste convertirte en escritor despuรฉs de ver La notte, de Antonioni, y haber quedado fascinado por el personaje que interpreta Marcelo Mastroianni, que es el de un escritor; la vez en la que, ante la cara de estupor de tu padre, le hiciste saber que no querรญas estudiar derecho sino ser como Malraux. Mucho antes de leer sus obras, sentรญas admiraciรณn por la imagen pรบblica de autores como Albert Camus, Boris Vian y Scott Fitzgerald. ¿Cรณmo nace este interรฉs por la figura del escritor?
No lo sรฉ muy bien. Siempre me dije que un dรญa acabarรญan preguntรกndomelo y entonces yo aprovecharรญa para reflexionar sobre el asunto y preguntรกrmelo a mรญ mismo. Me dirรญa: a ver, Vila-Matas, ¿de dรณnde viene esa obsesiรณn con los escritores? Bueno, la verdad es que creo que simpatizo con ellos cuando son buenos, quizรกs porque sรฉ lo difรญcil que es ser un buen escritor. Y, por otra parte, precisamente porque sรฉ lo que cuesta escribir bien, me dan pena, les compadezco. Cuando digo buenos escritores me refiero quizรกs a escritores verdaderos, a lo que yo entiendo por escritores autรฉnticos. ¿Y quรฉ entiendo por autรฉntico escritor? Una especie de romรกntico que une literatura y vida, que realmente va a fondo en ese trabajo. Que se juega la vida con eso, quizรกs porque la literatura forma parte de รฉl mismo, estรก soldada a su espรญritu, es lo esencial para รฉl. No en vano mis escritores favoritos son aquellos que hicieron de la escritura un destino: Kafka, Mallarmรฉ, Joyce, Michaux, aquellos para los que la vida apenas era concebible fuera de la literatura, que hicieron con sus vidas literatura; cosa que, conviene recordar, estรก en las antรญpodas de llevar una vida literaria.
Esta obsesiรณn o fascinaciรณn por los escritores me lleva a Parรญs no se acaba nunca. Es un guiรฑo a Hemingway y a su Parรญs era una fiesta. Fue uno de tus libros que leรญ primero y no sabรญa si lo que estaba leyendo era realidad o ficciรณn. Mรกs tarde supe que, en efecto, habรญas vivido en Parรญs y como el personaje de tu novela, habรญas vivido en una buhardilla alquilada a Marguerite Duras. Cuรฉntame acerca de tu relaciรณn con ella…
Ya en mi libro rendรญ tributo a la integridad secreta de la Duras, escritora nada acadรฉmica y menos aรบn edificante; un tributo con una larga frase de sentida precisiรณn, una de esas frases que hoy puedo leer sin querer cambiar ni una coma: “Toda esa gran angustia que somos capaces de desplegar ante la realidad del mundo, esa desolaciรณn de la que estรกn hechos los escritores menos ejemplares, los menos acadรฉmicos y edificantes, los que no estรกn pendientes de dar una correcta y buena imagen de sรญ mismos, los รบnicos de los que no aprendemos nada, pero tambiรฉn los รบnicos que tienen el raro coraje de exponerse literalmente en sus escritos –donde se despachan a gusto– y a los que yo admiro profundamente porque solo ellos juegan a fondo y me parecen escritores de verdad.”
Tu obra es inclasificable y se concibe en forma de bloque. Cada libro no empieza y acaba en sรญ mismo, sino que forma parte de un universo propio y personalรญsimo, plagado de citas literarias, de referencias a otros escritores, de una literatura que nace siempre de otros libros, de juego de espejos dentro de tu propia literatura.
En cierta ocasiรณn lo definรญ como un tapiz que se disparaba en varias direcciones. Segรบn esto, yo estarรญa completando el tapiz cada vez que publico un libro. Pero no estoy seguro ya de nada, ni siquiera de esto. Avanzo como puedo. En cada nuevo libro, como en el que trabajo ahora, noto que se producen conexiones enigmรกticas con libros que anteriormente he escrito. Si en Aire de Dylan conectรฉ con Historia abreviada de la literatura portรกtil y con Bartleby y compaรฑรญa, en el libro que estoy escribiendo actualmente noto conexiones con Parรญs no se acaba nunca, con “Porque ella no lo pidiรณ” (cuento de Exploradores del abismo) y con Dietario voluble: es un libro en el que trabajo de nuevo con esa secciรณn dentro de mi obra en la que me acerco a cierta sensibilidad contemporรกnea para la cual hay una continuidad natural entre lo real y lo ficticio, una conquista de la prosa narrativa. Fรญjate que he dicho “natural”. Es decir, pasar de lo real a lo ficticio sin sentir que cruzo una frontera, del mismo modo que mi bilingรผismo me lleva, en la vida cotidiana en Barcelona, a cruzar catalรกn y castellano sin cesar y de la forma mรกs natural; a cruzarlo de una forma tan feliz que ni me entero de quรฉ lengua hablo en tal momento o en tal otro, como si en realidad hablara siempre un solo idioma.
Siempre has sido visto como un “raro” o un “excรฉntrico” dentro del panorama literario espaรฑol. Mรกs que querer ser como Juan Benet o como Sรกnchez Ferlosio, querรญas ser como Gombrowicz. Tus referencias literarias se componen de “extraรฑos”, escritores de vanguardia, modernos, cuya literatura es siempre un hรญbrido, una nueva forma de la estructura y del estilo. ¿Por quรฉ te llama tanto la atenciรณn este tipo de escritor?
Pero Juan Benet ha sido siempre un escritor que he tenido muy en cuenta. Fue decisiva –por mucho que algunos le detesten– su apariciรณn en la apolillada narrativa espaรฑola de los aรฑos sesenta. Pero no he aspirado nunca a ser de su cuerda, me he inclinado por otro tipo de autores mรกs extravagantes, donde me he encontrado mรกs a gusto a la hora de concebir en lo que podรญa devenir yo como escritor. En este sentido, las lecciones de Pitol fueron muy importantes.
Has dicho que “la literatura me ha ayudado siempre a comprender la vida pero, precisamente por eso, me deja fuera de ella”. ¿A quรฉ te refieres?
Es una frase que no conviene destrozar comentรกndola. Estรก bien asรญ. Creo que todo el mundo puede entenderla. Pero bueno, estรก bien, veo que preferirรญas que dijera algo mรกs acerca de ella. Veamos. La obra del escritor solitario, encerrado en sรญ mismo, ajeno e indiferente al mundo (que comprende demasiado bien), es a la larga la รบnica que en verdad ha acabado importรกndome. Durante mucho tiempo no entendรญa nada de la vida gracias a que estaba metido en ella, estaba metido a propรณsito para no tener que comprenderla y angustiarme. Cuando me retirรฉ de la vida literaria (la vida social con los otros escritores y los editores y todo eso) entendรญ demasiado bien la vida y tambiรฉn la suerte de poder escribir sobre ella sin tener que ir a un cรณctel. Es gracioso, me parece que sin darme cuenta he comparado la vida con un cรณctel. Estoy loco.
Bartleby y compaรฑรญa y El mal de Montano son dos de tus libros fundamentales. En el primero, hablas de escritores que dejan de escribir, es decir, del acabamiento del escritor. En El mal de Montano, planteas lo contrario: el escritor que, precisamente, no puede parar de leer y escribir, que se emborracha de literatura y enferma de literatura. Me pregunto si la escritura de El mal de Montano la planeaste como contrapunto de Bartleby y compaรฑรญa .
Montano saliรณ de un encargo que me hicieron en la Fundaciรณn Ciencias de la Salud (Madrid) para que diera una conferencia sobre enfermedad y literatura. Me estuvieron llamando por telรฉfono a mi casa durante dรญas y dejaban el mensaje en el contestador: deseaban hablarme. Yo estaba aterrado porque no habรญa oรญdo hablar nunca de esa instituciรณn de salud y pensaba que me llamaban para que dejara de fumar. Cuando finalmente me enterรฉ por carta de lo que pagaban por una conferencia, la cifra era tan alta que no tuve mรกs remedio que aceptar la invitaciรณn. Elegรญ como enfermedad “el mal de Montano”, el mal de la literatura. Se trataba de escapar con este mal del mal contrario, el del bartlebysmo.
En la conversaciรณn que sostuviste con Juan Villoro y que compone el documental Cafรฉ con Shandy, hablan de las citas literarias como gรฉnero. Tรบ has jugado mucho con esto siempre, ¿por quรฉ?
Mi inserciรณn de citas (falsas o no) empotradas en medio de mis novelas debe mucho al hechizo que ejercieron sobre mรญ en mi juventud las pelรญculas de Jean-Luc Godard, con toda esa parafernalia de citas insertadas en medio de sus historias, esas citas que detenรญan la acciรณn como si fueran aquellos carteles que insertaban los diรกlogos en las pelรญculas de cine mudo. Me formรฉ literariamente viendo el cine de vanguardia de los aรฑos 60. Y lo que vi en aquellas pelรญculas me pareciรณ tan asombrosamente natural que para mรญ el cine siempre ha sido aquello que vi en esa รฉpoca de innovaciones estilรญsticas sin fin. Yo me formรฉ en la era de Godard. Eso es algo que deberรญa advertirse en la faja de mis libros a todo aquel que comprara uno de ellos.
El sentido del humor estรก muy presente en tu obra y me parece que, de alguna manera, la crรญtica literaria tambiรฉn. Si bien no de forma directa, haces crรญtica literaria a travรฉs de tu literatura…
A veces me acuerdo de algo que un dรญa Christopher Domรญnguez Michael dijera sobre un libro –grandรญsimo libro– de Sergio Pitol: “El arte de la crรญtica estรก en El arte de la fuga. Si Sergio Pitol es el primero entre los novelistas mexicanos se debe a que habita, como crรญtico secreto, la tradiciรณn de la novela.” El propio Christopher, en su crรญtica a Dietario voluble en Letras Libres, ha comentado esta faceta mรญa de ejercer de crรญtico literario desde la ficciรณn novelesca. He postulado un canon, dice, distinto del oficial. Lo divertido es que yo creรญa que todo el mundo veรญa ese canon igual que yo. Un dรญa, supe que mi canon era heterodoxo, que a Roussel no lo leรญan los grandes papagayos oficiales y que de Walser nadie entre los seรฑores importantes tenรญa ni la mรกs puรฑetera idea.
Recuerdo una frase de Sergio Pitol sobre Fabio Morรกbito: “quien pretenda imitarlo, se arriesga a cometer un suicidio”. Esta frase se podrรญa aplicar perfectamente a un autor como tรบ en la literatura . Has creado escuela e influencias notorias entre jรณvenes que escriben de una manera muy “vilamatiana”, y que se arriesgan a cometer un suicidio, en este caso, nada ejemplar…
Mi cuento “Sucesores de Vok” ironiza sobre esto, explica cรณmo se reparten mi herencia literaria unos cuantos jรณvenes desaprensivos. Pero bueno, no todos los escritores vilamatianos son malos de solemnidad; hay gente muy interesante como el britรกnico Lars Iyer (Magma), el catalรกn Albert Forns (con su novela sobre Albert Serra), los norteamericanos Ben Lerner (Saliendo de la estaciรณn de Atocha) y Tom Drury (The Driftless Area) y la espaรฑola Elisa Rodrรญguez Court (Decir noche).
Me gustarรญa terminar hablando de futbol. Eres un reconocido culรฉ. ¿Quรฉ diferencias encuentras entre este Barรงa y el Barรงa de Guardiola? ¿Quiรฉn te gustarรญa ser del Barรงa? Y ¿quรฉ es Mourinho, un portรกtil, un Bartleby, un suicida o un Montano?
Yo creo que el Barรงa sigue bien a pesar de estar sin Guardiola, tiene unos jugadores verdaderamente de excepciรณn. ¿Quiรฉn me gustarรญa ser del Barรงa? De haber sido jugador, yo habrรญa sido muy parecido a Tello, en mi juventud jugaba igual que รฉl, aunque con mucho menos talento. ¿Mourinho? Yo te dirรญa que, como decรญa Jules Renard, no se trata de ser el primero sino el รบnico. ~
(Xalapa, 1986) estudiรณ cine en la University of Westminster, en Londres. Colabora en diversos suplementos culturales y revistas.