Como muy probablemente ya sepan, esta mañana ETA ha vuelto a matar. En este caso, el enemigo de la patria vasca ha sido Isaías Carrasco, un hombre de cuarenta y dos años que trabajaba como cobrador en un peaje de autovía y que entre 2003 y 2007 fue concejal en el ayuntamiento de Mondragón. Al salir de casa y entrar en su coche para ir a trabajar, ha recibido cinco disparos a través del parabrisas. Ha conseguido salir del coche y ha quedado tendido en la calle, donde le han encontrado su esposa y una de sus hijas (tenía, además, otra hija y un hijo). “Estaba en mi habitación y he sentido tres tiros -ha declarado una vecina a la cadena de televisión CNN+-. He mirado por la ventana y he visto a la mujer y la hija encima gritando ‘¡asesinos, asesinos!’ Tenía todo el pecho manchado de sangre y ellas se han manchado al tocarlo.” Ha muerto poco después en el hospital. Había renunciado a llevar escolta. El terrorista ha huido en un coche en el que le esperaba un cómplice.
Todos los partidos políticos con representación parlamentaria han repudiado el asesinato, no así Acción Nacionalista Vasca, que ocupa la alcaldía de Mondragón y se ha negado a firmar la declaración de repulsa. La alcaldesa ha afirmado que no acudirá al ayuntamiento los dos días en que esté instalada allí la capilla ardiente del fallecido. Por otra parte, según informa Gara, el sindicato LAB, formación de la izquierda independentista, ha emitido un comunicado en el que lamenta la “muerte violenta” de Isaías Carrasco. “Esta muerte -prosigue el comunicado-, como tantas otras realidades de violencia, sacude a una sociedad que demanda la superación definitiva del contexto de sufrimiento, confrontación y vulneración de derechos individuales y colectivos que padecemos los hombres y mujeres de Euskal Herria”.
Probablemente España sea el último lugar de Europa donde se asesina a hombres y mujeres por causa de sus ideas políticas. Sin duda es el último lugar de Europa donde alguien -como ANV o como LAB- cree que estar cerca del cadáver de una víctima es lo que ensucia, no matarlo, y que quien tiene los derechos individuales y colectivos [sic] vulnerados no es la víctima, sino su asesino.
– Ramón González Férriz
(Barcelona, 1977) es editor de Letras Libres España.