José Sánchez Enríquez, por entonces notario público titulado con despacho en la calle de Madero número 34, ciudad de México, siglo XXI, estaba tan enamorado del fantasma de Cleopatra, de cuyas apariciones sabía por el National Geographic Magazine y por los documentales de la televisión, que, decidido a convertirse en fantasma para unirse como igual con la bella, la regia, la histórica, la legendaria amada, se pegó un tiro y tras los enojosos trámites se afantasmó perfectamente, pero no encontró a la amada reina porque, siendo ahora un individuo inmaterial, no llevaba encima ni dinero ni pasaporte ni visa, ni etc., para trasladarse a Egipto, que es donde la ilustre susodicha fantasma hace sus apariciones tan ovacionadas por los turistas que sí llevan dinero, pasaportes, visas, etc.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.