Leí las líneas roncas del irlandés merced a la mágica versión de Julio Trujillo; pintó
bien la tiradera inacabable en ese baño en pelotas
de Dublín en el n° 129 de Letras Libres, metió
la pituitaria a fondo como los mayas
o como los egipcios, corrió el riesgo
de ir a parar al desparramo del esperma al lado afuera,
pero no, paró, lo redujo todo a cuatro estrofas de diamante, a
40 sogas corredizas para agarrar de una vez al mismo Dios
por el pescuezo. Ahí quedó Ése pataleando.
Porque el 666 exige otros acordes más frescos que el
Apocalipsis:
diez mujeres hermosas meando paradas contra el viento
de la costa y qué importa que nos salpiquen
con sus aleluyas y esas gotas de sangre
ligeramente menstrual. ¡Baños,
baños de las mujeres! ¡Yo me bañaría en
el baño de las mujeres de antes del Mundo! ~
21 de septiembre, 2009