Con esta app puedo ver los pensamientos breves de los viandantes rebotando en las paredes de la caja que, como una escafandra, llevamos alrededor de la cabeza. La app es de pago, y cara, pero compensa. No permite descifrar el sentido exacto de los micropensamientos, aunque a veces se escapa alguno.
Puedo ver en modo grĆ”fico esos chispazos como cuando miras con el Wifi Analyzer las redes inalĆ”mbricas de los vecinos circulando por el espacio aĆ©reo de tu casa. Cada cual piensa en su caja. Sesenta mil pensamientos al dĆa, segĆŗn los expertos que miden esas rampas fugaces: la mayorĆa perecen antes de estrellarse contra las paredes de su pecera. ĀæExisten esas paredes, pensamos en cajas? Bueno, es un concepto, ya veremos si es real o no. Ya veremos quĆ© es lo real y hasta dĆ³nde llega. Una app tampoco es la Summa Theologicae (por cierto, vea esto: hjg.com.ar/sumat).
Sesenta mil pensamientos al dĆa, casi siempre los mismos; la mayorĆa, negativos. QuizĆ” obsesiones, cancioncillas, esa palabra que se nos queda encasquillada girando a cien mil rpm, puedo oĆr el siseo mineral de tus huesos absorbiendo toda esa ruidera con unos silentblocks obsoletos de hace treinta mil aƱos. Sesenta mil pensamientos de media: hay gente que estĆ” en coma serĆ”fico y hay personas que si te acercas a ellas saltan chispas porque su mente gira al doble de lo normal. No lo hacen queriendo, es la configuraciĆ³n de serie, que solo se aplaca con un libro.
Con esta app de pago y unas gafitas de cartĆ³n puedo ver toda esa agitaciĆ³n, flamugios, biologĆa enloquecida: o sea, viva. La app se colapsa a veces intentando discernir los colores de los chispazos de diversas especies: los peces no emiten, o la app no atraviesa el agua, he de leer las instruccionesā¦ Oh, puedo ver mi propia caja āquĆ© pequeƱicaā. Mejor espiar a otros, los vecinos, este conferenciante es una eminencia con una cajita diminuta, quizĆ” se ha especializado mĆ”s de la cuenta, o estĆ” tan concentradoā¦ en un punto, a ver si va a producir un Big bang pequeƱo en el Ateneo, exclusiva mundial. Ah, el ponente estaba concentradoā¦ en su powerpoint.
Esta app es beta, puede ocurrir cualquier cosa. Puede producir migraƱas, visiones de luces, angeloides… Ahora solo muestra chisporroteos de coloresā¦ que a veces forman autĆ©nticos torbellinos, cerebraciones, chifletazos; he de mirar las instrucciones, no puedo prescindir de la app, cuĆ”nto hace que la uso, horas, siglos, el tiempo se desvĆa ātal como soĆ±Ć³ Einsteinā segĆŗn quien lo procesa, y el espacio se alabea, hace espejos cĆ³ncavos. Einstein lo dijo de lo muy grande pero, al menos con esta app beta, se comprueba que los cerebros, morcillas burbujeantes, tambiĆ©n curvan el espacio-tiempo con sus ansias. Es brutal. Hay una relatividad de cercanĆas.
A medida que el universo se expande las cajas individuales crecen. Es la idea optimista de hoy. Por la calle puedes ver las cajas zumbando alrededor de sus propietarios, la lista mental de la compra, cuatro cosas, es increĆble la de gente que reproduce la letanĆa de la compra āpapel de cocina, paƱuelos de papel, queso de cabra, lejĆaā mientras sus bulbos intentan salirse de ese ciclo y seguir con sus otros pensamientos. La app es concluyente: no somos multitarea. Claro que estoy investigando al lado de un supermercado. No quiero imaginar lo que se puede llegar a ver en la delegaciĆ³n de Hacienda.
Estas cajas mentales son la circunstancia inmediata y en ellas la proyecciĆ³n de futuro llega a dos palmos; a veces ves a alguien cuyas rampas lineales se enroscan en nubes, espiroides y torbellinos que desbordan las paredes de la cajaā¦ serĆ” un intelectualā¦ Ā”o un poeta! Toda esa glucosa chisporroteando, ceodĆ³s cerebral, emisiones, gases, protones, litioā¦ el espacio-tiempo curvĆ”ndose como en los relojes de DalĆ o el modelo de la silla de montar. Hay gente que emite rampas fractales como brĆ³colis y hay quien abomba su caja hasta hacerla esfĆ©ricaā¦ incluso elĆptica, si es feliz al 70%.
La app tiene una opciĆ³n para ver, mĆ”s allĆ” de la caja de proximidad, el marco expandido en que cada cual vive su vida. Por ejemplo, la mujer que viene por la acera se siente en el centro de la galaxia; no en el borde del plato grande, que es donde estĆ” la tierra: en el centro mismo. Este marco amplio, segĆŗn el manual abreviado, no consume oxĆgeno ni nutrientes: es una forma de estar en el mundo. Gasta lo mismo esta mujer galĆ”ctica que alguien que no ha salido jamĆ”s de las inmediaciones de su cubĆculo. QuizĆ” es el adn, o cosas de la infancia. La app no da para tanto. Aibaaa. Ese abuelo tiene siempre activado el Big bangā¦ y estĆ” porfiando para ver quĆ© habĆa antes. A lo mejor ves un documental de Asimov y sales a la calle con todo el universo orbitando, quĆ© felicidad da el conocimiento ajeno visto en el carril bici.
Te paras en el semĆ”foro y sientes toda esa vida crujiente y asistes a las visiones del mundo mientras llega el bus. Las cajas que nos envuelven son representaciones geomĆ©tricas de las frecuencias cerebrales, segĆŗn la app, una convenciĆ³n que hay que aprender a descifrar. Ese seƱor va hablando con Dios y toda la corte celestial, yā¦ Ā”oh, asiste al plenario del Fin del Mundo! Se puede ir al banco llevando encima el Juicio Finalā¦ que llega hasta allĆ” abajo, toda la manzana.
Lo mejor de esta app es que puedes ver quĆ© hace la empresa madre con los datos que le vas enviando sin darte cuenta: a quiĆ©n los vende, cĆ³mo los etiqueta, cuĆ”nto saca por ellos en el mercado globalā¦ y quĆ© porcentaje te queda. Cobrar por pasear. QuĆ© grande. ~
(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).