Los grupos norteños de los años setenta y ochenta componían corridos en honor de bandidos legendarios, por lo general muertos, cuya munificencia les había granjeado el apoyo popular. Los cruentos amores de Emilio Varela y Camelia la Texana conmovían al pueblo pero no despertaban un afán de emulación, pues el trágico final del corrido llevaba implícita una moraleja que desaconsejaba seguir los pasos de los antihéroes. Así los compositores se curaban en salud ante posibles acusaciones de simpatizar con la delincuencia. Los Tigres del Norte ya no fueron tan precavidos cuando grabaron “El jefe de jefes”, un corrido en homenaje al “Señor de los cielos”, el capo más poderoso de los años noventa, porque, si bien omitieron el nombre de Amado Carrillo, su intención de rendirle pleitesía era obvia. Desde entonces el engreimiento del hampa ha crecido como la espuma y ahora los narcos buscan afanosamente los reflectores que antes rehuían.
El corrido en clave ha caído en desuso, junto con el encanto pintoresco del género, pues los conjuntos sinaloenses de la nueva hornada, agrupados bajo el nombre genérico de Movimiento Alterado, ya no tienen empacho en presentarse como voceros del hampa y, de hecho, refieren hazañas sangrientas en primera persona, como si ellos mismos las hubieran cometido. Uno de los videoclips norteños más vistos de la actualidad en YouTube es “Sanguinarios del M1”, la canción tema del Movimiento Alterado, en el que varios grupos, duetos y solistas, blandiendo armas de alto calibre, entonan alabanzas al poderío del cártel de Sinaloa, declarando abiertamente su admiración por el Chapo Guzmán y el Mayo Zambada. Una probadita de su terso lenguaje:
Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca, / volando cabezas al que se atraviesa, / somos sanguinarios, locos bien ondeados, nos gusta matar […]. Pa dar levantones somos los mejores, / siempre en caravana toda la perrada, / muy bien pertrechados, blindados y listos para ejecutar.
El tono festivo de los cantantes, engalanados con crucifijos de oro macizo y pulseras consteladas de piedras preciosas, contrasta con la letra intimidatoria y bravucona, que busca, sin duda, sembrar el terror en el auditorio, pero también impresionar a la masa lumpen encandilada con los signos de estatus. Los cantantes pendencieros abundan en la música pop de la actualidad, pero en géneros como el death metal o el hip hop, la horrísona melodía concuerda con el contenido satánico o fanfarrón de las letras. En cambio, la jocosa tonadilla de este himno de combate, que podría servir como jingle de una feria agrícola, trivializa el horror y con ello rebaja el valor de la vida humana. Seguramente somos el único país de la tierra donde los sicarios pueden ufanarse de sus matanzas con tanta frivolidad. Un detalle significativo del videoclip es que ninguno de los cantantes intenta ocultar su identidad: aparecen en pantalla con nombre y apellido, confiados, quizá, en la protección que les brinda el cineasta Genaro García Luna, mientras combate encarnizadamente a los enemigos de su patrón. De hecho, el mismo día que descubrí este video, me tocó pasar frente a un salón de baile en la carretera del Ajusco, donde cientos de jóvenes con sombrero texano hacían cola para ver a Kommander, el cantante estrella del Movimiento Alterado. Los expertos en el tema me aclaran que en esas tocadas el narco recluta sicarios para sus organizaciones. Los terroristas de la canción deben sentirse invulnerables: de lo contrario no se atreverían a confesar sus crímenes en lugares públicos. Pero lo más alarmante es que estos rufianes llenen salones de baile y reciban aplausos por ufanarse de cortar cabezas.
La reciente prohibición de difundir narcocorridos en Sinaloa y otros estados del país, motivada sin duda por las bravatas del Movimiento Alterado, tal vez nunca se aplicará (los inspectores de bares y cantinas no son que digamos un dechado de rectitud), pero, aun si la autoridad lograra acallar a los sicarios del micrófono, los jóvenes que hacían cola en la carretera del Ajusco los seguirán oyendo por internet, en espera de una oportunidad para colarse al círculo de los elegidos. Un proverbio chino dice que el pez se pudre por la cabeza. Los matones engreídos que sojuzgan provincias enteras no surgieron por generación espontánea. De hecho, se han limitado a imitar salvajemente la rapiña antisocial de nuestra élite política y económica. Quienes propagaron de arriba hacia abajo la banalización del mal difícilmente podrán combatirla con eficacia. En México, la complacencia general ante la corrupción es un sentimiento tan arraigado, que el pri se perfila ya como seguro ganador de la próxima elección presidencial. Armando Ramírez dijo hace tiempo que el pri no es un partido sino una cultura, y quizá tenga razón. Mientras la ilegalidad beneficie por igual al dinero nuevo y al dinero viejo, no vamos a pacificar el país a balazos, ni a ganar con prohibiciones la guerra cultural contra el narco. ~
(ciudad de México, 1959) es narrador y ensayista. Alfaguara acaba de publicar su novela más reciente, El vendedor de silencio.