La corrupciĆ³n

A juzgar por sus declaraciones, el presidente PeƱa Nieto parece preferir el pausado proceso educativo antes que la aplicaciĆ³n de una reforma institucional inmediata para perseguir la corrupciĆ³n.Ā 
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¿La corrupciĆ³n es en MĆ©xico un problema cultural o institucional? Durante una entrevista con varios periodistas el 19 de agosto pasado el presidente PeƱa Nieto hizo una afirmaciĆ³n inquietante cuando dijo que la corrupciĆ³n es un fenĆ³meno cultural, alojado en la naturaleza humana y, se entiende, en el carĆ”cter de los mexicanos. AsĆ­, la corrupciĆ³n, como ya nos habĆ­a enseƱado Cantinflas, es parte de la identidad nacional. Se trata de un tema que ha sido muy debatido desde hace mucho tiempo. Hay quienes, en contraste con la opiniĆ³n de PeƱa Nieto, estĆ”n convencidos de que la corrupciĆ³n es un problema de carĆ”cter institucional. El presidente, en cambio, parece preferir el pausado proceso educativo antes que la aplicaciĆ³n de una reforma institucional inmediata para perseguir la corrupciĆ³n.

Yo creo que ciertamente son necesarias obras de ingenierĆ­a institucional, pero que estas solo pueden arrancar con vigor una vez que se haya sedimentado una cultura cĆ­vica sĆ³lida. Desde luego, es necesario defender las instituciones que deben estar en la base de lo que JĆ¼rgen Habermas llamĆ³ un "patriotismo constitucional". Pero no es saludable un "patriotismo institucional" ligado a una estatolatrĆ­a que rinde culto a toda clase de instituciones, como el PRI, la familia tradicional, la iglesia, el Senado, los usos y costumbres indĆ­genas, las escuelas rurales, el ejido o Pemex, para solamente citar algunas. A fin de cuentas, la corrupciĆ³n en MĆ©xico tambiĆ©n es una instituciĆ³n.

En nuestro nuevo contexto democrĆ”tico la legitimidad polĆ­tica no puede fundarse en la traducciĆ³n de culturas populares mĆ”s o menos inventadas en esa unidad ficticia llamada "identidad nacional". Las opiniones expresadas por PeƱa Nieto, que han vuelto a agitar la polĆ©mica sobre el tema de la corrupciĆ³n, parecen decirnos que para superar las costumbres corruptas impresas en el alma del mexicano serĆ­an necesarios por lo menos varios decenios, y acaso siglos. Por ello mĆ”s vale no enfrentar el problema durante su gobierno. La otra opciĆ³n podrĆ­a ser la de impulsar las instituciones para que, con una voluntad renovada y acaso nuevas leyes, persigan y castiguen con firmeza los actos de corrupciĆ³n. El problema parecerĆ­a radicar en que la voluntad para aplicar las normas propias de un Estado de derecho requiere de una cultura cĆ­vica decididamente orientada a combatir la corrupciĆ³n.

¿Estamos ante un cĆ­rculo vicioso sin salida visible a corto plazo? No lo creo. Es cierto que se suele requerir de un largo tiempo para cambiar la moral y las costumbres que un nacionalismo viciado pareciera haber implantado en el carĆ”cter del mexicano. Pero este largo tiempo ya ha transcurrido y me parece que hoy una gran parte de la sociedad civil rechaza las prĆ”cticas corruptas. El cambio cultural ya ha ocurrido, aunque sea de manera incipiente. Sin duda tardĆ³ muchos aƱos en llegar, pero ya estĆ” aquĆ­. El cambio en la cultura polĆ­tica se iniciĆ³ en 1968, cuando una buena parte de la sociedad comprendiĆ³, gracias al movimiento estudiantil reprimido, que era necesario abrir nuevos cauces. Fueron necesarios mĆ”s de 30 aƱos para que los cambios comenzasen a cristalizar. Hoy la transiciĆ³n cultural hacia una civilidad nueva ya se encuentra avanzada, como se puede ver en el hecho de que se ha logrado establecer, aĆŗn en forma precaria, un sistema democrĆ”tico. Esta transiciĆ³n ha implicado una profunda y larga crisis de la vieja cultura nacionalista revolucionaria que, entre otras muchas cosas, era una constelaciĆ³n de costumbres viciadas y de prĆ”cticas corruptas asociadas al autoritarismo del antiguo rĆ©gimen priista del que proviene PeƱa Nieto.

El problema hoy consiste en encontrar la manera de aprovechar esa base cultural aĆŗn endeble para dar el salto a una institucionalidad capaz de combatir la corrupciĆ³n con eficacia. No moverse y esperar que el lento goteo de la educaciĆ³n erosione las viejas costumbres serĆ­a una verdadera imprudencia. Ya existe un MĆ©xico nuevo que puede servir de palanca para actuar. Pero si no se actĆŗa hoy de manera decidida los viejos hĆ”bitos pueden restaurarse. La urgencia es mĆ”s evidente ante la llegada de inversiones privadas, nacionales y extranjeras, en el sector petrolero, gracias a la reforma energĆ©tica. Estas inversiones no llegarĆ”n en forma pura ni serĆ”n inmunes a la corrupciĆ³n. Por ello son indispensables cambios drĆ”sticos que permitan atajarla.

(Reforma, 23 de septiembre, 2014)

 

 

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Es doctor en sociologĆ­a por La Sorbona y se formĆ³ en MĆ©xico como etnĆ³logo en la Escuela Nacional de AntropologĆ­a e Historia.


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