La enorme y hermosa puerta del muro de Donald Trump

¿Qué piensan hacer los republicanos con las 11 millones de personas indocumentados que viven en EUA? 
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De entrada, las expectativas para un buen debate presidencial entre 10 candidatos republicanos no pueden ser muy altas. Los extremos de uno sirven para que lo absurdo que dice otro parezca coherente.

Al centro del debate de anoche entre los precandidatos a la candidatura republicana estaba el fenómeno Donald Trump y la ventaja inverosímil que lleva en las encuestas pese a las declaraciones discriminatorias, mal informadas e insolentes que siempre ha hecho pero que ahora lanza desde el púlpito de un posible presidente de Estados Unidos. “No nos podemos dar el lujo de preocuparnos por el tono”, respondió cuando Jeb Bush (exgobernador de Florida) acusó que sus declaraciones dividen al partido y a la sociedad.

Antes que aclarar por qué afirma que los inmigrantes que México “manda” a Estados Unidos son criminales, violadores y traficantes de drogas, Trump se congratuló porque sus declaraciones han puesto el tema sobre la mesa. El tema lleva años en la mesa y algunos de sus contrincantes son autores de leyes y libros sobre el tema. El problema no es que no se discuta. Lo preocupante es que reaparece cada cuatro años en los debates para la presidencia sin que se avance ni en el tono ni en el contenido.

Las preguntas de los moderadores de Fox News, anfitriones del debate, marcaron el tono insistiendo en el lenguaje y la premisa de que el problema es el “inmigrante ilegal”. La primera pregunta sobre el tema fue para Jeb Bush. Lo cuestionaron sobre si aún defiende una declaración que hizo sobre los “inmigrantes ilegales” en la que sostuvo que “aunque la migración ‘ilegal’ implique una violación a la ley, no es un delito; en realidad es un acto de amor, un acto de compromiso con su familia”. La siguiente pregunta fue para Trump, sobre la evidencia que tiene para comprobar que México realmente está “mandando” a Estados Unidos a estos criminales a los que se refiere en sus declaraciones. Como era de esperarse, Trump no tiene datos ni evidencia para sostener el argumento, pero los moderadores tampoco disputaron la premisa. Con John Kasich (gobernador de Ohio) insistieron: ¿cuáles son las soluciones a la “migración ilegal”? Y ante la falta de respuestas concretas de los tres anteriores, la discusión del tema terminó con Marco Rubio. ¿Es tan simple como decir “nuestros líderes son estúpidos, los de México son inteligentes porque mandan a la gente que no quieren acá” (como dijo Trump), y afirmar que todos estos “ilegales” son criminales?

Los tuiteros de siempre reaccionan inmediatamente. José Antonio Vargas aclara: “Una persona no es ilegal. Sus acciones pueden serlo, pero una persona nunca.” Colorlines, una de las organizaciones que ha promovido la campaña de #DropTheIWord, afirma: “se ha utilizado demasiado la palabra “ilegal” en el debate republicano. Reprobamos el uso de esta palabra.” A quienes proponen un lenguaje que no criminalice a las personas, les llueven las respuestas anticipadas: algunos articulan su postura cuasipoética “ilegal es ilegal es ilegal”.

Se ha dicho ya mucho sobre la importancia del lenguaje al hablar de migrantes, de personas, de vidas, de historias, de cuerpos. Se ha comprobado lo destructivo de los términos que criminalizan y permiten que quienes están al frente del gobierno y las instituciones se escondan detrás de ese lenguaje para justificar políticas de control que deshumanizan a las personas, que separan a familias, y que no atienden las causas de fondo que llevan a las personas a buscar una vida en otro país, aunque eso implique arriesgar sus vidas y dejar de ejercer plenamente sus derechos como miembros de una comunidad. Y sin embargo, cada vez que hay un debate sobre el tema, parece que fue en vano todo el trabajo que se hizo para explicarle a Mitt Romney, hace cuatro, años por qué la “autodeportación” era un concepto ridículo, o por qué hay que dejar de referirnos a personas como “ilegales”, “mojados”, etcétera.

Si, como dice Trump, el lenguaje y el tono no importan, ¿qué tipo de acciones concretas podemos esperar? De Trump, una idea innovadora: construir un muro en la frontera. Claro, con la aclaración de que tendrá una gran y linda puerta para admitir a los “buenos inmigrantes”. Queda la duda sobre cuáles serán esos migrantes deseables, si de lo único de lo que se habla es de los inmigrantes como ilegales, criminales, violadores y traficantes de drogas. Bush admitió que puede haber un camino a la legalización de los “ilegales” pero lo fundamental es el control y la seguridad: controlar la frontera y a quienes entran con una visa para que no se queden en el país cuando venza. Además, tras el episodio reciente en el que un inmigrante indocumentado mató a una mujer en San Francisco, para los republicanos queda claro que hay que eliminar las “ciudades santuario” que protegen a los inmigrantes indocumentados de deportaciones.

Con una lógica cuestionable para un posible presidente, la propuesta de Kasich fue: “si Trump está arriba en las encuestas quiere decir que la gente quiere que se construya un muro”. Pero nadie preguntó sobre la serie de muros y rejas que ya cubren la mayor parte de la frontera. ¿Y el hecho de que desde que se construyeron las primeras bardas en 1993 no cesó la migración indocumentada, que desde entonces han muerto cerca de 10,000 personas buscando rutas alrededor de esos muros para llegar a Estados Unidos? Rubio remató: “no solo es cuestión de un muro, ahora hay que estar atentos también a los túneles de El Chapo”.  

Las últimas intervenciones de Scott Walker (gobernador de Wisconsin) y Ted Cruz (senador de Texas) reforzaron el mismo mensaje de control, seguridad y muros, al que agregaron que no puede haber una amnistía para regularizar el estatus de los inmigrantes indocumentados que ya están en el país. Entonces, ¿qué piensan hacer con esas once millones de personas? Esperaré con ansias otro debate más para que me iluminen con sus respuestas.

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Posdata

Durante una de las pausas en el debate, la organización Numbers USA, que aboga por reducir los niveles de migración en el país, transmitió este anuncio con un mensaje concreto: el debate sobre la migración no debe enfocarse en el color de piel, el lugar de origen de las personas o sus ancestros, sino en los números. Su argumento: cada año entran al país un millón de migrantes con permisos de trabajo, mientras que millones de americanos tienen dificulates para encontrar empleos. Al igual que los candidatos republicanos, no presentan evidencia para sostener su argumento ni una propuesta integral para responder a los retos que representa (tanto para los migrantes como para las comunidades receptoras) la contratación de trabajadores extranjeros en distintos sectores. Generalizar sobre este tema solo contribuye a estigmatizar a las personas migrantes.

 

La transcripción completa del debate está disponible aquí.

 

 

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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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