La guardiana (fragmento)

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Era el presentimiento de tu cerrado ardor

lo que me hacía artífice de llaves.

Por otra parte era famosa desde niña

por abrir puertas, armarios y cajones

de los que no se hallaba ya la llave.

Dejaba que primero actuaran

los competentes: los varones adultos,

y yo en silencio, quieta en un rincón,

con tedio superior miraba

su encarnizarse con la cerradura

que no abrirían jamás, podía jurarlo.

Después de media hora de sañudas

y ásperas maniobras sin fortuna,

cuando se daban todos por vencidos,

como un héroe en desuso resurgía

flemática, diciendo: yo la abro.

Con un alambre retorcido de mi hechura,

entrecerrando los ojos alcanzaba

el punto exacto, la primera blandura

en el diente del gatillo –oyendo absorta

y temblorosa como un rezo. ¡Ah, el terror

de que no se entregara a mis manejos!

¡Pero qué comunión, cuando volcada toda

en su interior, sintiendo que era

íntimamente mía, con un golpe

ligero la guiaba, y ella se abría sin más!

Ignoro cómo hacía: me inspiraba,

no era ciencia, sino devoción.

No había ningún misterio tras la puerta,

era una puerta como cualquier otra

y en el cajón había lo que había,

lo que en cualquier cajón se guarda.

Y los aplausos, el único laurel de mis hazañas,

cuantiosos al principio y luego cada vez

más raros –mi pericia con el tiempo

se daba ya por descontada–,

me importaban un comino. Mi placer

estaba todo en derretir aquella terca

e inaccesible negativa en donde nadie más

que yo era el instrumento idóneo

para la rendición: un replegar de fuerzas

al penetrar sin fuerza, tan solo oyendo

–indiferente al premio o a la ganancia–

ese sonido que profiere

toda materia que se cierra, que solo espera abrirse

y entregarse, sí, mas solo a quien

se encuentra preparado para oírlo.

Con ese alambre retorcido, luego palabras,

me estaba ejercitando para la poesía.

¿Para qué más, si no? Sí, iba aprendiendo. ~

________________

Versión del italiano de Fabio Morábito.

Este poema pertenece a la antología de la poesía de Patrizia Cavalli que publiqué hace años con el título Yo casi siempre duermo (México, unam, 2008). Para esta publicación en Letras Libres revisé mi versión e introduje algunas mínimas modificaciones. –f. m.

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