La luna trae al mes
y el mes trae al jazmín;
extingue la luna ascendiendo
contiendas de formas lejos y cerca.
Pesca la fronda de la palma
en el azul. La Osa
se oculta en lentos linos lunares;
hoy es un lago de calma
y mañana no es dolor.
Mira cómo cuelga de la reja
la flor del geranio, cómo esplende la lámpara
y tantas esteras tendidas:
la luna trae al mes
y el mes trae al jazmín.
Hacia el belvedere se alzan
ojos que tornan fresca
la oscuridad: ¿son luces vanas,
reflejos del fanal que tiembla
en las paredes aún vibrantes
del tañido de las campanas?
¿Es aire lo que aspira a las alturas
y asciende susurrante las escaleras?
Pero sobre los barandales
pliega el viento velo
o nube; el belvedere
toca a la Osa que se anega
en el lejano vórtice del cielo.
Si quieres conocer el sabor
de la noche, llena con gotas de fuentes
un claro cántaro sin mezcla de especias,
aromas o hierba,
y álzalo, no muy alto:
llevará cada sorbo a la boca
las sombras, el aliento de los montes
y los colores que el agua conserva.
Suspendidas resbalan las horas,
peces en globo cristalino,
la luna trae al mes
y el mes trae al jazmín. ~
– Versión de Ulalume González de León
© Vuelta, 8, julio de 1977