La politizaciĆ³n de todas las cosas

La politizaciĆ³n de todas las cosas ha tenido efectos devastadores sobre las relaciones personales. En su tratado de la amistad, CicerĆ³n apunta que la polĆ­tica es causa fundamental de la discordia entre amigos.
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“Politizar" es una palabra relativamente nueva en castellano. No aparece en el Diccionario de la Real Academia EspaƱola (ediciĆ³n de 1970). Significa al menos tres cosas: una concentraciĆ³n excesiva en la polĆ­tica a expensas de las diversas zonas de la realidad, una concentraciĆ³n excesiva en los aspectos mĆ”s superficiales de la propia polĆ­tica, y la primera acepciĆ³n que consigna el mismo diccionario, en su ediciĆ³n vigente: "Dar orientaciĆ³n y contenido polĆ­tico a acciones, pensamientos o personas que, corrientemente, no lo tienen".

El uso primero es evidente en la prensa, los medios y las redes. DespuĆ©s de un siglo en que la polĆ­tica fue el coto privado de los polĆ­ticos, es natural que lleve aƱos ocupando amplios espacios de la atenciĆ³n nacional. Frente a la polĆ­tica, se desvanecen las otras esferas de la vida: los problemas sociales, los temas de la salud y la enfermedad, la ecologĆ­a y la naturaleza, las cuestiones de religiĆ³n y fe, las manifestaciones del arte, las letras y el pensamiento, las finanzas y los negocios, las iniciativas ciudadanas, la ciencia y la tecnologĆ­a, las migraciones, el mundo exterior… casi todo salvo el deporte y la "cultura del espectĆ”culo". El fenĆ³meno empobrece a quienes lo ejercen y lo consumen: dĆ­a con dĆ­a hay hechos ajenos a la polĆ­tica, mĆ”s importantes, influyentes o trascendentes que los hechos polĆ­ticos.

Una derivada de esta politizaciĆ³n puede hallarse en las columnas y comentarios menudos que siguen los gestos, los rumores, los chismes y -sobre todo- las declaraciones de los polĆ­ticos de todos los niveles. Es casi un deporte en el que se pierde el contexto social, la perspectiva histĆ³rica, la discusiĆ³n de ideas, la valoraciĆ³n Ć©tica, el anĆ”lisis lĆ³gico. En una palabra, el estudio de fondo -estructurado, fundamentado, estadĆ­stico, comparativo- de la polĆ­tica. En esa variante de la politizaciĆ³n, la opiniĆ³n desplaza al hecho, la ocurrencia al anĆ”lisis, la polĆ­tica permanece en la espuma de los dĆ­as, la politizaciĆ³n se disuelve en politiquerĆ­a.

El tercer significado es mĆ”s interesante y complejo. El propio Diccionario lo recoge en una segunda acepciĆ³n: "Inculcar a alguien una formaciĆ³n o conciencia polĆ­tica". Se trata de un uso positivo, por ejemplo en el caso de una sociedad apĆ”tica o inconsciente de sus derechos. Politizarla es contribuir a su autonomĆ­a y madurez. Pero el uso puede tener tambiĆ©n una cara negativa. Ocurre cuando se da una "orientaciĆ³n y contenido polĆ­tico a acciones, pensamientos o personas" cuya naturaleza es, o deberĆ­a ser, esencialmente ajena a la polĆ­tica.

Entendida asĆ­, la politizaciĆ³n es un fenĆ³meno antiguo. En la historiografĆ­a inglesa, por ejemplo, se practicĆ³ por mucho tiempo la llamada interpretaciĆ³n Whig, que leĆ­a los hechos histĆ³ricos bajo los patrones y valores polĆ­ticos que favorecĆ­an la larga permanencia del partido Whig. En la historia mexicana (tanto la liberal como la conservadora y la revolucionaria) hay buenos ejemplos de este uso distorsionado del saber para legitimar al poder.

En la esfera de la cultura, la politizaciĆ³n puede desembocar en lo que Jean Paul Sartre llamĆ³ "la militarizaciĆ³n de la cultura". A un libro, una obra de arte, un descubrimiento cientĆ­fico o un producto cultural de cualquier Ć­ndole, no se le juzga -si se le juzga- por su calidad o su valor intrĆ­nseco, sino por la real o supuesta filiaciĆ³n polĆ­tica de sus creadores. Si es "amigo", la obra es "buena"; si es "enemigo", la obra es "mala" o, finalmente, no existe. Con la "politizaciĆ³n de todas las cosas" se pierde el sentido mismo de la creaciĆ³n y el saber. Por eso preocupa tanto que cunda en medios universitarios.

Una forma particularmente insidiosa y obsesiva de esta politizaciĆ³n es la teorĆ­a conspiratoria. Quienes incurren en ella no preguntan sobre la verdad objetiva de los hechos sino por el "poder" que adivinan o imaginan -sin probarlo nunca- "detrĆ”s" de ellos. El poder elevado a categorĆ­a explicativa absoluta. No abundarĆ© sobre esta patologĆ­a intelectual y moral, tan presente en la retĆ³rica populista latinoamericana de estos aƱos.

La politizaciĆ³n de todas las cosas ha tenido efectos devastadores sobre las relaciones personales. En su tratado de la amistad, CicerĆ³n apunta que la polĆ­tica es causa fundamental de la discordia entre amigos. En el MĆ©xico de estos aƱos, la politizaciĆ³n extrema (esa forma intolerante de acercarse a la polĆ­tica o de practicarla) no sĆ³lo ha sembrado divisiĆ³n entre amigos sino entre hermanos. Familias enteras comienzan a considerar, apenas ahora, los costos del encono ideolĆ³gico.

Criticar la politizaciĆ³n de todas las cosas no significa llamar a la despolitizaciĆ³n. No se trata de dejar la polĆ­tica sĆ³lo en manos de los polĆ­ticos. Mucho menos ahora que el PRI ha vuelto al poder. Se trata de alentar la buena politizaciĆ³n ciudadana (participativa, matizada, informada, inteligente, alerta) y desalentar la mala politizaciĆ³n (ideologizada, fanĆ”tica, trivial). Se trata de enriquecer la vida polĆ­tica elevando la calidad del anĆ”lisis polĆ­tico, del debate polĆ­tico y la crĆ­tica polĆ­tica. La "politizaciĆ³n de todas las cosas" no contribuye a ese enriquecimiento. ParadĆ³jicamente, por la confusiĆ³n intelectual que implica, contribuye a la despolitizaciĆ³n.

Por lo demĆ”s, la democracia no requiere que empeƱemos todo el tiempo -desayuno, comida y cena- en la polĆ­tica. Un buen propĆ³sito para el 2013 serĆ­a devolver su riqueza y diversidad a la vida nacional. Cuando no todas las primeras planas sean polĆ­ticas, cuando las distintas esferas de la vida alcancen las primeras planas, tendremos la certeza de vivir en una sociedad mejor.

 

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĆ­o.


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