Gran parte de la vida se gasta en repeticiones, el ritual de hacer algo una y otra vez por un periodo de tiempo: diario, semanal, mensual o anualmente. Sin embargo, pocas veces se obtienen resultados exactamente iguales, por mĆ”s que nos apeguemos a un ritual. Mientras estemos en este mundo, estamos destinados a hacer lo mismo sin que siempre resulte igual. La mĆŗsica refleja esto de diferentes formas. PodrĆas ver a un artista cantar la misma canciĆ³n apenas unos minutos despuĆ©s de haberlo y algo serĆ” diferente, ya sea la intenciĆ³n, la pasiĆ³n con la que se interpreta, el Ć©nfasis en una nota, etc. La mĆŗsica experimental, esa que busca romper con algo, siempre trata de lograr resultados distintos cada vez que se intenta su interpretaciĆ³n en un escenario, a travĆ©s de mĆ©todos que alguna vez fueron inciertos pero probablemente hoy en dĆa estĆ”n probados.
El 2014 marca treinta aƱos del Festival de MĆ©xico en el Centro HistĆ³rico, durante estos aƱos ha presentado una carta cultural a los habitantes de la ciudad con propuestas internacionales de gran calidad y talento del paĆs. El ciclo Aural se caracteriza por presentar opciones mĆ”s cercanas a los lĆmites de las expresiones y el cartel de este aƱo es uno excelente. El miĆ©rcoles 12 de marzo se inaugurĆ³ el ciclo con la presentaciĆ³n de Charlemagne Palestine, compositor minimalista estadounidense que, aunque no goza del renombre de John Cage, Steve Reich o La Monte Young, es una de las figuras mĆ”s brillantes del movimiento. El concierto sucediĆ³ en un (lamentablemente) poco atendido Teatro de la Ciudad que estaba listo para recibir una noche de tonos y sonoridades que pocas veces podemos experimentar en vivo.
El concierto comenzĆ³ con la presentaciĆ³n de Chris Cogburn en percusiones, en colaboraciĆ³n con Juan GarcĆa (contrabajo). Ambos hicieron una sesiĆ³n de improvisaciĆ³n que se caracterizĆ³ por hacer todo para sacar sus sonidos excepto tocar a los instrumentos “como se debe”. Chris utilizĆ³ arcos, barillas, platillos, campanillas y tazones mientras que GarcĆa hizo crujir, rechinar y estremecerse su contrabajo. El resultado fue un estudio de los armĆ³nicos inherentes a sus respectivos instrumentos y la interacciĆ³n de los mismos entre sĆ. A momentos de terminar este set, Palestine subiĆ³ al escenario para adornarlo con muƱecos de peluche, mascadas y otros objetos; lo querĆa comparar a un ritual azteca, le explicĆ³ al pĆŗblico. El excĆ©ntrico compositor hizo del escenario su hĆ”bitat y le dio cierto toque de teatralidad al recital aunque cualquier sentido dramĆ”tico definitivamente no provendrĆa de la mĆŗsica en sĆ.
Incluso antes de apagar las luces, un fuerte drone se emitĆa desde la laptop de Charlemagne, mezclado con diferentes grabaciones de voces de niƱos, animales y otros sonidos que aumentaron en saturaciĆ³n e intensidad hasta que, repentinamente, los apagĆ³ por completo. Entonces tomĆ³ una copa de vino y frotĆ³ su superficie para producir un sonido agudo, con el cuĆ”l cantĆ³ un mantra con voz igualmente aguda; al final, alzĆ³ la copa en brindis y dijo al micrĆ³fono “mezcal” y bebiĆ³ el resto del lĆquido. De allĆ pasĆ³ a tocar el piano, es mĆ”s conocido por esto gracias a su pieza Strumming Music. ExplorĆ³ la distancia entre dos notas, comenzando del lado derecho en la parte mĆ”s aguda del instrumento, explorando diferentes sonoridades. Fue una exploraciĆ³n larga, insistente y un tanto torpe que rendĆa frutos con paciencia. Para finalizar, tomĆ³ dos muƱecas intervenidas para “hablar” con diferentes notas. El show terminĆ³ cuando una de las muƱecas dijo “bye bye”.
El jueves 13, Wadada Leo Smith Golden Quartet se presentĆ³ en el Anfiteatro SimĆ³n BolĆvar del Colegio de San Ildefonso para un pĆŗblico mayor al que se vio una noche anterior en el Teatro de la Ciudad. El recinto fue ideal gracias a su impresionante mural e impecable acĆŗstica. El baterista mexicano Milo Tamez fue el encargado de comenzar el concierto. IniciĆ³ tocando los marcos y la madera de sus percusiones antes de atacar sus platillos. Milo conjurĆ³ un torbellino desenfrenado en el que se dejĆ³ ir; permitiĆ³ que sus brazos y piernas expresaran todo lo que Ć©l querĆa decir. El pĆŗblico respondiĆ³ durante toda su presentaciĆ³n con gritos de aprobaciĆ³n y aplausos, respuestas instintivas ante un performance acorde a ese sentimiento.
En contraste al ataque instintivo y el caos de Milo Tamez, el Golden Quartet de Wadada Leo Smith fue la improvisaciĆ³n como serenidad y orden. Smith colaborĆ³ con muchos de los pioneros del free jazz pero su estilo rompe con algunos credos del gĆ©nero. Wadada Leo es compositor de piezas que utilizan la espontaneidad y el ruido como otros utilizan notas y melodĆas. El cuarteto de trompeta (Smith), piano (Vicki Ray), contrabajo (John Lindeberg) y baterĆa (Pheeroan Aklaff) tocaron diferentes secciones en los que todos tocaban al mismo tiempo, tomaban turnos solos y en combinaciones de dos o tres instrumentos, dirigidos con ademanes por Smith. La pieza en general tenĆa un sabor parecido al periodo de los setenta de Miles Davis asĆ como de gente afĆn a Wadada Leo como Anthony Braxton y Peter Brƶtzmann. SiguiĆ³ un set similar, con partes libres y estructuradas, y fue asĆ como concluyĆ³ todo.
Aunque mucho del minimalismo y el free jazz se fundaron con la premisa de romper esquemas, estos hoy en dĆa son cĆ³digos que la gente que los practica adopta. Dicho esto, estos cĆ³digos son muy efectivos para expresar sensaciones humanas que no se pueden plasmar fĆ”cilmente en palabras o acordes mayores y menores; al igual que toda interpretaciĆ³n de cualquier pieza, sea leĆda de un pentagrama o de generaciĆ³n espontĆ”nea, nunca serĆ” escuchada dos veces igual.