Manuel Ahumada, caricaturista, escultor y pintor mexicano, falleciรณ el pasado 3 de enero a los 57 aรฑos de edad. รste es un breve homenaje crรญtico-adoratorio-nostรกlgico.
Mi medio hermano tenรญa el buen tino de hacerme regalos –en forma de libros y/o revistas que me cambiaban la vida hacia la perdiciรณn– y de entregรกrmelos con una frase lapidaria como: “pero no los rayoneรฉs”. Algunas veces hacรญa caso, otras no. Definitivamente sabรญa diferenciar y preferรญ rayonear su recuerdo pero mantener intacto uno de sus mejores regalos: sus ejemplares de la tercera รฉpoca de la mejor revista de caricatura de Mรฉxico, –“revista catorcenal de humor polรญtico-satรญrico, rojinegro, sexo-manรญaco, blanquierรณtico y conyugal-uxoricida”: La Garrapata. El azote de los bueyes.
En sus pรกginas habรญa espacio para el chiste intelectualizado, los gags absurdos, el humor negro y el chacoteo de la Historia, ademรกs de la obvia –pero nunca vulgar– caricaturizaciรณn de la polรญtica del momento. Su mayor valor era justamente la libertad que emanaba de sus pรกginas, pues allรญ estaban el feรญsmo de Magรบ en sus “Mocudramas”, el cut-and-paste de Rius en su mรกximo esplendor en “Pelos & Seรฑales”, el finรญsimo humor grรกfico de Feggo y su “Zooilรณgico”, la “Netafรญsica” con tintes beatlescos de Sergio Arau, “La TV Clandestina” de un Efrรฉn รกcido y puntilloso, los primeros escenarios bizarros de Jis, la elegancia y misterio de “El Hombre de Negro”, de don Helioflores y, en fin, Mongo, Luis Fernando, Ramรณn, Dzib, Naranjo , Chac, Soto, Maral, etcรฉtera.
Tambiรฉn allรญ hice algunas de mis primeras lecturas con los textos de Guillermo Samperio, Emiliano Pรฉrez Cruz, Sergio Monsalvo, Conato Boyler, Antonio Caram, Fito y el recientemente fallecido Gustavo Garcรญa.
Y, entre esta multitud de voces y estilos, estaba Manuel Ahumada. Sus historietas y cartones, saturados por ashurados y plastas de negro, contribuรญan a que La Garrapata supiera a ciudad, a hurbanistorias como las del Profeta del Nopal, disculpen ustedes la analogรญa. En sus historietas y tiras se recreaba la autรฉntica fantasรญa urbana: espectros, peatones, apariciones, aparecidos y desaparecidos. Viajes introspectivos que suceden en la azotea de una vecindad, alucinaciones al dar vuelta a la calle rumbo a la tintorerรญa, un hoyo negro entre las piernas de una mujer recostada en la cama de un cuarto de hotel. Historias imposibles en escenarios conocidos.
Algunos de sus personajes portaban peinados a la Edward Scissorhands –no es un facilismo lo que digo aquรญ: en verdad esas caras demacradas acompaรฑadas por cabellos despeinados me resultaban espeluznantes, porque sabรญas que esos tipos estaban muertos, eran muertos en vida, habรญan revivido o simplemente se deschavetaron y vivรญan en la insensatez.
En “El cazador”, un hombre se apea de un jeep para internarse en una jungla. Ataviado con un uniforme de safari y con una carabina en las manos, hunde un dedo en una gran plasta de excremento de elefante y, finalmente, localiza a su presa. Con el paquidermo en la mira y a punto de jalar el gatillo, es interrumpido por un policรญa que le informa: “¡Jovenazo! ¡Son las seis, ya vamos a cerrar Chapultepec!”.
“Juan Icaro G.” es una desconcertante historia en la que el protagonista abre la puerta de un ropero para luego verse caer de su departamento hacia la calle, desde quiรฉn sabe quรฉ piso. La historia comienza con un pรกrrafo escrito, se desarrolla en siete paneles y termina otra vez en un pรกrrafo, un triste pรกrrafo que remata de la siguiente manera: “Sus รบltimas palabras, casi inaudibles para todos, fueron opacadas por el ruido de un camiรณn”.
Porque mucho del trabajo de Ahumada transmite tristeza, nostalgia, blues, de ese blues que sabe a humo de autobรบs, cerveza banquetera y sangre de una lengua recientemente mordida. En el nรบmero 27 de La Garrapata –30 de julio de 1980– se celebra el primer aรฑo de publicaciรณn de la revista. Los colaboradores contribuyen escribiendo una breve autobiografรญa, momento de encumbramiento del ego que la mayorรญa aprovecha para hacer autoescarnio, ensalzarse un poco o ambas cosas.
Ahumada parafraseaba a Javier Solรญs –el primer dark mexicano, que le decรญan– y se describรญa asรญ: “En un lugar del D.F. cuyo nombre no quiero acordar, comienza una historia muy triste de recordar. Empezรณ a penar por este mundo el 27 de enero de 1956 a las 17 hrs. 26 min. 32 seg. Su primera caricatura la hizo en los paรฑales, pero para coraje de toda la humanidad no fue publicada; debido a este incidente se pasa la vida muriendo y entre lรกgrimas sufriendo el pasaje mรกs horrendo de este drama sin final, lo cual le deja poco tiempo libre, el cual utiliza para dibujar”.
Lo mejor de esos dibujos estรก en El cara de memorรกndum y otras historias (Editorial Resistencia, 2012), en el mรญtico dibujo “La Patrona” publicado originalmente en el nรบmero 4 de la revista La Pusmoderna y en sus historietas La vida en el abismo, publicadas en el suplemento Histerietas del diario La Jornada. Eran, como rezaba el slogan de alguna revista de cรณmics mexicanos, materiales para resistir la realidad.
Blumpi, es ilustrador, dibujante de cรณmics y periodista cultural freelance. Es el primer mexicano en entrevistar al dibujante underground Robert Crumb.