Licencia para insultar

El estado del insulto en nuestro paรญs.ย 
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La magnitud de la crisis de Mรฉxico es tal que hasta el arte de insultar se halla en decadencia. Uno de los recursos mรกs ricos de la imaginaciรณn, y uno de los usos mรกs creativos del lenguaje, subordina su poderรญo a las cinco notas de la monรณtona mentada de madre, ese coro multitudinario de claxons con que los mexicanos se dan los buenos dรญas.

Respeto en conciencia el recurso del insulto, aunque deploro el triste empleo que se le da en estos dรญas. Insultar ha dejado de ser una excepcionalidad del temperamento y se ha convertido en un hรกbito vacรญo de sentido, ruidos huraรฑos, hediondos de bilis, sin chiste y sin ingenio.

La conmovedora escena de “las ladies de Polanco” que divulgรณ Youtube –grabado por un espectador que representaba a la atรณnita Patria–, al mostrar a dos selectas damas escrupulosamente dedicadas a insultar a un petrificado policรญa, mostrรณ no sรณlo el peculiar comercio entre el pueblo y las autoridades en Mรฉxico, sino tambiรฉn la triste cacofonรญa en que ha terminado la expresion verbal de la iracundia. Una retahila de mentadas proferidas –hay que reconocerlo— con energรฉtica enjundia.

El insulto que conmoviรณ a Mรฉxico, sin embargo, no fue el predecible, percutiente imperativo que ordena a la vรญctima proceder ipso facto a cometer incesto con su mamita –mรกs conocida como la “chingada madre”, es decir: la inerme violada y violable–, ni que tal mandato viniese de una dama que se mostrรณ, asรญ, escasamente solidaria con otra de su gรฉnero (o sea la progenitora del policรญa), sino otro insulto que alzรณ la cabeza enmedio de la retahรญla y que tiene muy distinto carรกcter: “asalariado de mierda”.

¡Quรฉ curioso insulto! Es el tรญpico insulto hara-kiri, autoincriminatorio, que logrรณ convertirse en un exacto autorretrato de la profiriente: una selecta dama a tal grado pagada de sรญ que presume de no recibir paga alguna: la reina de un paรญs que sรณlo existe en su –dicho sea con perdรณn— vociferante hocico, un paรญs de caninos, lengua y baba. Y, sobre todo, es un insulto con una notoria carga de clasismo, un clasismo espectorado con la vulgaridad de una dama que –seguramente sin percatarse de ello— ponรญa en evidencia sus รญntimas sospechas sobre su propia licitud social. Un insulto, en ese sentido, muy mexicano, de esos que reconocen las incertidumbres de nuestra nacionalidad acomplejada.

Me parece un deber impostergable, en estos dรญas en que insultar es la norma, reivindicarlo como arte y restituirle dignidad. Habrรญa que hacer obligatoria la lectura del monรณlogo sobre el arte de insultar que profiere Cyrano de Bergerac, el personaje de Rostand, cuando algรบn baboso “gentleman de Polanco” lo trata de “narizรณn”. Los niรฑitos de Mรฉxico, los conductores, los replicantes de blogs y periรณdicos renovarรญan sus arsenales y le restituirรญan al ingenio la capacidad de zaherir con eficacia.

Y felizmente aรบn a los polรญticos, pues esta semana nuestros diputados optaron por no dar trรกmite a una iniciativa de una ley (presentada por el priista Arturo Zamora) que castigarรญa con hasta 200 salarios mรญnimos y hasta seis aรฑos de cรกrcel a quien injuriase candidatos, partidos y polรญticos en general. No, todo indica que nuestros millonarios, laboriosos diputados no tendrรญan mejor cosa que hacer.

El diputado Zamora escuchando un insulto

En fin, aliviado de que ese proyecto de ley no consiguiรณ averiar mi libertad de decir y escribir lo que me venga en gana (que, ingenuo de mรญ, pensรฉ garantizado por la constituciรณn), celebrarรฉ asestรกndole algunos insultos “a su buena fama”. Son insultos bien merecidos, a fe mรญa, por su probada ineptitud, su lamentable boato, su impericia general,  su vocaciรณn dispendiosa, su vanidad patรฉtica, su voracidad insaciable y lo que se vaya sumando.  

Creo, seรฑores legisladores y seรฑores partidos polรญticos y seรฑores polรญticos en general que –en la enorme mayorรญa de los casos— son ustedes monstruos de naturaleza, depositarios de mentiras, almarios de embustes, silos de bellaquerรญa, enemigos del decoro, hartos de ajos, echacuervos y corazones de mantequilla.

Sรญ, son algunos de los insultos que don Quijote dirige al pobre Sancho.

La diferencia, desde luego, es que el Caballero de la Triste Figura nunca fue una “lady de Polanco” ni nunca, el buen escudero, un “asalariado de mierda”…  

 

(Publicado previamente en El Universal)

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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