En el Metro, como en todo espacio público, se hacen presentes distintas relaciones jurídicas. Sus estaciones, andenes y vagones son los escenarios en los que se manifiestan estas relaciones y sus usuarios -sabiéndolo o no- son sujetos y agentes de Derecho.
Una de manifestaciones más claras de las relaciones jurídicas es el contraste entre las normas positivas (las leyes y reglamentos) y las normas sociales (los usos, costumbres, hábitos sociales) que nos presenta el Metro como sistema de trasporte. El Metro es un espacio público regulado. Por un lado existen reglamentos que, en papel, dan obligaciones a usuarios y autoridades (y que no son respetados) y por el otro, existen usos y costumbres que efectivamente rigen los comportamientos de las personas que viajan en el Metro. El ejemplo más claro es el comercio ambulante. Existe una prohibición y una pena de cárcel al comercio ambulante en estaciones y paraderos, pero cualquiera que haya hecho un solo viaje en el Metro puede comprobar que esa prohibición es letra muerta. Pero ¿cualquiera puede vender algo en el Metro, en sus estaciones o en los andenes? La respuesta es no. En el Metro existen una serie de regulaciones que provienen de fuentes desconocidas pero reales que dictan quién, qué y cómo lo vende. Aquí no se aplica el Derecho, sino la ley de los paraderos, la de los andenes y el derecho del vagón, que ha sido creado por quienes viven en ese espacio social ante la omisión o permisividad de las autoridades. El usuario común del Metro entiende más de estas normas sociales que de las normas positivas que regulan el espacio colectivo del transporte.
Este contraste entre las normas jurídicas y las normas sociales es común en todas las estaciones del Metro pero es en las estaciones de la línea 3 en donde la ironía resalta. En este espacio de usos y costumbres underground, las estaciones hacen referencia a diversos símbolos jurídicos y sus vías llevan a instituciones que materializan las normas escritas.
Van algunos ejemplos dirección Indios Verdes-Universidad:
Como el artículo 2 constitucional, la línea 3 tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, como Tlatelolco, Coyoacán y Copilco. Sumen a este orgulloso multiculturalismo los monumentos de Indios Verdes y La Raza.
Esta línea atraviesa algunos momentos importantes del constitucionalismo mexicano. Guerrero, Hidalgo y Juárez, fueron protagonistas y aparecen como firmantes de los documentos fundamentales del país. El primero, preparó la Independencia con el Plan de Iguala; el segundo -mediante un bando- liberó de la esclavitud a los indios, y el tercero es el representante más importante del liberalismo mexicano presente en la Constitución. La División del Norte del General Villa junto con Zapata y el Ejército Libertador del Sur lucharon –decían mis maestros de historia- por los principios de justicia social que el constitucionalismo mexicano pregona. En esta línea, Balderas se coló entre los grandes.
En Deportivo 18 de marzo, estación de espíritu cardenista y laico, es donde trabajadores sindicalizados de acuerdo con el 123 constitucional ejercen el derecho a la cultura física y a la práctica del deporte. También en esa estación, antes Basílica, los fieles guadalupanos se acercan para ejercer su culto. Y si ni la Virgen ni los santos son su devoción, en La Raza el usuario puede encontrar otras opciones religiosas porque así lo permite el artículo 24 constitucional.
En Niños Héroes, baja quien busca justicia. Ha de caminar unas calles para poder encontrar los tribunales. Ahí de manera pronta, completa, imparcial y gratuita (de acuerdo con lo que marca el 17 constitucional) habrá de impartirse justicia. En Centro Médico y Hospital General, idealmente, uno podría exigir el derecho a la salud (artículo 4to constitucional).
Recientemente este andar de los sujetos de derechos y las instituciones públicas en la línea 3 se amplió. Ahora Etiopía no solo es una glorieta sino el símbolo de la transparencia. Quienes combaten el secreto público-gubernamental (y los que cobran en el InfoDF) bajan en dicha estación para llegar a sus oficinas y fortalecer el artículo sexto de la Constitución.
Por otro lado, quienes quieran denunciar la violación de estos u otros derechos deberán viajar hasta la estación Viveros/Derechos Humanos en donde encontrarán la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, que de acuerdo con el artículo 102 constitucional recibirá su queja y emitirá una recomendación sobre su caso.
Por último, llegando a la estación terminal Universidad bajarán los estudiantes que logran ejercer, como señala el artículo número tres de la Carta Magna, el derecho a la educación pública y gratuita que debe otorgar el Estado.
Potrero, Eugenia y Miguel Ángel de Quevedo nada dicen del Derecho y sus manifestaciones. Está bien. Afortunadamente, en la línea 3 como en la vida cotidiana hay espacios no juridificados.
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En pleno centro de la ciudad de México se puede tener un encuentro con la cultura azteca dentro de una zona arqueológica que permite admirar los restos de lo que fue el Templo Mayor, sitio donde se han encontrado algunas de las piezas escultóricas más significativas de los aztecas, como las representaciones en piedra de los dioses Coyolxauqui, Tlaltecuhtli y la famosa Piedra del Sol (Metro Zócalo, línea 2). Otro lugar que alberga importantes vestigios arqueológicos es la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco (Metro Tlatelolco, línea 3). Aquí se aprecian las diferentes épocas de la historia de México: la precolombina, la colonial y la moderna.
Profesor de Derecho en la Universidad del Claustro de Sor Juana.