HabrĂĄ quien todavĂa se sorprenda de que hablar de fĂștbol permite hablar, en realidad, de todo, y esta Ă©poca mundialista ofrece varios ejemplos, de los que sĂłlo menciono el siguiente: la costumbre ¿reciente? de crear rivalidades literarias segĂșn los partidos del dĂa, algo que se puede ver con frecuencia en particular en Facebook y en Twitter.
Lo comĂșn, por lo visto, es que estas rivalidades sean parte de una estrategia de publicidad desesperada de varias revistas y publicaciones literarias con la intenciĂłn de mantener, o perseguir, la atenciĂłn de sus fieles seguidores, que cuando no hay Copa Mundial piensan Ășnica y exclusivamente en libros. Si el partido es, por ejemplo, Uruguay contra Italia, lo que uno puede ver son frases y preguntas del tipo:
@SuplementoCultural: ¡Hola! CuĂ©ntanos: ¿quĂ© escritores uruguayos o italianos te gustan?
O:
@EditorialMultinacional: ¡Saludos, lectores futboleros! ¿Conocen a los escritores italianos de nuestro catĂĄlogo?
O:
@RevistaContracultural: ¿FĂștbol? ¿Ganas de apostar? ¿Juan Carlos Onetti o Leonardo Sciascia?
En general, este tipo de cuentas eluden juicios de valor y esconden opiniones tras una actitud que mezcla lo asĂ©ptico, lo culto y lo simpĂĄtico para evitar polĂ©micas y, sobre todo, para vender. Son como las personas que sonrĂen y cambian de tema cada vez que uno expresa desacuerdos, siempre y cuando el otro tema tambiĂ©n forme parte de su catĂĄlogo.
Sin embargo, esta costumbre tambiĂ©n se da a nivel individual, cuando lo que se vende no es un producto sino un personaje o una visiĂłn del mundo –que usualmente quiere imponerse. De entre todos los tuits que he visto al respecto, recuerdo uno de quiĂ©n sabe quiĂ©n, el dĂa del partido MĂ©xico-Brasil, que decĂa mĂĄs o menos lo siguiente:
@Tuiteroculto: Ellos tienen a Paulo Coelho, nosotros tenemos a Rulfo. Ganamos en lo mĂĄs importante.
Obviando la ingenuidad de considerar la literatura como “lo mĂĄs importante”, y el hecho de que cualquier necesita inventarse una historia para sobrellevar la tragedia que se avecina, ¿quĂ© tienen que ver Juan Rulfo y Paulo Coelho con la Copa del Mundo?, ¿en quĂ© compiten exactamente? TambiĂ©n llama la atenciĂłn la arbitrariedad del ejemplo: ¿por quĂ© no, por decir lo que sea, Clarice Lispector, o Jorge Amado o Rubem Fonseca?
De aquĂ al domingo, los lectores interesados en demostrar su cultura tendrĂĄn que apresurarse en sus lecturas holandesas, para ver contra quiĂ©n ponen competir, por decir lo que sea, a Arnon GrĂŒnberg y a Cees Nooteboom, porque parece que de eso se trata el mundial: de hablar de libros y escritores para hablar de fĂștbol para hablar, finalmente, de uno mismo o de la marca que uno representa.
Supongo que hay gente asĂ, que en lugar de decir “Brasil” dice que el mundial de este año es en “la tierra de GuimarĂŁes Rosa”. La afectaciĂłn en el discurso y la saturaciĂłn de referencias literarias es algo que cierta comunidad letrada todavĂa no deja ir, ignorando que la manera actual de hablar de literatura, de ser “literario”, estĂĄ mĂĄs cercana al marketing y al discurso publicitario.
Esta manera de hablar de literatura entiende la autorreferencia como lĂmite de la recepciĂłn, de la interpretaciĂłn y, en Ășltima instancia, del significado:
–¿QuĂ© tal la Ășltima novela de Piglia?
–Es un cruce de novela de campus y de detectives: una mezcla entre Paul Auster y Tom Wolfe, aunque tambiĂ©n tiene un poco de Saul Bellow, Philip Roth y, como siempre, de Borges; o sea, de Arlt.
Mientras tanto, mañana juegan Argentina y Nigeria, y seguramente habrå aficionados que se esfuercen por ponerle a Borges un contendiente a su nivel.
Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.