Sor Juana está lejos de ser historia

¿Cómo se escribe y debate sobre sor Juana fuera y dentro de México? 
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Me entero, tarde, que el canal 11 ha hecho una miniserie de la vida de Sor Juana Inés de la Cruz. Muy tarde, también, me entero que en 2014 el Fondo Editorial del Estado de México publicó el libro Sor Filotea y Sor Juana. Cartas del obispo de Puebla a sor Juana Inés de la Cruz, editado por Alejandro Soriano Vallés, que se puede descargar legalmente aquí.

De manera menos extemporánea he seguido la aparición de otros libros bastante más recientes:

1. Sor Juana Inés de la Cruz o la búsqueda de identidad de Antonio Cortijo Ocaña

2. Cartas de Lysi. La mecenas de sor Juana Inés de la Cruz en correspondencia inédita, editado por Hortensia Calvo y Beatriz Colombi.

3. Sor Juana Inés de la Cruz and the Gender Politics of Knowledge in Colonial Mexico de Stephanie Kirk.

4. Además de estos libros, hay también un capítulo sobre sor Juana escrito por Catherine Boyle en la historia de la literatura mexicana que editaron Ignacio Sánchez Prado, José Ramón Ruisánchez Serra y Anna Nogar y que se acaba de publicar hace un mes

Aquí es posible proponer una hipótesis: que luego de treinta cuatro años de la publicación de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, ya nadie fuera de México se está peleando con Octavio Paz.

El libro de Soriano Vallès cierra un ciclo de polémicas, pleitos, quejas, burlas entre sorjuanistas dedicados a defender 1) que sor Juana abandonó la literatura por presiones eclesiásticas, o 2) que sor Juana abandonó la literatura por propia voluntad, o 3) que no abandonó nada pero que sí hubo presión eclesiástica, o 4) alguna otra combinación de las anteriores.

Para un resumen de estos desacuerdos están las 174 páginas de introducción y estudio preliminar con que se presentan las dos cartas del obispo de Puebla. Pero basta con leer las dos cartas –y así, de paso, uno se evita la virulencia de la academia sorjuanista en México– para descubrir que es posible una nueva interpretación de los años finales de la monja.

(La única desgracia de esta interpretación es que se le niega a sor Juana cualquier relación con el uso de la figura retórica de la ironía, pero de esto escribo la siguiente semana)

Con respecto a los otros libros, se trata de situar la producción textual de sor Juana en espacios, temporalidades o prácticas específicas: la tradición clásica (Cortijo Ocaña), la corte virreinal (Calvo y Colombi), la biblioteca y la producción de conocimiento en el México colonial (Kirk) y la vida conventual y la corte (Boyle).

Estas diferencias importantes con respecto a lo que se escribe y debate sobre sor Juana fuera y dentro del país tiene que ver, posiblemente, con el afectado lema de la serie televisiva: “Antes de ser historia, ella fue Juana Inés”. Es decir, que no es posible escribir o discutir sobre figuras tan estelares de lo que se considera historia literaria nacional sin, al mismo tiempo, suponer que uno está invirtiendo algún tipo de capital propio y, por lo tanto, escribiendo y rescribiendo la “propia” historia. Para decirlo de otra manera: me refiero a la manida idea de que la crítica literaria es de algún modo autobiográfica.

Por fortuna, Sor Juana está lejos de ser meramente historia. 

 

 

 

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Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.


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