Al parecer, la polémica que generan los premios de poesía en México ha ingresado con rotundo éxito en el escenario de la globalización. Esta vez le ha tocado al Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2009 (aclaro de antemano no haber participado en este certamen, no sea que algún maledicente me acuse de llevar agua a mi molino), el cual fue concedido hace unos días, por un jurado que conforman Kyra Galván, José Vicente Anaya y Mario Bojórquez, a la poeta Claudia Posadas. Poco después de publicado el fallo, recibí una carta abierta a la comunidad literaria latinoamericana firmada por el poeta colombiano Joaquín Gaviria, quien ha decidido protestar la resolución del concurso. Mostrando datos que son del dominio público, el impugnador establece que al menos el 60% de la obra ganadora no es inédita, lo cual la descalificaría para optar por este galardón.
No fatigo al lector con información innecesaria: los datos clave de la polémica se han publicado aquí.
Estas líneas no pretenden juzgar a la autora triunfante (al contrario: la felicito). Me interesa, sí, poner énfasis en el poco peso específico que tiene nuestra vida institucional y el contrato social que rige las relaciones entre poetas en México. Esta polémica podría subsanarse fácilmente con cualquiera de los siguientes hechos:
1. La autora podría aclarar públicamente la cuestión. Si el libro con el que ha sido premiada no contiene los dos libros previamente publicados que menciona Gaviria, nada más fácil que declararlo a la opinión pública y listo: nadie tendría por qué reprochar su triunfo, y tal gesto contribuiría a adelgazar la trama de resentimiento que suele aflorar en este tipo de discusiones. Si, por el contrario, los dos libros publicados forman parte de la obra, la propia autora podría dejarlo en claro también, permitiendo así que se apliquen a cabalidad las bases del concurso. No se me ocurre una manera más sensata de desatar este nudo. Sin embargo, la carta de Gaviria (que fue hecha pública, creo, el 22 de octubre pasado, es decir hace cinco días) sigue aún sin la cortesía de una respuesta por parte de la ganadora.
2. La otra manera de resolver este desaguisado sería, obviamente, mediante la toma de una postura por parte de las instituciones convocantes; me refiero al CONECULTA-Chiapas. Me temo que no se logrará mucho por tal sendero (que es el institucional): como Gaviria aclara en su misiva, el acta de premiación ha sido retirada de la página web donde se supone que debería estar publicada y, de nuevo, prevalece el silencio en torno a este tema por parte del organismo responsable.
No me parece inane insistir en un dato simple: la carta que impugna el fallo no ha sido escrita por un poeta mexicano (de ahí la escasa circulación del affaire en nuestro medio). Dejar “morir” el tema, dejar que las cosas “se enfríen” (que es lo que parecen estar haciendo los responsables de esta cuestión), me parece de lo más denigrante: implica un bárbaro menosprecio a la comunidad literaria internacional por parte de nuestras instituciones. Es casi promover en el extranjero la idea de que no solo la política mexicana es corrupta: además, no nos importa que ello afecte a ciudadanos extranjeros. Qué malos ejemplos tomamos de los Estados Unidos.
– Julián Herbert