I
Una botella, un vaso,
las gafas, como en un
abandono en el polvo, bajo la tarde que ya
muere,
el borde silencioso de la sombra abatida,
la obra de lo secreto
que afluye, el lápiz que se eleva
sobre el papel borrado, y que la mano alisa con ternura,
ahora entran, aliados,
en lo próximo. El borde,
en su temblor,
es un comienzo. Pero lo que comienza,
un objeto en su límite, en su estancia,
es un reflejo, vivo,
de lo abierto.
Pintor, una celebración,
una llama en tu objeto,
ilumina, en el polvo,
lo indivisible.
II
Mira, es casi verano, el cielo tiene
claridad de aguafuerte, el cobre, fiel,
ha tocado la página, ha anudado las zarzas y los árboles.
Oh volumen de luz, casi igual que la sombra
invitadora,
pero ya masa pura,
oh arte de intersticios,
de alianza y de fijeza,
cuerpo de semejanzas contra el cielo desnudo,
la mano que ha podido tocar lo indivisible
por un momento se ha aquietado, ya no indaga
en el color del vaso, va, en silencio,
al exterior del mundo, en la consumación.
Oh cuerpo de una alianza,
materia que rehace la materia del mundo,
en tu pigmento se celebra lo abierto.
Entre dos muros, el espacio vacante
intercambia reflejos, claridades,
y el relámpago late en el seno del cielo.
Oh luz voluminosa,
me ha parecido ver un temblor en los muros,
un estremecimiento, como si,
voraz, la vibración de lo visible
llegara hasta la tela, quisiera arder con ella.
III
Pintor,
que en la proximidad fundas lo abierto,
que en el fulgor de un vaso ves
el reflejo del cielo que arde, el eco de una
alianza,
la semejanza que inaugura la forma
en medio de la luz en su expansión,
en tu mano está ahora
que esa paz de tu trazo,
temblorosa,
resbale hasta las cuencas de nuestros deseos,
y un vaso, una botella, bajo el polvo,
la masa pura de los intersticios
contra los muros de la tarde,
alumbren, como el cobre el dibujo, la esperanza
sobre el eje de luz de un objeto del mundo.
Que estas palabras lleven al tiempo una
clemencia,
que el sol de la materia se derrame sin término.
– Bolonia, 28 de mayo-Tegueste, 1 de septiembre de
2004
(Santa Brígida, Gran Canaria, 1952) es poeta y traductor. Ha publicado recientemente La sombra y la apariencia (Tusquets, 2010) y Cuaderno de las islas (Lumen, 2011).