Lo mejor del IVA

Se arguye, con razón, que el IVA parejo es más fácil de administrar. Lo que no es razonable es perjudicar a los pobres para que el gobierno saque más dinero cómodamente
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Cobrar el IVA en los alimentos tendría ventajas para el gobierno, para algunas empresas y la oposición. Para el gobierno, porque no hay manera más cómoda de sacar dinero. Para las empresas que venden alimentos (y no pueden trasladar al consumidor el IVA que les cargan sus proveedores), porque simplifica su administración. Para la oposición, porque el abucheo sería para el PRI, que hasta hace poco entronizaba el principio de no permitir el IVA a los alimentos y medicinas.

Naturalmente, el nuevo PRI no dice que cobrarlo es muy cómodo y lucrativo. Demagógicamente, dice que "Por justicia social, debe aplicarse IVA a medicinas y alimentos", porque "los subsidios generalizados benefician siete veces más a los estratos de mayores ingresos que a los de menores" (declaraciones de Jorge Chávez Presa, delegado a la Asamblea del PRI que derogó el principio, La Jornada, 3 de marzo 2013).

Esta demagogia usa argumentos de apariencia técnica que confunden el valor absoluto de la recaudación con el relativo a los ingresos. No hay duda de que el gobierno recaudaría más IVA de los ricos que de los pobres, por una simple razón: que se trata de un impuesto al consumo y los ricos consumen más. Pero esa comparación está hecha desde la perspectiva del recaudador, no del contribuyente. Desde el punto de vista del contribuyente, es falso que los pobres resultarían menos perjudicados que los ricos. Los más perjudicados serían los pobres.

La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010 confirma lo que se sabe desde el siglo XIX, cuando Ernst Engel (no Engels) estableció que la composición del gasto familiar varía en función del nivel de ingresos. En particular, que a los pobres se les va gran parte del ingreso en alimentarse, proporción que disminuye entre las familias que tienen mayores ingresos y pueden gastar en muchas otras cosas. De los 29 millones de hogares censados en 2010, el decil inferior (los 2.9 millones que ganan menos) gasta la mitad de sus ingresos (49.9%) en alimentos, bebidas y tabaco, proporción que desciende a menos de la cuarta parte (22.9%) en el decil superior (los 2.9 millones que más ganan).

El 16% del IVA cargado al 49.9% de los ingresos representa el 8% de los ingresos más bajos, mientras que el 16% del 22.9% representa el 3.7% de los ingresos más altos. O sea que (en proporción a sus ingresos) los pobres pagarían más del doble que los ricos: 8% en vez de 3.7%.

Según la misma ENIGH 2010, el ingreso corriente total promedio mensual por hogar fue de $39,476 en el extremo alto y de $2,062 en el extremo bajo (19 veces menos). O sea que el gobierno recaudaría la no pequeña cantidad de $165 mensuales de los hogares pobres (8% de $2,062) y mucho más de los ricos: $1,461 mensuales (3.7% de $39,476). De esta disparidad salen las cuentas tramposas. El gobierno recauda muchas veces más quitándole 3.7% a los ricos que 8% a los pobres, aunque perjudica más a los pobres que a los ricos.

Se arguye, con razón, que el IVA parejo es más fácil de administrar. Lo que no es razonable es perjudicar a los pobres para que el gobierno saque más dinero cómodamente. Igualmente absurdo es subir el precio de los alimentos 16% en el contexto de una Cruzada Nacional Contra el Hambre. Sin hablar del efecto inflacionario que el 16% tendría. En Europa, donde se inventó el IVA, hay un solo país (Dinamarca) que aplica el IVA parejo. Los otros aplican tarifas reducidas o nulas según el caso: alimentos, salud, educación, lectura (como puede verse en la tabla país por país: European Union value added tax de la Wikipedia).

Se habla también de cobrar el IVA en alimentos para aumentar la carga tributaria, considerada baja. Esto tiene varios asegunes, empezando por lo más elemental: Baja ¿para quién? ¿Los contribuyentes o los recaudadores? ¿Y para qué quieren aumentarla? ¿Para que aumente el despilfarro de los gobernadores? ¿Para hacerle más préstamos dudosos al sindicato petrolero?

En el Reino Unido, que tiene una carga tributaria del doble que México, según la OECD (Total tax revenue as percentage of GDP), los alimentos no pagan IVA. Esto quiere decir que hay muchas otras fuentes de recaudación, aunque no sean tan cómodas.

Una fuente incómoda de recaudación, pero de gran potencial (y deseable por muchas otras razones) es el contrabando. Las aduanas están a cargo de la Secretaría de Hacienda (y ahí está lo incómodo). Sin embargo, entran al país toda clase de productos, ya no se diga armas y drogas, sin pagar impuestos. El contrabando no paga aranceles, IVA, ISR, IETU ni los otros impuestos y derechos, excepto uno: la mordida. A su vez, la mordida no paga IVA ni los demás impuestos. Si el contrabando pagara impuestos o las autoridades que los cobran para su bolsillo dieran recibos foliados acumulables a su declaración de ingresos, no haría falta el IVA en los alimentos.

Cuando se introdujo el IVA en Japón, parejo pero limitado al 3% (prudentemente), cayó el gobierno. Años después, cuando el disgusto parecía olvidado y (prudentemente) se elevó el IVA al 5%, cayó otra vez el gobierno. Desde entonces (prudentemente) no lo han vuelto a subir.

Lo mejor del IVA a los alimentos serían las consecuencias políticas: caería la máscara demagógica del nuevo PRI.

(Reforma, 28 abril, 2013)

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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