En las últimas semanas la prensa nacional ha recogido una gran cantidad de opiniones suscitadas a raíz de una conferencia dictada en Londres por Jim O’Neill de Goldman Sachs -quien acuñó en 2001 el término BRIC, acrónimo de Brasil, Rusia, India y China – en la que augura que para el 2020 México podría ser la séptima economía del planeta y representar el 7.8% del PIB mundial.
En 2001, en Building Better Global Economic BRICs, Jim O’Neill vaticinó que durante los siguientes 10 años el peso de los BRIC, especialmente China, en el PIB mundial crecería y obligaría al mundo a replantearse rutas de acción en materia de política fiscal y monetaria. Adicionalmente, en línea con estas perspectivas, se esperaba que los foros mundiales se reorganizaran -en particular el G-7- para incluir a los representantes del bloque de los BRIC.
A 10 años de haberse acuñado el término BRIC, Philip Stephens publicó una crítica en contra de la falsa promesa de los BRIC. Stephens señala que la anunciada redistribución del poder mundial no se presentó, entre otras cosas, por las profundas diferencias políticas existentes entre los cuatro países y a que el aumento de poder económico no se encuentra reflejado en el peso político que estas naciones tienen. Adicionalmente critica que el acrónimo margina a países con un gran potencial como Indonesia, México o Argentina y Vietnam, quienes a ojos de los expertos pudieran tener un alto potencial. Por otro lado, Stefan Wagstyl, también editorialista del Financial Times pide paciencia, argumentando que la influencia de los grandes bloques económicos no surge de inmediato sino que debe madurar.
Más allá de si los BRIC serán o no las superpotencias que generen equilibrio político -vía los contrapesos económicos que han creado- en el mundo, no se debe perder de vista que quien logra establecer un término como este, logra una ventaja al momento de comercializar productos financieros que incluyen activos de dichos países. Esto, por supuesto, lo ha hecho maravillosamente Goldman Sachs. Con la experiencia de los BRIC como ejemplo, una gran cantidad de corredurías han intentado establecer sus propios términos, como se señala en The 10% + Club: “HSBC acuñó la frase de CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica), Fidelity el de MINT’s (México, Indonesia, Nigeria y Turquía), Citi ha acuñado el de 3G (Global Growth Generators) yGoldman Sachs se reinventa con el N11 (The next eleven)
En el artículo de Global Finance se dieron a la tarea de entrevistar a quienes han creado estos términos y se perfilaron cinco criterios con base en los cuales se especula sobre el éxito económico de los países:
- Ignorar el ciclo: No importan los resultados inmediatos, si la economía está creciendo mucho, poco o está estancada esto es a largo plazo.
- Considerar la estabilidad sociopolítica: Lo que se traduce en estabilidad monetaria, derechos políticos, grado de aceptación de la democracia, estado de derecho y tamaño del estado, capital humano (educación, salud, tasa de fecundidad y el nivel ingreso per cápita inicial).
- Influencia demográfica: Balance entre población en edad trabajar y aquella que no lo está.
- Recursos, infraestructura y política: Aunque la abundancia de recursos naturales ayuda, no es determinante. Sin embargo, contar con infraestructura y liderazgo político es indispensable para impulsar el desarrollo.
- Tamaño del país: Tanto en dimensiones fronterizas, población, recursos y peso político específico.
En varios de los listados aparece nuestro país, pero (resistan) no echamos las campanas al vuelo, porque tal y como advierte Moíses Naim en El País: la última vez que íbamos a ser súper potencia mundial, el hybris – la locura contagiada por los dioses – se encargo de impedírnoslo.
es asesor financiero, Gerente de la Practica Financiera de Visionaria.