Mares de plástico

Si seguimos consumiendo plástico al ritmo que lo hacemos, para el 2050, pesará más el plástico que los peces en el océano.
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Cierre los ojos, si es tan amable. Imagine un camión de basura, por qué no, con algo de óxido carcomiéndole la pintura. El camión que le pido visualice está lleno de envases plásticos vacíos –recipientes de refresco, cajas de cds, garrafones, recipientes de poliestireno y todo el catálogo de polímeros que alguna vez contuvieron nuestras cosas. El camión avanza por una carretera. A lo lejos, mire, una playa. Ahí depositará, imagínelo, su carga entera en la arena. ¿Puede verlo? Espere un minuto. Vuelva a cerrar los ojos, si es tan amable. Ya viene de regreso el camión con otra carga.

Según un reporte publicado por el Foro Económico Mundial titulado la “Nueva economía del plástico” esta operación metafórica sucede ahora mismo: 8 millones de toneladas de plástico al año –un camión de basura cada minuto. Imágenes de este tipo –Estados Aztecas lleno de desechos, el territorio de Luxemburgo rebosantes de peces muertos, una torre de aquí a la Luna y de vuelta y demás– abundan en el discurso ecologista. Pasa el tiempo y cada vez crecen un poco más esas torres, cada vez se echa mano de un país algo más grande –Bélgica o Bolivia. En “Nueva economía del plástico” la imagen catastrófica es contundente: si la tendencias continúan sin cambio, para el 2050 habrá, por peso, más basura plástica que peces en los océanos del mundo.

De los males ecológicos, el de la basura plástica en los mares es un problema identificado y sobre el que no hay grandes dudas sobre su importancia –como sucede con el cambio climático, por ejemplo. Que esté bien identificado no lo hace más sencillo de encarar. Primero porque la fuente del problema no parece refrenable. Los plásticos resultan tan convenientes y ubicuos que es difícil considerar la cotidianidad sin ellos. El 50 por ciento de un avión está hecho de plástico, por ejemplo; los anaqueles del supermercado, las repisas de nuestras habitaciones, las instalaciones hospitalarias, los centros de trabajo: en todas abunda el plástico. 311 millones de toneladas de plástico se produjeron en 2014. Y para 2034, se espera que esa cantidad rebase las 600 millones de toneladas. Ante tal sobreabundancia, la solución ha sido el reuso y el reciclado. Desafortunadamente, los esfuerzos han sido magros y poco efectivos. El impulso innovador para descubrir nuevos materiales no ha sido equivalente en la urgencia para hallar métodos para aprovechar y administrar las inmensas cantidades de desechos plásticos que producimos. En Stemming the tide, un estudio de 2015 enfocado a investigar justo el problema del plástico que encharca los océanos descubrió que el 80 por ciento del plástico flotante viene de fuentes en tierra, es decir no surge como resultado de la pesca y actividades relacionadas al tránsito marítimo. Y de ese 80 por ciento, tres cuartas partes viene de desechos que no pasaron por ningún tipo de recolección o reuso.

Los científicos han identificado que la basura tiende a acumularse en cinco grandes parches en los mares del mundo. El más famoso de estos, el Gran Parche de Basura del Pacífico, aparece en el imaginario como una gran isla de basura flotando en entre Asia y América. Si bien es tan conveniente como aquellas otras imágenes comparativas –“¡una isla de basura del tamaño de…!” podría decirse– la realidad es que la mayor parte del plástico no flota en la superficie. Viaja a profundidades diversas y en su mayoría el tiempo y la intemperie lo han fragmentado tanto que abunda en partículas pequeñas. Según científicos lo que flota es apenas el uno por ciento; el otro noventa y nueve, está pulverizado, inalcanzable, esperando ser comido por los peces. Vimos a la tortuga con el popote atorado en la nariz; vimos a los pelícanos alimentándose de pvc; imaginemos ahora esas hojuelas de plástico, toneladas de ellas.

Los estudios proponen esfuerzos a distintos niveles: desde compromisos gubernamentales para implementar mejores prácticas en el manejo de desechos, hasta incentivos para el rediseño de empaques y la búsqueda de mejor manera de aprovechar y reutilizar los plásticos existentes. Los planes no señalan a una región únicamente: más de tres cuartas partes del plástico se produce en Estados Unidos y Europa, pero según las investigaciones el 80 por ciento del desecho cae al mar por Asia (China, Indonesia, Filipinas, Tailandia y Vietnam, los cinco más importantes). Sin embargo, los autores de Stemming the tide hablan de esfuerzos por equilibrar la cantidad de desechos plásticos tirados al mar y lograr que se nivelen; todos los esfuerzos propuestos hasta ahora están muy lejos de revertir el problema.

El panorama parece catastrófico –para el 2050, pesará más el plástico que los peces en el océano– así que cierre los ojos, por favor. Imagine una playa. Por la carretera vienen cuatro camiones de basura. ¿Los ve?

 

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(ciudad de México, 1980) es ensayista y traductor.


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