En tiempos recientes he leรญdo algunos formidables diarios de viaje por la India, como los de Aldous Huxley y el del joven Mircea Eliade. Ahora estoy en el de Joseph Campbell (1904-1987), Baksheesh & Brahman, escrito en 1954, que publicรณ la fundaciรณn Campbell y la New World Library. El libro, cuyo tรญtulo significa โLimosna y… brahmรกnโ (el misterio del que toda forma es manifestaciรณn, incluidas las divinidades), es un delicioso compendio de curiosidad inteligente y clara discusiรณn. Y no sรณlo por la abundancia de temas de arte y religiรณn comparada que va registrando durante los seis meses que dura su periplo, dignos del clรกsico que conocemos en espaรฑol sobre todo por su esencial libro El hรฉroe de las mil caras (1949), que publicรณ hace aรฑos el Fondo de Cultura. Prolijo en paisajes fastuosos, personajes memorables y reflexiรณn polรญtica o moral directa y sabia, el libro es fascinante.
Desde luego, la inevitable amargura ante el espectรกculo atroz de la miseria y el atraso es un tema ancilar pero reiterado: la continua agresiรณn que recibe por su calidad de โoccidentalโ y, peor todavรญa, estadounidense. Es una agresiรณn que proviene de casi todos los hindรบes ilustrados que encuentra durante su estancia y que se articula sobre una ecuaciรณn curiosa: la idea de que la abundancia de la pobreza estรก asociada a la abundancia de espiritualidad. A Campbell le parece que esto arraiga en una vanidad nacionalista que, como siempre, es sรณlo un mecanismo compensatorio que opera en contraste con lo forรกneo. Pero le inquieta que la idea arraigue en nociones religiosas, como la que lleva frecuentemente a los intelectuales hindรบes a decir que โOccidente cree que hay progreso, cuando lo รบnico que hay es cambioโ. Debajo de esto, desde luego, existe un sentimiento antioccidental que prevalece en la polรญtica hindรบ de ese momento, que se expresa en un nacionalismo atizado por la independencia reciรฉn ganada, y que ha llevado a Nehru a coquetear con China y la URSS (lo que no le impide aprovechar la copiosa ayuda econรณmica estadounidense, mientras los maharajรกs construyen palacios).
Mรกs allรก de la circunstancia polรญtica, nos encontramos en el momento y el lugar en que podrรญa estar naciendo uno de los avatares modernos de la persistente cruzada antiilustraciรณn, esa fe sentimental que abomina del progreso como sinรณnimo de materialismo y su correlato supuestamente deshumanizado. La Madre India invitaba al nirvana por la ruta de la lepra.
La peticiรณn de principio, de vieja raigambre romรกntica, propone que la riqueza estรก reรฑida con el espรญritu. Esa singular ecuaciรณn continรบa vibrando aรบn en todo discurso altermundista y en algunas polรญticas de Estado: de los ecologistas a Marcos, o de los antiglobales y poveristas a Fidel Castro. El รฉxito de la propuesta es proporcional a la proliferaciรณn de mitos culturales adversos al progreso, tan comercializados en sus orรญgenes por gurรบes y Beatles millonetas. Campbell es un experto en mitografรญa arcaica, pero observar cรณmo se construye ante sus ojos un mito cultural lo desconcierta. La traducciรณn de la pobreza en orgullo espiritual (o ideolรณgico) lo desborda, y llega el momento en que se fastidia de recibir โyanqui cabeza de turcoโ esta moralina de pobreza militante ante el fastuoso espectรกculo de la podredumbre ambiente.
La situaciรณn es curiosa, sobre todo, porque no se trata de cualquier yanqui, sino de uno de los estudiosos mรกs serios de esa misma espiritualidad que le lanzan como argumento antiprogreso. Entiende que la diferencia de fondo, en esas espiritualidades, radica en la actitud humanista de Occidente y el trascendentalismo hindรบ; en la separaciรณn de los sexos y la discriminaciรณn de las mujeres, que impide una sana nociรณn de la complementariedad; en que la divisiรณn de las castas averรญa el sentido de la individualidad y erradica cualquier conato de conciencia cรญvica. โHasta donde me deja ver mi experiencia โescribe con fastidioโ, el espรญritu estรก en todas partes. No me parece que la forma hindรบ de espiritualidad resulte mรกs impresionante que la francesa, alemana o estadounidense. La gente es buena en todas partes. La gente es piadosa, cordial e inteligente en todas partes. Pero no en todas partes es tan pobre como en la India, y quienes tienen veneraciรณn por la pobreza corren el riesgo de creer que en sรญ misma es indicativa de la espiritualidad, y no una seรฑal de inoperancia social o tecnolรณgicaโ.
Cuenta Campbell que al llegar a la India se suele decir al visitante: โNo veas sรณlo la miseria: siente la espiritualidad que estรก detrรกs de ellaโ. Campbell responde, con razรณn, que al llegar a Estados Unidos no hay que ver sรณlo el metal cromado, sino la espiritualidad que esconde. La posterior hinduizaciรณn de valores occidentales parece mostrar que tenรญa razรณn. ~
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.