Navegando el arpa

El arpa es un sistema nervioso plano y vertical, red y trampa, pequeรฑa selva que atrapa sueรฑos y libera delirios, jaula llena de manos libres.
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Me fascina el arpa, de Mozart a los Beatles o (desde luego) en el segundo movimiento del Huapango. Quรฉ prodigio de instrumento, caja de lluvia con sus 47 notas-gotas, sus pedales de ferrari, con su facha de guitarra abanicada, de ola paralรญtica, de รกngel congelado. El arpa es un sistema nervioso plano y vertical, red y trampa, pequeรฑa selva que atrapa sueรฑos y libera delirios, jaula llena de manos libres. ¡Y su majestad sobre la orquesta, como una carabela fastuosa navegando sobre el mar de violas y violines, como si un piano de cola enloquecido se hubiera puesto de pie y quitado la ropa! 

Gracias a Mercedes Gรณmez Benet he vivido sumergido en el arpa las semanas recientes. Mercedes es una mujer bulliciosa y alegre, hermosa y sabia, artista honda. Quizรกs la ha visto usted, y escuchado, en la Filarmรณnica de la UNAM, de la que es titular; o en el Conservatorio, si estudia usted el arpa; o la conociรณ en casa de Sandra Pani y Mario Lavista, si tiene usted la dicha de su amistad. Pero si no la conoce, o quiere conocerla mรกs, visite por favor esta pรกgina.

Me ha enviado algunos de sus discos, como solista o de la mano con Janet Paulus, con quien forma hace diez aรฑos el dรบo Sondos. Son grabaciones exquisitas con un repertorio elรกstico, como la curiosidad de las arpistas. Por ejemplo “Almรญbar” (tรญtulo travieso que parodia el rol imaginario, dulzรณn, del instrumento) contiene preciosas transcripciones del acerbo porfiriano (como el “Vals poรฉtico” de Villanueva, o el “Vals capricho” de Ricardo Castro). O el magnรญfico “Arpeo”, de contemporรกneos latinoamericanos, donde Gerardo Tamez puede evocar sones jarochos o Mario Lavista trazar la minuciosa anatomรญa del silencio.

Cosa rara el arpa. El poeta irlandรฉs Thomas Moore elabora el viejo mito de la sirena que se enamora de un muchacho bรญpedo que, para su mal, no le corresponde. Nรกufraga de su propio amor, la sirena fenece de tristeza. Es entonces que el Cielo, conmovido, la transforma en arpa. Porque, bueno, es obvio que no es un instrumento musical: es la forma que las sirenas se vieron obligadas a adoptar para defenderse de la incredulidad general.

Fue esa una metamorfosis prรณdiga: el hermoso, contradictorio cuerpo de la ondina tomรณ la forma del marco curvilรญneo y su cabellera se convirtiรณ en las dulces cuerdas. De ahรญ, concluye Moore, que el arpa “junte el habla del amor con los tonos de la triste pena”, lo que recuerda a Petrarca para quien el arpa, sumariamente, suena a lรกgrimas.    

Esta identificaciรณn del arpa con la tristeza es complicada. La herencia mediterrรกnea lo explica un poco, pues el arpa se asocia con el linchamiento de Orfeo a manos de las mรฉnades atroces y con la tristeza de Afrodita que incluyรณ callar las arpas y suspender las bodas. Pero tambiรฉn se debe a la naturaleza misma de su sonido, dulce y solitario a la vez, con algo de infantil y somnolencia. Una “brisa intelectual plรกstica y vasta”, escribe Coleridge: “alma de cada uno y Dios de todos”. ¿Y a quรฉ obedecerรก la sensaciรณn de que el sonido del arpa –como la lluvia para Borges— sucede siempre en el pasado?

El dรญa 27 de este mes, a las seis de la tarde, Mercedes darรก un concierto en la sala Carlos Chรกvez del Centro Cultural Universitario de la UNAM. Se titula “Arpa sola y arpa con sonidos electroacรบsticos.” Tocarรก mรบsica de Gerhart Muench, nuestro querido Eugenio Toussaint y Juan Pablo Contreras entre otros. Acuda, y escuche a su alma.

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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