Venezuela está en víspera del sesenta castrista: Chávez busca un pretexto para romper con Estados Unidos, acabar con las grandes empresas privadas y la prensa libre (acusándola de complicidad) y declarar a Venezuela “socialista y bolivariana”, con el lema “hacia el comunismo en el siglo xxi”.
En Cuba, para romper con Estados Unidos, Castro dijo que las refinerías se negaban a refinar el petróleo venezolano, atentando contra la soberanía nacional. Después se descubrió que el petróleo era ruso, no venezolano y técnicamente imposible de refinar.
El pretexto actual de Chávez es Posada Carriles, preso en Estados Unidos, en el que una ley prohíbe la deportación a países no democráticos.
Chávez usa el petróleo como arma decisiva interna y externa, aconsejado por Castro. Siguiendo sus prácticas, negocia con compañías petroleras internacionales en ampliar su explotación y asegurar sus exportaciones a los mercados internacionales.
Chávez ya tiene el petróleo en sus manos. Con sus enormes recursos subsidia el hambre de los pobres de Venezuela, y subvenciona condicionándolos a la peligrosa alianza de los grupos indigenistas marginados por siglos a los poderosos narcotraficantes, los populistas del continente y los izquierdistas de Bolivia, Ecuador, Uruguay y Nicaragua. Paga gran parte de la deuda argentina con el Fondo Monetario Internacional, y cede a crédito que no se paga cincuenta y tres mil barriles de petróleo a Castro, cerca de mil millones de dólares anuales, y comparte con el Comandante, en cuentas particulares, treinta y dos mil barriles diarios de petróleo, por valor de unos quinientos millones de dólares anuales, que se venden en el mercado internacional.
Pero no todo es oro en estas maniobras: el petróleo venezolano es de baja calidad y por ahora lo refinan en Estados Unidos; hacerlo en otros lugares no será fácil y costaría más. La producción desciende, a causa de la incompetencia de los nuevos administradores chavistas que sustituyeron a los antiguos dirigentes y técnicos que dirigían la industria después de la pasada huelga. Chávez malgasta el petróleo y no lo usa para crear nuevas industrias y una agricultura que independice y haga progresar a Venezuela.
Chávez se está armando hasta los dientes. Barcos y armas que le suministra su socio europeo Rodríguez Zapatero; compra aviones mig 29 a los rusos, que manejarán los pilotos de Castro; crea una Milicia que contrarreste el peso del ejército; apoya a la guerrilla colombiana, y usa decenas de miles de cuadros de la seguridad y el ejército castrista colocados en puntos militares y políticos clave, además de ofrecer buenos servicios médicos con los quince mil médicos cubanos enviados por Castro, desmantelando la salubridad de la isla.
Castro, convencido de que su sucesor Raúl no tiene talla internacional, ha convertido a Chávez en su heredero. El pasado 10 de mayo, el retrato del coronel fue la bandera de todos los desfiles continentales.
Castro, para tomar el poder, se declaró heredero de Martí y de la revolución humanista y cristiana de “pan y libertad” y de “pan sin terror”, y a partir de 1961 se alió con la urss y convirtió a Cuba en territorio del mundo comunista.
Chávez se proclama heredero continental de Bolívar. Bolívar se inspiró en las ideas de la Revolución Francesa, pero en su Discurso de Roma rechazó el cesarismo de Napoleón Bonaparte, y al final de su gesta prefirió perder el poder antes que convertirse en el dictador de América.
Bolívar era un libertador, Chávez es un cuartelero populista que aspira a un poder total en el continente.
Castro fue subestimado dentro y fuera de Cuba.
Sería grave error subestimar a Chávez, que, dirigido por Castro, usando circunstancias favorables y errores de la oposición, consolida su poder.
Chávez no ha vencido todavía obstáculos que limitan su poder: el ejército, pese a las purgas, no está controlado totalmente. En días pasados, Chávez destituyó a veinte de sus generales más importantes, pero al otro día los repuso diciendo que había sido un error. Quiso organizar en toda Venezuela los “Comités de Defensa” castristas, pero la gente se opuso y el intento fracasó. Existe todavía una oposición golpeada, pero no vencida, que incluye sindicatos, universidades, estudiantes, clase media, prensa independiente, sectores económicos y la Iglesia Católica.
En reciente encuesta, el 70 por ciento de la población expresó su apoyo a Chávez, mientras el 70 por ciento se oponía a que Venezuela se convierta en una Cuba castrista.
Chávez, que se cree eternamente popular, puede además cometer el error de Pinochet en Chile, y de Ortega en Nicaragua, que perdieron elecciones que pensaron ganar.
Chávez ya se proclama el David venezolano de los pobres de América, en duelo con el poderoso Goliat yanqui, y es la bandera de los populistas y del antinorteamericanismo de la derecha y la izquierda de Europa y América.
Chávez está a la mitad del camino de su proyecto. Hoy es una amenaza a la democracia y a la paz continental. No sabemos si será su enterrador, si será su tumba o si sucumbirá en el intento. –
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