Noticias del Imperio (británico)

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Comencemos desde el principio. La crisis financiera se ha llevado por delante al llamado Estado de bienestar que, por mucho tiempo, fue uno de los grandes orgullos de Europa, y el Reino Unido es uno más de sus damnificados. El monumental déficit de su economía (uno de los más altos de Europa, solo superado por Irlanda y Grecia) ha orillado al nuevo gobierno de coalición, comandado por el conservador David Cameron, a emprender el recorte más duro tras la Segunda Guerra Mundial.

En campaña, David Cameron aludía a la creación de una “big society”. Ian Birrell, ex editor del diario The Independent y escritor de algunos de los discursos de Cameron, se encargó de explicar su significado. Esta “gran sociedad” nace del “reconocimiento de que nuestro Estado es demasiado grande, demasiado burocrático y demasiado distante de quienes necesitan la ayuda, y que disuade a los ciudadanos de jugar un papel más activo en la vida pública”.

Pero el asunto es que cuando llegó al poder en mayo pasado, Cameron advirtió que la economía británica era “aún peor” de lo que esperaba. Con su agresivo plan de recortes, anunciado en octubre, espera reducir el déficit del 12% actual a solamente un 3% en cinco años. Y esto implica un poco más que solo “apretarse el cinturón”.

El primer afectado fue el Ejército. El recorte significa directamente el despido de 17,000 militares y otros 25,000 empleados civiles. También implica la pérdida de una importante flota de aviones y del único portaviones que aún mantenía en funciones el gobierno británico. Un grupo de almirantes retirados alzó la voz para subrayar que tal recorte pondría en riesgo el poderío del otrora Imperio británico y que, más puntualmente, significaría “una invitación” a Argentina para recuperar las Malvinas.

Y esa es solo la punta del iceberg. Los recortes al gobierno implican la pérdida de más de medio millón de puestos de trabajo, la reducción de ayudas a los desempleados (que hasta ahora eran lo suficientemente generosas como para que generaciones enteras de británicos vivieran a costa del gobierno) y menos ayudas a las universidades. Esta última decisión fue la que lanzó a miles de estudiantes a las calles, en las mayores protestas en el Reino Unido desde el fin del thatcherismo.

Las protestas han causado decenas de detenidos y algunos disturbios. La última de ellas, ocurrida la semana pasada, causó 32 detenidos. Un lector de El País apunta que las quejas no responden a un recorte cualquiera. El plan de Cameron, explica, reduce en un 80% las ayudas del gobierno a los presupuestos de las universidades. Lo que en la práctica se traduce como una privatización de las instituciones, que se verían obligadas a elevar sus tasas a los estudiantes y devendría en cuotas similares a las que cobran las universidades estadounidenses.

Margaret Thatcher decía en los ochenta que “no existía algo llamado sociedad”. Para Cameron la palabra es clave, pero su política económica reinventa lo que los británicos llamaban “sociedad”. Su plan contempla elevar la edad de jubilación a los 66 años y la desaparición del child benefit, un subsidio creado en los cuarenta que perciben todas las madres británicas.

Hay una noticia que ha desentonado con el panorama sombrío que se cierne sobre Gran Bretaña. El príncipe Guillermo, tercero en la línea de sucesión del trono británico, anunció su compromiso con Kate Middleton este mes. La fotografía de los jóvenes copó las primeras páginas de los diarios británicos, pero llama la atención la que eligió The Guardian. Unas líneas debajo de la imagen, el titular reza “Cameron desaparece el personal ‘de vanidad’ de Downing Street”. Por más que haya sonrisas, no son tiempos para echar campanas al aire.

– Verónica Calderón

(Imagen tomada de aquí)

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(ciudad de México, 1979). Periodista. Encargada de información internacional en Tercera Emisión de W Radio y redactora de El País en Madrid.


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