En el mundo de las carpas se conoce como “patiño” al actor que sirve para que el cómico principal lo use como disparador, antagonista, cómplice o víctima de su ingenio. (Supongo que el nombre obedecerá a que alguien con ese apellido tuvo que entrar al quite durante alguna función.)
En el cine de México, los patiños son, no sin frecuencia, aún más geniales que quien ostenta el protagónico. Es el caso –a mi parecer— de Manuel Medel y Fannie Kaufman (a) “Vitola”. (Se impone recordar a Vitola cantando Sempre libera frente a su maestro de música, el músico Tin-Tán; y a Medel discutiendo con Cantinflas.
De otras latitudes, pero grotesco hasta el delirio, es Jimmy Finlayson –neurótico, furioso, histérico, hiperactivo, prepotente, pedante, alzado, trepador, malencarado, vanidoso, ricachón, cejalevantante, omnipotente, satisfecho, orgulloso, vanidoso, nepotista, poderoso, vengativo y altivo comicastro que opuso en decenas de filmes su patética fachada de pingo canalla a los rostros humanos de Laurel y Hardy…
¿Qué habrá sido de él? ¿Se habrá disuelto en una olla de celuloide? ¿Habrá reencarnado?
(Imagen tomada de aquí)