Pocos tรฉrminos mรกs equรญvocos que el de "Populismo". Hace unas semanas acudรญ a un Seminario en la Universidad de Princeton dedicado a dilucidar su historia y su naturaleza. Fue de sumo interรฉs. El proyecto invitaba a reflexionar: ¿contamos con una verdadera teorรญa del populismo? ¿Existen criterios claros para identificar lo que es y no es "populista"? Si los europeos y los estadounidenses (y los latinoamericanos) usamos de distinto modo el tรฉrmino "liberalismo", ¿no ocurre lo mismo con el "populismo"? ¿Puede escribirse una historia comparativa del populismo? ¿Quรฉ problemas irresueltos puede plantear la teorรญa del populismo a la teorรญa de la democracia?
El concepto fundamental puede rastrearse desde Grecia y Roma. Platรณn, Aristรณteles y Demรณstenes criticaron a los demagogos de su tiempo. Histรณricamente, el populismo ha tenido la camaleรณnica propiedad de identificarse con ideologรญas diversas y aรบn contrarias. Esta propiedad estรก prefigurada en sus dos genealogรญas: una elitista, otra popular. Los narodniki rusos eran intelectuales que abandonaron la ciudad para establecerse entre los campesinos, a quienes veรญan como personas mรกs puras; los "Populistas" estadounidenses eran campesinos conservadores que se organizaron local o regionalmente para influir en la arena federal. Pero todo populismo comparte un rasgo: postula una pugna histรณrica entre "los buenos" y "los malos". Los jacobinos -sus precursores- emprendieron la guerra contra los aristรณcratas y "รฉmigrรฉs"; los comunistas y fascistas contra la burguesรญa; los nazis contra los judรญos y los bolcheviques. Para John McCormick, especialista mundial en el tema, los mayores populistas fueron los grandes teรณricos del nazismo y el bolchevismo que dividรญan el mundo entre amigos y enemigos: Carl Schmitt y Lenin.
En la Europa actual, el populismo xenรณfobo ha proliferado debido a la migraciรณn masiva, sobre todo musulmana. Sus seguidores son mayoritariamente varones inseguros por las amenazas de la globalizaciรณn cultural (inmigraciรณn), econรณmica (desempleo) o polรญtica (integraciรณn). Ejemplos de partidos populistas de derecha radical: el Frente Nacional francรฉs de Jean-Marie Le Pen, el Partido de la Libertad en Austria del pro nazi Jรถrg Haider, y el Block flamenco en Bรฉlgica. Pero ahora existen populismos neoliberales (como el de List Pim Fortuyn en Holanda, y Forza Italia, de Berlusconi), y aรบn populismos de izquierda, cuyo mensaje no se presenta ya como la bandera del proletariado sino como "la voz del pueblo" (el Partido Alemรกn de Democracia Socialista, el Partido Socialista Escocรฉs o el Partido Socialista Holandรฉs).
Tras la caรญda del comunismo, en Europa del Este algunos partidos se congregaron en torno a lรญderes fuertes. Hoy el populismo tiene un espectro ideolรณgico amplio: puede fluctuar entre la derecha radical (como Jobbik en Hungrรญa) hasta un populismo de centro en la Repรบblica Checa u otro de izquierda en Eslovaquia.
Segรบn los politรณlogos estadounidenses, en su paรญs la derecha monopolizรณ durante mucho tiempo el discurso populista, pero ahora ha aparecido tambiรฉn en la izquierda. Dos fenรณmenos de nuestro tiempo admiten el nombre de populistas: el Tea Party y Occupy Wall Street. Ambos hablan en nombre de "la gente": "el hombre trabajador", "el hombre olvidado", "la silenciosa mayorรญa", "el 99%". Desde la izquierda, los movimientos populistas procuran construir instituciones cooperativas para que una autoridad popular gobierne la vida econรณmica y polรญtica (por ejemplo, el experimento de Occupy Wall Street). Pero tambiรฉn la derecha cree defender al pueblo apelando al individualismo mรกs radical: el Tea Party ha criticado a Obama por ser "no americano", "elitista" y "socialista". La obvia paradoja es que, aunque los seguidores del Tea Party se declaran parte de un movimiento popular, casi todos son Republicanos, el partido tradicional de las รฉlites.
En el รกmbito latinoamericano, sigo creyendo que lo caracterรญstico del populismo es la figura del lรญder que, al margen de la ideologรญa, desde la derecha o la izquierda (Perรณn o Chรกvez) establece una conexiรณn directa con el pueblo por encima de las instituciones y las leyes. El populista es una caudillo con rollo y micrรณfono. Pero la opiniรณn de los otros ponentes introdujo matices. Diego von Vacano, por ejemplo, sostuvo que el gobierno de Evo Morales no es estrictamente populista porque sus acciones, si bien dividen a la sociedad, no son producto de una manipulaciรณn sino que parten de la raรญz social y รฉtnica de Bolivia. Por su parte, Cristรณbal Rovira concediรณ que el populismo afecta a la democracia porque le resta "capacidad contestataria" (es decir, control sobre las instituciones del Estado y la crรญtica del ejercicio del poder) pero de igual modo afirma que el populismo alienta la "capacidad participativa". El rรฉgimen de Chรกvez en Venezuela tendrรญa ese rasgo en su haber: propiciar la acciรณn polรญtica de grandes contingentes que vivรญan al margen de la vida pรบblica. A fin de cuentas, el balance es -a mi juicio- negativo: con su intolerancia maniquea, el populismo vulnera la convivencia democrรกtica y dificulta la posibilidad misma de un debate civilizado.
Parece imposible trazar una teorรญa universal del populismo. Su carรกcter camaleรณnico vuelve triviales las equiparaciones ideolรณgicas. Como explicรณ el holandรฉs Cas Mudde, es preferible acotar la historia comparativa de los populismos a cada regiรณn. Conviene trazar los orรญgenes de concepto "pueblo" en cada cultura polรญtica y ver cรณmo se articulan con el respectivo Prรญncipe y sus avatares. Pero acaso lo mรกs interesante es examinar hasta quรฉ punto el populismo (sus planteamientos y prรกcticas) puede apuntar hacia problemas sobre los que la democracia liberal no ha pensado de manera suficiente. Despuรฉs de todo, la fortaleza mayor de la democracia liberal es su fe en la crรญtica.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.