Podemos y la religiĆ³n

La apelaciĆ³n al pueblo y la patria de Podemos es contraria a los valores de izquierda y solo puede defenderse con fe religiosa.
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La campaƱa de Unidos Podemos ha sido religiosa. La uniĆ³n de Podemos con Izquierda Unida es la uniĆ³n de la patria y el pueblo: los primeros siempre apelaron a la patria, los segundos al pueblo. Gramsci siempre envidiaba el concepto alemĆ”n volk, o su equivalente ruso narod, porque significa pueblo y naciĆ³n a la vez. Por eso acuĆ±Ć³ el tĆ©rmino “nacional-popular”, que ahora recupera Unidos Podemos. Son dos conceptos inexplicables, en esencia antipluralistas y con un toque religioso. La intenciĆ³n es transversal y catch all, pero en realidad es muy divisiva.

Como escribe el filĆ³sofo Juan JosĆ© Sebreli en El asedio a la modernidad, la apelaciĆ³n al pueblo nace de una contradicciĆ³n: “proclamaba la unidad indisoluble, compacta, homogĆ©nea, pĆ©trea del pueblo, pero el pueblo solo podĆ­a afirmarse en una sociedad realmente dividida. La identidad absoluta se lograba por contraposiciĆ³n al otro, al enemigo”. Aunque los lĆ­deres de Podemos defienden que su uso de la patria va en sentido contrario al de partidos de ultraderecha como el Frente Nacional, el concepto es en esencia polarizador: si hay solo un partido que se considera representante del pueblo, los demĆ”s partidos no forman parte del pueblo. El tĆ©rmino mĆ”s transversal es en realidad el mĆ”s divisivo. 

Este organicismo se asemeja al de las religiones monoteĆ­stas. En Violencia y monoteĆ­smo, el egiptĆ³logo alemĆ”n Jan Assmann explica que el politeĆ­smo permitĆ­a una “traducciĆ³n mutua” entre distintas religiones, era la aceptaciĆ³n de cierto pluralismo: “Mientras el prĆ³jimo creyera en dioses, podĆ­a uno fiarse de Ć©l”. La apariciĆ³n del monoteĆ­smo acabĆ³ con esas traducibilidad mutua:

Porque lo propio de esa forma radicalmente nueva de religiĆ³n es justamente considerar a los adeptos de otras religiones como extraƱos y enemigos, esto es, como enemigos de Dios […] La religiĆ³n deviene en lo sucesivo el mĆ”s importante generador de extraƱeza y de enemistad […] Ya no hay lugar para la traducciĆ³n, sino solamente para la conversiĆ³n. Me es posible traducir al extraƱo a mi propia lengua, pero no puedo traducir lo falso al lenguaje de lo verdadero.

El pueblo es lo verdadero y no es negociable. El pueblo no se puede comprender ni explicar, solo es posible creer en Ć©l. Es una concepciĆ³n de la polĆ­tica muy reaccionaria. Apela a sentimientos intangibles que solo es posible defender con intuiciĆ³n o fe. Y es algo profundamente contrario a los ideales de la izquierda. SegĆŗn Sebreli, “el pueblo significaba la negaciĆ³n de la existencia de clases sociales, la transformaciĆ³n de la lucha de clases en la lucha del pueblo contra el enemigo exterior”.

MĆ”riam M. BascuƱƔn escribe en un ensayo en esta revista algo similar: “El populismo consigue que el clivaje de clase desaparezca, en un momento en el que el principal problema es la desigualdad, y apela curiosamente a los viejos Estados de bienestar desde la identidad nacionalista.” Es difĆ­cil comprender que un partido como Izquierda Unida, y un lĆ­der como Alberto GarzĆ³n, miembro del Partido Comunista, haya renegado tan fĆ”cilmente del concepto de clase justo cuando mĆ”s parece ser necesario.

El pueblo existe, pero no es algo unitario y homogƩneo. Sebreli piensa que

una concepciĆ³n democrĆ”tica del pueblo no postula la unidad, sino, por el contrario, valora la divisiĆ³n, el conflicto, la pluralidad, sĆ³lo que estas no son absolutas; existe una comunidad de intereses concertada por medio de las reglas del juego democrĆ”tico, la posibilidad de la discusiĆ³n, la tolerancia a travĆ©s del disenso.

Como decĆ­a Christopher Hitchens, y muchos pensadores racionalistas antes que Ć©l, las afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias. Las declaraciones patriĆ³ticas de Unidos Podemos requieren pruebas extraordinarias. El partido tiene que explicar quĆ© es patria, pueblo y naciĆ³n, para ver quiĆ©n forma parte de ellas, y cĆ³mo se combina su nacionalismo espaƱol con su defensa de los nacionalismos perifĆ©ricos. No se puede ser monoteĆ­sta y politeĆ­sta a la vez.

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciĆ³n de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemĆ”n' (Libros del Asteroide, 2023).


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