La luz caía vertical sobre la piedra.
En la losa desnuda pusimos siemprevivas.
También son leves y te representan
a ti tan duradero entre nosotros.
Subimos al lugar en donde yaces
dos amigos ingleses y un hombre de tu tierra,
amigos ciertos que te aman
de dos países que al cabo desamaste.
Tal fue tu sino, engendrar el amor
en el difícil reino de lo siempre contrario
unido por el fuego.
Señor de la distancia y lo imposible.
Luis Cernuda, poeta, reza
la piedra, y los lugares y las fechas
que acotaron tu paso entre los vivos.
Entre ellos soñaste a un poeta futuro
y al final lo engendraste
y hoy puede así el futuro hablar contigo.
Otros han desaparecido entre las sombras.
Tú no. Tu luz escueta permanece,
lo mismo que estas flores, para siempre. ~
(A Luis Cernuda, con unas siemprevivas)
México, 23 de mayo de 1993
© Vuelta, 200, julio de 1993