De tanto en tanto, los reos de tal o cual cรกrcel boliviana lanzan a las autoridades una sugestiva amenaza. Les advierten que no aceptarรกn que ningรบn otro interno entre en el resguardado edificio que ocupan. Y en verdad no debiera, porque no cabe.
El hacinamiento de las prisiones tiene una doble causa. En primer lugar, resulta de las condiciones carcelarias, que guardan similitudes con las descritas por Charles Dickens en sus novelas. Los presos deben alquilar o โcomprarโ sus celdas, y no es raro que vivan en ellas con sus mujeres e hijos, cumpliendo sus labores tradicionales de sastres, peluqueros o dirigentes sindicales, entre otras curiosidades.
La segunda explicaciรณn es lacerante: se detiene a la gente sin completar o, como dicen los abogados, โperfeccionarโ la demostraciรณn de su culpa. El 75 por ciento de los reos se hallan en โprisiรณn preventivaโ, es decir, detenidos sin condena. Esto convierte a Bolivia โsegรบn el estudio ยฟCuรกnto cuesta la prisiรณn sin condena?, de Guillermo Zepedaโ en el segundo paรญs del mundo que mรกs sufre este problema, solo superado por Andorra.
Al mismo tiempo, Bolivia tiene 85 reos por cada 100 mil habitantes, es decir, el รญndice de encarcelamiento mรกs bajo de Latinoamรฉrica. Dada esta situaciรณn relativamente holgada (que no necesariamente implica un bajo nivel de criminalidad), el hecho de que sus establecimientos rebosen de presos sin condenas reviste una gravedad mayor. En Chile, donde hay 380 reos por cada 100 mil habitantes, es decir, la proporciรณn mรกs alta de encarcelados del continente, รบnicamente el 20 por ciento espera una sentencia.
En opiniรณn de Waldo Albarracรญn, ex Defensor del Pueblo, el sistema judicial vive una crisis muy grave que empeora ante la mirada indiferente del Gobierno. Segรบn informรณ el diario Pรกgina 7, un juez puede llegar a atender alrededor de 500 casos al mismo tiempo. Esta carga es humanamente imposible de llevar, pero nadie parece verlo. Nadie espera de la burocracia mรกs que una tradicional ineptitud y los jueces se ganan su puesto haciendo favores polรญticos a los poderosos de turno, antes que por los resultados de su trabajo.
Los jueces no reciben incentivos para responsabilizarse de lo que hacen, pero sรญ para encerrar de inmediato a los posibles delincuentes. Asรญ justifican su labor ante la sociedad, que no estรก interesada en los derechos de los acusados, sino en que disminuyan los crรญmenes. Por eso la reforma del Cรณdigo Penal que se realizรณ en 1997, la cual prohibรญa la detenciรณn preventiva excepto en casos en los que existiera riesgo de fuga o de entorpecimiento de la investigaciรณn, fue criticada por los partidos de izquierda y los agitadores sociales a lo largo de una dรฉcada, y luego, en los รบltimos aรฑos, ha sido prรกcticamente anulada. Hoy la detenciรณn inmediata estรก autorizada en mรกs de una decena de casos, y es automรกtica cuando el sospechoso tiene antecedentes judiciales.
Albarracรญn dice que de esta forma, es decir, metiendo a los raterillos en masa a la cรกrcel, el Estado se desentiende de su obligaciรณn de reinsertarlos en la sociedad y ayudarlos a reanudar su vida. Al mismo tiempo el aparato pรบblico responde asรญ, como explica el jurista Gonzalo Mendieta, a la cultura โinquisitorialโ del pueblo, que tambiรฉn suele denominarse โpopulismo penalโ, y que consiste en el deseo de ver a todo el mundo en prisiรณn, o penando sus culpas de formas bรกrbaras (en los linchamientos), para satisfacer un รกnimo revanchista subyacente, y compensar asรญ, perversamente, las amarguras de la pobreza.
Por ejemplo, Mendieta nos recuerda que en Latinoamรฉrica no se aplica el procedimiento de quiebra que funciona en los paรญses anglosajones. Es que suponemos que perder la bolsa no resulta suficiente castigo; el incumplido o el desafortunado que caen en bancarrota deben pagar fรญsicamente, con el encierro. De ahรญ tambiรฉn la debilidad del Derecho Civil latinoamericano, pues la mayorรญa de las disputas termina en tribunales penales en los que no solo se hallan en juego indemnizaciones y multas, sino periodos โa la sombraโ.
Aunque en comparaciรณn con otros paรญses Bolivia sea apacible, tambiรฉn puede ser al mismo tiempo, como hemos visto, de una crueldad retorcida. El 75 por ciento de sus presos languidece tras rejas sin una razรณn jurรญdica definitiva y โlo que es todavรญa mรกs terrorรญficoโ sin saber por cuรกnto tiempo tendrรกn que vivir en tal situaciรณn. Pรณngase el lector en sus zapatos. En algunos casos, pasarรกn mรกs tiempo en prisiรณn que el establecido por la ley, cuando รฉsta finalmente se pronuncie. Y sin embargo, a casi nadie le importa.
– Fernando Molina
(Imagen tomada de aquรญ)
Periodista y ensayista boliviano. Autor de varios libros de interpretaciรณn de la polรญtica de su paรญs, entre ellos El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales (2009).