Una revoluciรณn fracasa cuando no destruye la superestructura de la sociedad oficial y solo logra perpetuarse en la prolongaciรณn del conflicto. Por quince aรฑos, por cincuenta aรฑos, por el tiempo que permitan los medios de producciรณn y la hegemonรญa de la narrativa oficial. Nicolรกs Maduro lo aprendiรณ en sus aรฑos sindicales, lo ejerciรณ como canciller venezolano y estos dรญas estรก por verse hasta dรณnde llega su habilidad para maniobrar los conflictos adecuados: esos que dan tiempo y dan espacio sin fracturar el discurso revolucionario.
Manifestaciones pacรญficas y masivas como la de ayer por la maรฑana en Caracas, protagonizada por clase media en un barrio de clase media alta, son parte del cรกlculo oficialista. Menos alentador es lo que ocurriรณ a los pies del Palacio de Miraflores (sede del Ejecutivo) mientras en la Plaza Brion de Chacaรญto Leopoldo Lรณpez se entregaba a las fuerzas del Estado con un mensaje de maratรณn: “El que se cansa pierde”. El lรญder opositor protagonizรณ un acto que no pocos consideran heroico, de ahรญ que el presidente Maduro promoviera horas despuรฉs la versiรณn de que todo fue negociado. Lo dijo en un discurso en el corazรณn urbano del chavismo, pero he aquรญ un problema revolucionario: no lo escuchรณ casi nadie. Ni mil personas.
Hacia el final del lunes el paรญs ya sabรญa el plan de Lรณpez. Marcha desde Chacaรญto hasta el Ministerio de Interior y Justicia, donde dejarรญa atrรกs a la multitud para entregarse en solitario. La respuesta del gobierno fue una convocatoria masiva dentro de Petrรณleos de Venezuela para que todos los empleados se apersonaran en Plaza Venezuela y de ahรญ marcharan hacia el Palacio de Miraflores. La ruta significaba un choque en las calles entre oposiciรณn y oficialismo, por eso el punto de partida marcado por Lรณpez amaneciรณ acordonado por la Policรญa Nacional Bolivariana ayer. La marcha de la oposiciรณn quedรณ en concentraciรณn estรกtica y acalorada. La marcha del oficialismo quedรณ en una incongruencia matemรกtica.
Petrรณleos de Venezuela (PDVSA) es la principal empresa estatal venezolana. Su nรณmina de 111,342 trabajadoresaumenta aceleradamente desde 2006, cuando contaba con 52,816. En el pasado, el gobierno ha demostrado con creces su capacidad para movilizar desde todo el paรญs hacia la capital no solo a la nรณmina de PDVSA sino a buena parte de los empleados pรบblicos y ayer, dรญa cargado en el bando de la oposiciรณn, era de suponer un acto simbรณlico en el oficialismo. La industria de hidrocarburos representa 95% de las exportaciones del paรญs y 25% del PIB, todo bajo control estatal, asรญ que un discurso del presidente a los empleados del sector es un discurso de fuerza ante el motor econรณmico nacional y un vade retro a los fantasmas del paro petrolero de 2002.
La avenida Libertador es una importante arteria vial que suma cuatro canales en cada sentido. En una extensiรณn de tres kilรณmetros se contaban por sus calles 120 autobuses estacionados, provenientes de varias regiones del paรญs. Hacia la avenida Baralt, otro espacio clave en el centro de Caracas, habรญa varias decenas y en el punto de partida, en Plaza Venezuela, una tarima con mรบsica y un despliegue para regalar comida y bebidas servรญan como aliento para la caminata de cinco kilรณmetros hasta el Palacio de Miraflores. Cuando dos estaciones de metro hacia el este Leopoldo Lรณpez estaba ya custodiado por fuerzas militares, la marcha oficialista se acercaba a su punto final y alrededor de la tarima apenas quedaban algunos motorizados y jรณvenes haciendo graffitis en las calles: “Leopoldo mentiroso: no quieres a tu patria”, se leรญa en uno.
–¿Mentiroso por quรฉ?
–Por fascista, gรผevรณn, ¿por quรฉ va a ser? –responde una chica.
–¿Fascista por quรฉ?
–Porque no quiere al paรญs.
Un fuerte olor a orina y alcohol contrasta con el ambiente familiar de la concentraciรณn del sรกbado. Son las 12:45 de la tarde, los mรกs madrugadores llevan unas seis horas en la ciudad y aรบn faltan dos horas para que hable el presidente. En otros tiempos habrรญa sido imposible acercarse en coche a tres cuadras del Palacio de Miraflores que tanto fervor popular convocรณ en los dรญas seรฑalados del chavismo, pero hoy la sensaciรณn es diferente. Otra vez. Las calles circundantes estรกn llenas de bares y restaurantes que registran movimiento de personas con camisetas rojas y el trรกfico tiene flujo bastante normal en uno de los sentidos de la avenida. Dos tarimas con grandes parlantes advierten que el espacio deberรญa estar lleno de gente. Solo en la sede principal de PDVSA, en Caracas, trabajan muchas mรกs personas de las que ahora patean botellas de agua vacรญas, vasos plรกsticos y bandejas de poliuretano sin comida. Los autobuses estรกn; los pasajeros se perdieron antes incluso de escuchar las primeras palabras de Nicolรกs Maduro.
A las 3:20 de la tarde el presidente estรก hablando. Dice “patria”, dice “revoluciรณn”, dice “imperialismo”. Por primera vez en el chavismo, el intercambio petrolero con Estados Unidos ha descendido hasta niveles histรณricos, al tiempo que aumentan los negocios con China. Es cierto que la industria petrolera ha diversificado su cartera de clientes, el problema es que a los trabajadores de esa industria petrolera parece no importarles mucho. Ni eso ni lo que dice Nicolรกs Maduro.
El presidente sigue hablando y, entre militares relajados, mรกs y mรกs personas le dan la espalda a la tarima, a la pantalla que retransmite la imagen que nadie ve, al eco de los parlantes en la fachada vacรญa de Miraflores. No debe haber 800 oficialistas en el lugar, aunque la toma cerrada de la televisiรณn estatal engaรฑe. En las prรณximas horas, mucha mรกs gente tocarรก cacerolas en el este y el oeste de Caracas para reprobar el conflicto revolucionario como cortina de humo. Cortina de un estado de derecho fallido que hasta ahora no captura al homicida del pasado 12 de febrero. Cortina que suma dos muertos mรกs. Cortina de una economรญa fracturada de la que no se habla durante estos dรญas.
Maduro gana tiempo aunque hable solo.
Periodista. Coordinador Editorial de la revista El Librero Colombia y colaborador de medios como El Paรญs, El Malpensante y El Nacional.