A partir de que el periodista Héctor de Mauleón diera a conocer en El Universal (18 de mayo de 2016), que en un edificio de la colonia Condesa de la Ciudad de México se vendía droga y se cometían otros delitos de manera constante bajo el amparo de una manta que dice: “Asamblea de Barrios”, el asunto ha llamado la atención en la opinión pública.
A propósito de ello y de eventos posteriores que llevaron finalmente al desalojo del inmueble denunciado,[1] Marco Rascón, fundador de Asamblea de Barrios y quien fuera en una época el dirigente más visible de ella por su caracterización como el personaje Superbarrio, escribió un documento publicado en Diario de México (12 de junio) para deslindar la identidad de un movimiento urbano popular que ha gestionado el derecho a la vivienda a favor de miles de familias en la Ciudad de México desde hace 29 años, respecto a cualquier grupo que se dedique a actividades criminales. Sobre esto conversé con él.
Dices que la Asamblea de Barrios ya no es un movimiento unificado. ¿Qué es, entonces? ¿Una red, una franquicia o un membrete que se usa arbitrariamente, de lo que ya no hay el menor control?
Yo creo que se fraccionó en el momento en que dejó de existir una dirección única, hasta 1997. Quedó como una identidad, un nombre que representa la idea del derecho a la vivienda, que desde 1988 se junta con el tema de la lucha por la democracia.
¿ Hoy día, hay alguien que se haga cargo de este nombre? ¿El Gobierno de la Ciudad lleva un registro de asociaciones u organizaciones que se hacen llamar Asamblea de Barrios?
En el Invi, el Instituto de la Vivienda, hay distintos grupos que gestionan a nombre de Asamblea de Barrios, pero separados. Cada uno tiene su respectivo dirigente. Hay algunos que vienen de aquéllos tiempos (1987-1988), de Venustiano Carranza, Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo en la colonia Pensil y la Anáhuac, hay gente distinta que ha construido mucha vivienda. Pero también está la necesidad de plantear un deslinde por todo el fenómeno de la calle Benjamín Hill.
¿Actualmente, de qué tamaño es el movimiento que se presenta bajo el nombre Asamblea de Barrios? ¿De cuántas organizaciones, grupos o viviendas ocupadas estamos hablando?
Lo que digo en el documento es que se tiene que hacer un diagnóstico objetivo de lo que es cada uno de los grupos y no soy nadie para decir tú eres o tú no eres, porque no soy dueño de una franquicia. Lo que le digo a las organizaciones es que ellas mismas se tienen que identificar y definir qué tipo asamblea o qué tipo de trabajo hacen.
Con motivo del deslinde que haces, ¿tienes idea del tamaño del problema? ¿Qué tanta penetración hay de organizaciones criminales en el movimiento por el derecho a la vivienda?
Hemos visto el fenómeno muy focalizado en (las colonias) Roma-Condesa, donde aparecen grupos que van y toman inmuebles, como una cosa muy delincuencial. Es una especie de invasión [de gente que va de fuera de las propias colonias]. No tengo datos porque he estado fuera de la gestión, pero el fenómeno se ha visto en edificios abandonados, como éste [de Benjamín Hill] y la casona de Coahuila y Orizaba [colonia Roma].
¿Crees que este fenómeno pudiera estar presente también en otros lugares, como en Iztapalapa, pero que tal vez no se habla de ello por ser colonias que no reciben mucha atención de los medios o por que los vecinos no reciben atención si se quejan?
Yo creo que sí, aparte de un cierto temor para poder hacer una denuncia formal. Hay una desconfianza para denunciar como ciudadano porque no sabes contra quién te estás enfrentado. ¿Cuánto tiempo pasó entre las denuncias de vecinos y el periodista Héctor de Mauleón en el caso de [la calle] Benjamín Hill para que actuara la autoridad?
¿Está penetración de grupos delincuenciales es relativamente reciente?
Muy reciente. Esto viene de dos o tres años para acá. No tiene nada que ver con la historia del movimiento. Se generó un vacío y como no era una franquicia para decir: “a este yo lo doy” o “a este yo lo autorizo”. Nadie tenía control. De pronto estos grupos comienzan, no sé si para cubrirse o para parecer un movimiento social, con un tipo de prácticas y acciones con las que evidentemente no estamos de acuerdo.
Dices que fue un error de los dirigentes, entre los que te incluyes, no haber mantenido independencia respecto a otros proyectos políticos, pues ahí estuvo el inicio de la división y malas prácticas que devino en la usurpación del nombre de Asamblea de Barrios para delinquir, amenazar y defraudar. ¿A qué proyectos políticos te refieres?
Yo fui el segundo presidente del PRD en el Distrito Federal y empecé a tomar distancia de la dirección de la Asamblea. Pero muchos de los conflictos de la formación del PRD se heredan y transmiten a la estructura de la Asamblea de Barrios. La división viene, por un lado, por presión de parte del gobierno; y, por otra parte, por los conflictos dentro del PRD, por lo que unos grupos se incorporan a un tipo de corriente y otros a otra. Ahí se comienza a perder la identidad, que era el carácter ciudadano de la lucha democrática, y se permea por trabajos de carácter partidista.
¿Actualmente ves algún contubernio entre gobiernos de la Ciudad, de las delegaciones, partidos políticos, organizaciones populares y grupos de delincuentes, en este uso del nombre de Asamblea de Barrios como fachada para delinquir?
Contubernio, no. Creo que los gobiernos han sido omisos. Y por una debilidad: cualquier acción gubernamental, incluso de desalojo, acaba siendo tema de represión y de denuncia y terminan siendo demandas de respeto a los derechos humanos. Es exactamente lo mismo que pasa con los grupos anarcos, que van en paralelo a las manifestaciones utilizando la presencia y la identidad de esta, y que saquean oxxos o vandalizan. Pero que si actúan contra ellos la gente termina identificándolos como víctimas. Es parte de la falta de claridad de la propia izquierda frente a hechos como estos –de prácticas charras, de funcionamiento clientelar, de reparto de despensas – y de las formas corporativas, en general, para rechazarlas.
[1] Tras escribir que los ocupantes de un inmueble en esta colonia actuaban protegidos por la policía capitalina, Héctor de Mauelón ha señalado que el gobierno del Distrito Federal tuvo conocimiento de ello desde 2014 (19 de mayo de 2016), y también que el mismo fenómeno se presenta en otro edificio de la vecina colonia Escandón, y que ambos casos se explican porque los partidos políticos (PRI, PAN y PRD) han incubado a una organización criminal identificada como “Los Claudios” y hoy es tolerada por Morena, en persona de Ricardo Monreal (6 de junio). Días después de la denuncia (Diario de México, 23 de junio) se realizó un desalojo del inmueble en la calle de Benjamín Hill sin que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México realizara detenciones ni hallara droga o evidencia de algún ilícito en su interior más allá de cohetones y petardos, así como la excavación de un pequeño túnel. Cuando entró la policía ya solo estaban ocupados cuatro de once departamentos.
Politólogo y comunicólogo. Se dedica a la consultoría, la docencia en educación superior y el periodismo.