Resucitando la Ilustración. Entrevista con Philipp Blom

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Gracias a su reciente Encyclopé-die. El triunfo de la razón en tiempos modernos (Anagrama, 2007), el historiador alemán, educado en Oxford y en la actualidad afincado en Viena, Philipp Blom se ha revelado como uno de los ensayistas más interesantes y atendibles de la Europa contemporánea. La muy documentada y profunda historia de la elaboración de la Enciclopedia de Diderot ha servido a Blom para reflexionar acerca de la dicotomía Ilustración/oscurantismo, que a su entender ha superado por largo el principal debate político-cultural del pasado siglo XX, es decir la dicotomía derecha/izquierda.

La siguiente conversación tuvo lugar en el hotel de Barcelona donde Blom se hospedó durante su visita promocional a España, al calor de las, en ese momento, próximas elecciones francesas, la propuesta de un libro único de Historia para los estudiantes de toda Europa realizada por la canciller alemana Angela Merkel y la polémica alrededor de las diferentes propuestas hechas por los gobiernos europeos para lidiar con la inmigración ilegal.

Encyclopédie está en buena medida centrado en la figura de Diderot. ¿De dónde viene su fascinación por él?

Siempre me ha gustado como escritor y en algún momento me interesé por él como personaje. Un hombre lleno de contradicciones, brillante, muy sabio acerca de la naturaleza humana, pero no de una manera dogmática sino empírica. Un tipo con una curiosidad enorme, para nada doctrinario como la generación que le precedió, los jacobinos. Sabía mucho sobre las pasiones humanas, sobre las zonas negras de nuestra naturaleza, era un hombre que vivía sus propias contradicciones, que luchaba por conocerlas, por conocerse como ser humano. Era además un escritor tremendamente moderno; si uno coge obras suyas como El sobrino de Rameu o Jaques el fatalista y elimina algunos pocos detalles circunstanciales, se encuentra con libros que podrían haber sido escritos en nuestros días.

¿Fue Diderot la razón por la que emprendió la escritura de Encyclopédie?

No solamente. Tuvo mucho que ver cuánto me gusta Diderot como escritor y como personaje, pero también entendí que esta historia, la historia de la escritura de la Enciclopedia, tiene muchas implicaciones importantes para nosotros hoy en día. Una Enciclopedia enorme, que ansía contener el saber humano en sus páginas, escrita por cientos de colaboradores, parece una especie de prototipo de Internet. Además, pienso realmente que el tema principal tanto en política como en cultura ya no es más la batalla entre la derecha y la izquierda, sino entre la Ilustración y el oscurantismo. Y esa fue la batalla de Diderot. También pienso que esta historia es una oportunidad espléndida para hacer algo que a mi entender es fundamental cuando escribimos historia: conectarla con las vidas de las personas que la influyen o se ven afectadas por ella. Porque las grandes ideas o los grandes movimientos históricos siempre han sido conducidos por personas de carne y hueso, aunque muchas veces lo olvidamos. Creo que es muy importante tener eso presente, recordarlo y comprenderlo, conocer cuáles eran las circunstancias en que vivían, saber cómo olía la calle, qué comían y cómo se relacionaban entre ellos. Porque así, tu percepción de las ideas de esa gente se hace distinta, uno comprende mejor por qué pensaban lo que pensaban si conoce las condiciones de su vida diaria. El libro es, entonces, la historia de la Ilustración, de esa lucha contra el oscurantismo, pero es también la historia de una amistad, de varias amistades, de un grupo de amigos que sirven como ejemplo de la época. Gente fascinante, contradictoria, difícil, admirable y despreciable al mismo tiempo.

Una de las cosas que es inevitable pensar mientras leemos Encyclopédie es cuán diferente –y mejor– sería Europa y, quizá, la civilización occidental, si hubiéramos hecho más caso a Diderot en lugar de a Rousseau…

Es verdad, aunque Rousseau no es el único culpable. En realidad Rousseau tomó de la Biblia esa idea de que hay algo así como una sociedad ideal, de que el hombre era bueno en su estado natural y es nuestra sociedad la que lo corrompe. Y creo que tienes razón en lo que dices: de alguna manera, Rousseau es uno de los antecesores del fascismo, creía que existía una especie de estado natural al que era necesario volver, hacia el que era necesario reconducir a la humanidad. Uno de los más extremistas seguidores de Rousseau fue Pol Pot, que creía firmemente en esto, en la necesidad de volver a ese estado natural o a lo que él creía que era nuestro estado natural. Rousseau terminó siendo un enemigo de la Ilustración, fue amigo en su juventud de los grandes impulsores de la Ilustración, a quienes terminó odiando, y como consecuencia de esto pasó a odiar las ideas de estos antiguos amigos. Se convirtió, de alguna manera, en el gran continuador del oscurantismo durante la Ilustración. Lastimosamente, su influencia se mantiene fuerte hasta nuestros días.

Hoy en día la pregunta más importante a la que nos enfrentamos es elegir entre la Ilustración y el oscurantimo, cómo queremos organizar nuestras sociedades. Para ello debemos definir los límites de la tolerancia: la tolerancia es un gran valor mientras no entre en conflicto con otros valores fundamentales de nuestra sociedad, como la división Estado-Iglesia, la igualdad entre hombres y mujeres, la libertad de expresión… Cualquiera que quiera vivir en nuestras sociedades debe respetar estos valores, todos son bienvenidos siempre y cuando respeten estos valores fundamentales. Necesitamos gente diferente, necesitamos voces distintas, gentes distintas que ayuden a reflexionar sobre nuestro mundo. No queremos que Europa se convierta en un museo, necesitamos renovarnos. Históricamente, el progreso, la renovación, siempre ha venido de la mano de los inmigrantes. Históricamente, las etapas de mayor progreso cultural siempre han estado asociadas a inmigrantes, llámense los judíos, los hugonotes, los protestantes o musulmanes. Pero la confrontación con una minoría muy pequeña, una minoría de oscurantistas, plantea un reto a la hora de redefinir qué valores apoyamos, cuáles son nuestros valores fundamentales. La división derecha-izquierda que gobernó casi todo el siglo XX ya no es útil, la pregunta ahora es Ilustración o no Ilustración.

Siguiendo esa línea, imagino que no es un gran entusiasta del multiculturalismo…

Depende lo que entiendas por multiculturalismo. Si significa que eliges hablar catalán o español, si significa que eliges vestirte o comer de determinada forma, eso no es un problema. Si, por el contrario, significa que no envías a tu hija a la escuela o que te casas mediante un matrimonio arreglado por tus padres a los catorce años, si significa que vamos a enseñar creacionismo en las escuelas… eso sí es un problema. E insisto, no se trata de un problema con el islam, se trata de un problema con el oscurantismo. No son lo mismo. El multiculturalismo es una cosa maravillosa, pero finalmente hay valores innegociables, que no pueden ser comprometidos en una sociedad secular, hay valores por los que gente como Diderot luchó, valores por los que mucha gente murió, hemos pagado un precio muy alto por esos valores, porque creemos en ellos, porque han garantizado una sociedad más abierta, que otorga mayores oportunidades a la gente, que ofrece una mayor esperanza de vida, una mejor educación, más información de la que ninguna sociedad ha tenido jamás. El ejemplo de gente como Diderot, su valor, creo que es una inspiración.

¿Cómo ve el futuro de Europa desde esta perspectiva, qué cree que nos augura esta batalla?

Debo confesar que me siento considerablemente excitado por Europa. Es un momento maravilloso para ser europeo. Hay que decir que hay una cierta histeria acerca de “el otro” en Europa ahora mismo, un temor al extranjero, de cómo la influencia de los inmigrantes, sobre todo musulmanes, podrían cambiar nuestra sociedad. Tendríamos que cambiar un poco nuestra actitud hacia el inmigrante. ¿Por qué temer a que tengan más hijos que nosotros?: los niños de familias musulmanas educados en nuestros valores son tan europeos como cualquiera, y de eso se trata, ahí hay una gran oportunidad. Soy bastante optimista acerca de lo que puede pasar con Europa, para serte franco, es un momento maravilloso, tenemos una gran oportunidad, y no soy pesimista en absoluto al respecto.

¿Y en qué lugar queda ahí la religión?

La cuestión sobre religión nos lleva a la educación religiosa que, a mi entender, no tiene lugar en la escuela. Pero sí necesitamos enseñar historia de la religión, porque igual de nefasta que la educación religiosa es el reemplazarla por la ignorancia. Es importante que enseñemos historia del catolicismo, del judaísmo, del islam, son parte de lo que somos. Y luego también debemos enseñar a nuestros niños que las preguntas y los valores que tradicionalmente han sido ocupados por la religión también pueden ser respondidas y defendidos desde una perspectiva laica, racional y científica. Hay preguntas que la religión respondía y que son perfectamente legítimas, pero ahora tenemos mejores respuestas para ellas. La religión ha estado ahí para explicar el mundo y organizar la sociedad, pero ya no hace falta. Tenemos la ciencia para explicar el mundo y tenemos la democracia para organizar nuestras sociedades. Y son, sin lugar a dudas, mejores herramientas que la religión. ~

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(Lima, 1981) es editor y periodista.


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