Un fantasma recorre Iberoamรฉrica: el fantasma de Chile. No es un fantasma porque asuste (aunque a algunos sรญ, en los cenรกculos rupestres del nacional populismo latinoamericano, por ejemplo). Ni lo es porque arrastre cadenas o ulule como un alma en pena (aunque tambiรฉn las arrastra y son muchas sus penas). Mรกs bien es un fantasma porque todos hablan de sus apariciones, pero son muy pocos quienes realmente lo han visto.
Le ocurre al viejo, flaco y aporreado Chile algo propio de los paรญses lejanos, cuasi insulares, famosos por su propia distancia. Es fรกcil convertirlos en leyenda. Y es esta misma bendiciรณn la que los maldice. La lejanรญa borronea nuestros defectos, al tiempo que nos priva de matices y complejidades. Lo que en nuestro espejo es un rostro, mรกs o menos feo o lindo, pero particular, personalรญsimo, de muy lejos se ve como una sรกbana blanca, apta para proyectar en ella toda clase de pelรญculas y vestir todo tipo de fantasmas.
Sรกbanas no le han faltado al espectro de Chile. De ser la repรบblica mรกs estable y sensata en la regiรณn, desde la Independencia (en realidad, menos estable que reprimida y mรกs timorata que sensata), pasรณ a ser, para media progresรญa occidental, la tierra de promisiรณn de una revoluciรณn marxista que iba a ser democrรกtica (oxรญmoron que seguimos esperando que nos desentraรฑen). Aquella sรกbana utรณpica acabรณ en 1973 empapada en sangre por la dictadura de Pinochet, que se convertirรญa en la tiranรญa latinoamericana por antonomasia, no obstante los mรฉritos superiores de varios de sus compinches. Tumba de donde salimos en 1990 vestidos, para buena parte de la โopiniรณn pรบblicaโ mundial, con el sudario de Lรกzaro de una transiciรณn hipรณcrita, neoliberal, donde todo era interรฉs y nada era ideal. Sudario que nuestro afantasmado paรญs ha tenido que llevar hasta hace poco, cuando โรบltimo grito de la moda en ciertas sรกbanas (broad sheets) de la prensa europea y norteamericanaโ hemos sido travestidos en compaรฑeros de ruta en un cierto โgiro a la izquierdaโ latinoamericano. โGiroโ para el cual nos trajean, junto a varios, con un vestido regional neofolklรณrico que lleva la cabeza de Chรกvez, el torso de Bachelet y la mano mocha de Lula, ยกtodo estampado sobre la chompa de Evo! Y asรญ de mal vestidos quieren presentarnos en la fiesta posmoderna.
Pero, sin duda, la tela mรกs confusa con la que atavรญan al Chile de hoy es la sรกbana de seda del โmilagro chilenoโ. El paรญs exitoso, โviableโ โpronunciado muchas veces como โenvidiableโโ, es arropado ahora con una suerte de toga de alumno sabelotodo reciรฉn egresado de la escuela de la pobreza, admitido por fin, y con honores, en la educaciรณn superior de los paรญses desarrollados.
Sin embargo, como seรฑala el ex presidente Lagos en el ensayo publicado en estas pรกginas, mรกs que un alumno aplicado, Chile ha sido uno de esos estudiantes dรญscolos pero creativos. Uno que sin apegarse mucho a la lecciรณn aprendida inventรณ soluciones y recetas propias.
El neoliberalismo chileno naciรณ ya โreparadoโ con esos parches y alambritos tรญpicos del ingenio mestizo latinoamericano. Nunca se aplicรณ la pura receta privatizadora de la escuela de Chicago, en un paรญs donde la principal industria de exportaciรณn โel cobre, nacionalizado por Allendeโ permaneciรณ fervientemente estatal bajo Pinochet.
La posterior fรณrmula socialdemรณcrata chilena, en continua reelaboraciรณn y ajuste, hermana polรญticas redistributivas ingeniosas con ingredientes de un liberalismo econรณmico que, en una autรฉntica socialdemocracia escandinava, por ejemplo, serรญan considerados hasta inmorales.
En lo social, la mala fama โo buena, segรบn quiรฉn lo mireโ que hace de Chile el paรญs mรกs conservador de Amรฉrica, no sรณlo no resiste la comparaciรณn estricta con nuestra regiรณn. Tampoco resistirรญa nuestras noches libertinas el visitante timorato que, animado por esta fama, llegue al Santiago donde โcomo se cuenta en estas pรกginasโ la radio mรกs oรญda trasmite coitos en vivo y la juventud se โlevantaโ a las doce de la noche, como los vampiros, para salir de โcarreteโ hasta el alba.
A pesar de las simplificaciones que nos prodigan los mismos analistas europeos o norteamericanos que hilan delgado, hasta lo invisible, cuando se trata de sus polรญticas locales, nuestra pequeรฑa polรญtica tampoco es sencilla. Un bipartidismo de hecho hace que las grandes alianzas se disputen el centro. Y que mรกs allรก de alharacas para la galerรญa, las prรกcticas de la derecha y la izquierda converjan en una especie de ornitorrinco polรญtico que podrรญamos bautizar como โliberal-socialismoโ. Engendro, รฉste, que no serรก la menos original de las aportaciones chilenas a la desideologizaciรณn universal.
Bajo la sรกbana del estereotipado fantasma chileno (conservador, pacato, neoliberal y nuevo rico) se mueven otras presencias inesperadas. Si la levantamos, lo mรกs probable es que lo encontremos no sรณlo desnudo sino acompaรฑado ยกy en plena juerga con quien no debe! Lo que hace a nuestra โcamaโ nacional un lugar mรกs excitante y mรกs irritante a la vez. Un sitio donde se entrevรฉn meneos perturbadores, de todos y todas. Originalidad chilena que irrita a quienes esperan de Latinoamรฉrica un solo ritmo, el revolucionario espasmรณdico, y una sola rima: el topicazo del coronelazo (convertido, ahora, en caudillo electo). Clichรฉs que, para que nadie falte en nuestra casa de citas nacional, tambiรฉn se alientan desde Chile. Como sabe todo buen latinoamericano, hay vasos comunicantes โde vino, en nuestro casoโ entre el deseo โde lo exรณticoโ y la sed y el hambre โdel exรณticoโ.
No es que Chile no lo sea: exรณtico y hasta excรฉntrico; imposible no serlo para un paรญs tan lejano de los centros. Pero, como todo verdadero excรฉntrico, Chile lo es a su manera. No en aquello que confirma el prejuicio del forรกneo, sino en aquello que lo descoloca y sorprende. Hasta cierto punto, Chile es exรณtico precisamente por su โfomedadโ, palabra que en nuestro dialecto designa a una aburrida normalidad. En buena hora.
Los paรญses chicos y lejanos (no olvidar que todos los paรญses pobres, no importa lo grandes y โemergentesโ, son chicos y lejanos) deberรญan reclamar de la ONU el reconocimiento de un nuevo derecho humano fundamental: EL DERECHO A LA COMPLEJIDAD. Y la correlativa obligaciรณn que tendrรญa la comunidad internacional โo al menos sus โclases parlantesโโ de garantizarles a esas naciones perifรฉricas una existencia libre de clichรฉs, de simplificaciones. Chile reclama ese derecho.
Mientras tal utopรญa no se verifique, sirvan estas pรกginas diversas y contradictorias, en la muy โlibrepensadoraโ Letras Libres, para levantarle una punta de la sรกbana al fantasma de Chile. Y permitirnos asรญ, sin miedo ni prejuicio, atisbar el espรญritu real que se rรญe, mucho mรกs de lo que aรบlla, debajo. ~
Es escritor. Si te vieras con mis ojos (Alfaguara, 2016), la novela con la que obtuvo el premio Mario Vargas Llosa, es su libro mรกs reciente.