Ser nadie

En amplias franjas del paรญs, millones de niรฑos y adolescentes no tienen nombre ni existen para el Estado. La vida sin identidad es una herencia, porque en muchos casos sus padres tambiรฉn llegaron a la vida adulta sin haber sido registrados.
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La novela Todos los nombres, de Josรฉ Saramago, ocurre en una vieja oficina del Registro Civil donde se encuentran miles de expedientes de vivos y muertos; enormes estantes cargados de trayectorias personales, papeles, certificados y copias de documentos de otras รฉpocas. Su protagonista, un empleado del lugar, colecciona decenas de recortes con noticias de gente famosa, mientras que cada noche entra a la enorme zona de archivos del Registro Civil, donde descansan esos miles de documentos que prueban la existencia no solo real, sino oficial de esos hombres y mujeres de los que casi todos los dรญas se habla en los periรณdicos.

Interesado solo por personas que, “tanto por buenas como por malas razones, se habรญan hecho famosas”, una noche mientras revisa los expedientes cรฉlebres, el personaje descubre una carpeta intrusa se ha quedado pegada a las otras; es la ficha de una desconocida, de la cual le resulta imposible no interesarse. Un simple accidente del azar que lleva al protagonista a descubrir que todos aquellos expedientes de famosos juntos, no pesan mรกs que el que sostiene entre las manos.

Pero no todas las vidas pueden ser rastreadas en los archivos de las instituciones; hay historias de seres invisibles, de personas de las cuales no existe un solo registro, que nunca han aparecido en las estadรญsticas porque nada se sabe de ellas.No hay un papel en el que pueda verificarse su nombre oficial o el de sus padres, la hora exacta ni el lugar de su nacimiento.

A nivel mundial, segรบn la Organizaciรณn Mundial de la Salud, cerca de la mitad de los de nacimientos que se producen anualmente (unos 128 millones), se quedan sin registro. Lo mismo pasa con dos tercios de las muertes que ocurren en el mundo. Oficialmente, son vidas que no suceden. Casi todos son habitantes marginados de algรบn lugar, condenados a la pobreza porque sin un acta de nacimiento no pueden ira la escuela, acceder a los servicios de las instituciones pรบblicas de salud, abrir una cuenta bancaria, tener una licencia de conducir, casarse, votar o registrar a sus hijos, que tambiรฉn crecen sin una identidad.

De acuerdo con la organizaciรณn Be Foundation, en nuestro paรญs existen entre siete y diez millones de personas sin identidad. Datos disponibles hasta 2010 revelan que solo en el estado de Chiapas, 57.1% de la poblaciรณn carecรญa de acta de nacimiento, mientras que en Guerrero y Oaxaca los porcentajes alcanzaban 55.5% y 42.2%, respectivamente.

Muchos nacimientos ocurren en zonas aisladas de las ciudades, en municipalidades sin oficina de registro civil. Familias que sobreviven en condiciones precarias y con varios hijos no pueden darse el lujo de pagar por el trรกmite de un acta de nacimiento. Cuando el plazo que marca la ley para registrar a un menor se ha extinguido, los padres tienen que pagar multas que imponen los gobiernos locales. En Oaxaca, estas van de los 600 a los mil 500 pesos, mientras que en Guerrero la sanciรณn asciende a mรกs de 6 mil 100 pesos, mรกs de lo que costรณ al jugador de la NFL Chad Ochocinco el trรกmite para modificar su nombre a Chad Johnson.

La invisibilidad, una herencia

Para Karen Mercado, presidenta de Be Foundation, basta con ver la poblaciรณn total de paรญses como Honduras, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua o Panamรก para entender que existe “un paรญs de invisibles dentro de Mรฉxico”. Estamos, dice, ante miles de sueรฑos interrumpidos; niรฑos que solo pueden asistir como oyentes a la escuela, sin opciรณn a un certificado de estudios, y adultos que no pueden conseguir trabajo en el sector formal gracias a “un problema de ventanilla”, es decir, un trรกmite que no es fรกcil ni barato de concluir.

En ese sentido, considera incongruente que en Mรฉxico haya existido un Registro Nacional de Usuarios de Telefonรญa Celular sin costo alguno, mientras que millones de personas no pueden obtener su acta de nacimiento de manera gratuita. Mรกs aรบn, califica de hipรณcrita el discurso de las autoridades frente al tema del trato indigno a los indocumentados en Estados Unidos, cuando desde nuestro paรญs se les expulsa sin lo elemental: un documento que certifique cรณmo se llaman, cuando y dรณnde nacieron. Y es que en caso de aprobarse una reforma migratoria, los millones de mexicanos sin acta de nacimiento que viven en aquel paรญs no podrรญan beneficiarse de las modificaciones legales, pues no hay un registro de su existencia en su lugar de origen. “Doblemente indocumentados, doblemente invisibles”, dice Mercado.

En el papel, la Convenciรณn sobre los Derechos del Niรฑo establece que todos deben ser registrados inmediatamente despuรฉs de su nacimiento y que desde que nacen tienen derecho a un nombre y una nacionalidad. Sin embargo, en amplias franjas del paรญs, millones de niรฑos y adolescentes no tienen nombre ni existen para el Estado. La vida sin identidad es una herencia de familia, porque en muchos casos sus padres tambiรฉn llegaron a la vida adulta sin haber sido registrados.

Estos niรฑos son perfectos para convertirse vรญctimas de trata y mercancรญa en adopciones ilegales. Sin datos oficiales y precisos sobre su edad y su origen, las denuncias y las investigaciones por robo de niรฑos reciรฉn nacidos o con pocos meses de edad, se complican. En la prรกctica, el trรกfico de pequeรฑos y pequeรฑas sin registro es una actividad fรกcil de disfrazar para quienes lo realizan.

En ese grupo estรกn tambiรฉn miles de jรณvenes sin identidad, adolescentes reclutados por las bandas criminales. No estรกn en el sistema ni en ninguna base de datos, por lo que no pueden ser vinculados con nadie. Muchos de aquellos que aparentan una edad mayor son detenidos y procesados como adultos sin que las comisiones nacional o estatales de derechos humanos hagan nada; los menos afortunados terminan su vida en la fosa comรบn a falta de datos que los vinculen con su lugar y su familia de origen.Como advierte la presidenta de Be Foundation, “si el Estado no es capaz de dar oportunidades, lo mรกs probable es que el crimen organizado lo haga”.

Historias que nadie cuenta

El 7 de abril de 2005, un joven con traje oscuro, camisa clara y corbata, sin identificaciรณn alguna y sin etiquetas en la ropa, fue encontrado mientras vagaba sin rumbo, empapado, por una carretera de la isla de Scheppey, en el condado inglรฉs de Kent. El joven fue recluido en el ala psiquiรกtrica de un hospital local, donde fue imposible romper su mutismo. Cuando le dieron un lรกpiz y un papel, solo atinรณ a dibujar un piano. Segรบn los medios, cuando lo pusieron ante un piano, el muchacho tocรณ durante horas y horas piezas de Tchaikovski.

Cuatro meses despuรฉs de aquello se conociรณ la verdad. El joven era un alemรกn de Baviera que intentaba suicidarse cuando fue hallado y no era mรบsico; contrariamente a lo que se habรญa dicho, lo รบnico que hacรญa era tocar la misma tecla de un piano durante largo rato. Sin embargo, la noticia de este hombre sin identidad fue recogida por medios de todo el mundo, mientras el hospital recibรญa miles de llamadas y cartas de personas que querรญan visitar y ver de cerca a ese ser anรณnimo que les ofrecรญa una historia maravillosa.

Al otro lado de la frontera, en California, en Arizona, hay jรณvenes mexicanos cuyas madres, buscando huir de la pobreza de sus regiones de origen, se los llevaron cuando apenas tenรญan semanas de nacidos, sin haberlos registrado. Han pasado toda su vida en Estados Unidos e incluso han cumplido la mayorรญa de edad, sin embargo, no pertenecen, no existen jurรญdicamente ni aquรญ ni allรก. Cuando finalmente son detectados, las autoridades migratorias simplemente los llevan a la frontera y los echan; muchos no conocen Mรฉxico y hablan solo inglรฉs, porque aprendieron que el espaรฑol significa pobreza.

No pueden volver y no tienen ningรบn vรญnculo real con nuestro paรญs. Son ciudadanos de ninguna parte. No cuentan, nadie quiere conocerlos. Su historia no es asombrosa . ~

 

 

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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