(Cleopatra y Marco Antonio, de Lawrence Alma-Tadema)

Si la nariz de Cleopatra…

Siete microcuentos sobre mujeres. 
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El alma de una mujer es la obra maestra de la creación (Confucio). Sin mujer al lado no puede hombre ser perfecto (Ariosto). Hay una mujer al principio de todas las grandes cosas (Lamartine). Entre mujeres y hombres no hay diferencia, somos tal para cual, solo una contrariedad en el cromosoma del par 23 (William Klausse). Pero otros piensan diferente. La mujer es el horno del diablo (San Bernardino). La mujer es el capitán del pecado y el instrumento del Diablo (Orígenes). Es más fácil morir por la mejor de las mujeres que vivir con ella (Byron). ¿Y a quiénes creer? El narrador no acierta a elegir, y no sabe qué buena o qué mala musa le “inspiró” este pequeño minicuentario.

 

LILITH

Como había sido creada al mismo tiempo y del mismo barro que Adán, fue la primera mujer, anterior a Eva, pero pronunció el impronunciable nombre de Dios y fue expulsada a la orilla del mundo. Convertida en el más poderoso de los demonios hembras: Lilith la Oscura, con el sexo en el lugar del cerebro, y servida por un cortejo de íncubos y súcubos, recorría el mundo avasallándolo a su lujuria, devorando a los recién nacidos, motivando las hierofanías y el culto a Ishtar en Babilonia, sacralizando la prostitución, poseyendo a todos los seres vivos y dejando en ellos su señal.

         Pero, a pesar de haber hecho cosas de tan universales consecuencias, su nombre no está en el Génesis. ¿Por qué el ninguneo? Acaso porque no accedió a convertirse, como Eva, a la sencilla y decente vida doméstica y a obedecer al hombre. Pero si no existía en las páginas bíblicas, sí existía en el reverso nocturno del mundo y entraba en los seres por las puertas del sueño.

 

PANDORA

Se sospecha que la llamada caja de Pandora –ese cofrecillo del que, por haber ella imprudemente quitado la tapa, salieron la pasión, la locura, los vicios, el trabajo, el dolor y tantos otros males que se abatieron sobre la humanidad– era en realidad el coño de Pandora.

 

ESA  MUCHACHA…

Al final de la feria, adonde apenas llegan los latidos de la musiquita de charanga, entre los puestos del hombre serpiente y la mujer tortuga y el hombre de tres ojos y la echadora de cartas y el enano forzudo y la señora barbuda hay una barraca en la que se cobra diez pesos por la entrada y por estar allí sólo el tiempo de diez parpadeos del espectador y entras y ves a la muchacha más hermosa del mundo y si al salir pagas mil pesos tendrás derecho a soñar con ella una noche cada siete años.

 

UNA MECENAS

La hermosa y sensual señora se acostaba con los jóvenes escritores nacionales para mejorar la calidad de la nueva literatura erótica mexicana.

 

ACTRIZ

Nuestro director escénico pidió a la novel actriz una prueba de talento y ella recitó las tablas de multiplicar del 6, del 7 y el 8, y antes de que llegara a la del 9 ya todos ardíamos de deseo por todo lo que su voz y su gesto ponían en nuestra imaginación, así que fue inmediatamente contratada para el papel y de este modo comenzó su triunfal carrera en los escenarios, en el cine y en la televisión.

 

ROSA DE TOKIO

En el corazón de la selva de las Filipinas, avanzando penosamente por las sendas fangosas y culebreantes sin saber desde dónde los atacarían los furtivos, sinuosos representantes del Peligro Amarillo, los soldados norteamericanos oían en la radio portátil esa dulce voz femenina, que, llegada del enemigo Tokio y entre piezas de swing y blues, les predecía la derrota en inglés perfecto.

El comandante norteamericano prohibió que se escucharan las emisiones de Tokio, pues resultaban intensamente desmoralizantes para sus tropas, pero el soldado encargado de la radio, enamorado de la voz, la escuchaba a escondidas, y siendo muy patriota, al final de la contienda solicitó un consejo de guerra y se acusó él mismo de alta traición.

 

CLEOPATRA

—Si la nariz de Cleopatra hubiera sido más corta, la historia del mundo habría sido diferente –dijo Blaise Pascal.

—No, Blaise —susurraron los fantasmas de Julio César y de Marco Antonio—, no la nariz, precisamente.

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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