Señor director:
Le escribo en relación a una reseña aparecida en el número de mayo de su revista, “Lang Lang: el músico y el Rey Mono”, firmada por Leah Bonnín, en la que hay un pequeño pasaje atribuido a mi persona. Quisiera aclarar ciertos aspectos :
1. El comentario que se me atribuye deriva de una breve charla informal que tuve con la señora Leah Bonnín.
2. La información publicada no responde a la veracidad de mis comentarios, ya que en ningún caso quise criticar ni a las empresas discográficas (que por otro lado tienen todo el derecho del mundo a ejercer sus actividades difundiendo la cultura) ni al artista objeto de la reseña (el cual me merece un respeto).
3. Estoy convencido de que la señora Leah Bonnín no tuvo mala fe en su escrito; ahora bien, quiero dejar clara constancia de que no interpretó correctamente mis palabras. El sentido real de mi explicación versaba sobre una reflexión personal en torno al consumo de la música clásica que, al día de hoy, parece tener más adeptos en China que en Europa, cuna de la música clásica. De ahí que no es de extrañar que alguna compañía discográfica se fijara en el talentoso pianista. ~
