Teorías de conspiración

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Celebro que la señora Betancourt y otros catorce rehenes de las FARC hayan escapado de su infame cautiverio gracias, aparentemente, a una audaz estratagema del ejército colombiano.

Apenas consumada, comenzaron las inaplazables teorías sobre la verdad de lo acontecido. Para la radio helvética, la liberación obedeció no tanto a la astucia del ejército como al pago de 20 millones de dólares a los escasos comandantes farcos que aún funcionan. Por su parte, la Agencia Popular de Noticias de Caracas dice que las FARC y sendos representantes de los gobiernos suizo y francés se disponían a realizar el previamente pactado traslado de los rehenes hacia un punto en el que serían liberados. Pero resulta que el ejército colombiano se había apoderado de los helicópteros y se agandalló a los involucrados. Así, el “gesto humanitario” que las FARC deseaban hacer (para seguir demostrando al mundo lo buenas gentes que son) se convirtió en una proeza del presidente Uribe.

Es inevitable, en efecto, advertir ciertas afrentas a la verosimilitud. Por ejemplo, intriga que en una organización a tal grado autoritaria y jerarquizada como son las FARC, en la que todo está sujeto al arbitrio del comandante supremo, un cuadro medio como “César” -subgerente de la sección rehenes del negocio-, tomase una decisión tan delicada como trasladar rehenes sin haber recorrido la cadena de mando recopilando autorizaciones y vobos. (“César” es el caballero que también se subió al helicóptero, fue sometido y luego exhibido, debidamente guameado, en la tele.)

Luego está el extraño detallito de que algunos de los soldados colombianos disfrazasen su identidad poniéndose camisetas con la carita del “Che” Guevara. ¿Podría haber algo más obvio? No sólo es candoroso, sino idiota. Es tan bobo como pensar que si uno se pone una camiseta con la cara de Alan Greenspan lo dejan entrar a Fort Knox. ¿Deveras puede la oficina de inteligencia colombiana ser tan astuta para diseñar esa operación y, al mismo tiempo, tan simplona como para suponer que una camiseta “Che” enternece a un farco?

Así las cosas, propongo mi propia conspiracy theory: la clave del asunto es el señor “César”. Bueno, pues “se sabe de muy buena fuente” que este señor “César” aceptó saltarse la cadena de mando, conmoverse al ver la carita del “Che” y subir a los rehenes al helicóptero a cambio de no volver a ver nunca más en su vida una méndiga selva, de no volver a escuchar jamás el nombre de Lenin, de recibir una nueva identidad con cirugía plástica, de ser nombrado propietario de una fonda de arepas en Miami y de un video de Shakira.

¡Todo mundo lo sabe!

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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