Todo en silencio
mientras se desmorona el castillo,
sus altas torres, las estancias
cerca del cielo, las montañas.
Menos el grito repetido.
Un pliegue de silencio
en el silencio.
Todo se cuela
como el viento helado por la grieta,
el castillo derrumbado.
Nunca los ángeles tuvieron miedo al dolor
antes de ser absorbidos
como flanes o gelatina,
como dibujos animados,
como relojes de arena,
retorcidos, estirados.
Me imagino que él,
el niño que mataron el sábado en el parque,
se metía un flan de un bocado en la boca
y luego reía como un surtidor,
y el mundo entero reía.
Todo silencio. Valle, río hondo
en el bosque, campanillas
y dientes de león.
Una fuente pequeña y roja
de silencio
en el silencio. ~
Fantasmas
No tengas miedo.
No es nada.
Son fantasmas.
Les gusta abrazar a los vivos.
Los enciende el roce de la carne.
Con los ojos cerrados esperan
a que pases a tientas
por el oscuro pasillo y
cada noche
te atraviesan.
Ya ves,
el éxtasis. ~
Amo las explanadas.
Si yo fuera un dictador oriental
mandaría construir una plaza
de un kilómetro y medio y plantaría
plátanos
alrededor.
Una plaza mate y limpia.
Me sentaría en el centro
en una sillita de mimbre, sola
bajo el cielo blanco.
Escucharía el viento
los crujidos de la tierra
ecos de pisadas ligeras.
Flotaría luego como una hoja
con los brazos abiertos. ~
Nació en Grado, Asturias, en 1970. Es poeta y filóloga. Acaba de publicar su primer libro: Hierba de noche (Ediciones CGP, Madrid)