La suerte de que han gozado los libros del hรบngaro Sรกndor Mรกrai (1900-1989) en los รบltimos aรฑos cabe en dos palabrotas usadas por un crรญtico estadounidense: posthumous bestsellerdom. Habrรญa que hablar tambiรฉn de renacimiento, ya que en los aรฑos treintas y hasta el inicio de la Segunda Guerra, Mรกrai fue un escritor exitosรญsimo, al grado de ser constantemente comparado con Stephan Zweig y Thomas Mann. Si cayรณ en el olvido fue porque su obra, considerada decadente y burguesa (y lo es: deliciosamente decadente y burguesa), fue prohibida en la Hungrรญa comunista y sรณlo pudo volver a circular con la caรญda de ese rรฉgimen. Yo leรญ sus dos libros autobiogrรกficos con deleite, y aunque el personaje principal de Confesiones de un burguรฉs y ยกTierra, Tierra! es Sรกndor Mรกrai, uno no tarda en descubrir al verdadero protagonista de esas novecientas pรกginas: Europa, y mรกs particularmente Europa del Este, โesa Europa que se entrelaza de forma orgรกnica con la otra Europa, pero que sigue siendo tan diferente y tan misteriosa que los Rothschild se preguntaron en su dรญa si valรญa la pena construir una lรญnea ferroviaria para llegar hasta ahรญโฆโ Es la Europa que padece la bota del nazismo, primero, y la bota del comunismo, despuรฉs, y que Mรกrai retrata con una prosa de extraordinaria transparencia y fluidez. Mucho hay que decir sobre la escritura de este hombre culto y elegante que asumiรณ su condiciรณn de burguรฉs con la nostalgia de quien sabe que su estirpe estรก en peligro de extinciรณn; que confesรณ tener dos patrias, la infancia y la lengua; que rechazรณ al nazismo desde sus primeras horas y al comunismo desde sus primeras horas; que hizo de la remembranza un gรฉnero literario; que compartiรณ mesa con Unamuno, Gide y Pound pero siempre volviรณ a las fuentes de la literatura hรบngara; que vio con flemรกtica resignaciรณn la destrucciรณn de un mundo que jamรกs volverรญa a ser el mismo; que atestiguรณ cรณmo se aniquilaba el humanismo en la conciencia del hombre europeo; que pasรณ la mitad de su vida en el exilio, olvidado, con la compaรฑรญa de su esposa Lola, y que se suicidรณ en Estados Unidos pocos meses antes de la caรญda del Muro de Berlรญnโฆ Yo me remito a recomendarlo con entusiasmo y a citar estos renglones de ยกTierra, Tierra! en los que se explica a sรญ mismo las razones de su exilio ante el feroz proceso de bolchevizaciรณn emprendido por Rusia y poco antes de que se cerrara por completo el telรณn de acero:
โLo mรกs peligroso era que si me quedaba, un dรญa no me acordarรญa del otro yo que hasta hacรญa poco tenรญa la fuerza y la voluntad de protestar. Llegarรญa un momento en el que ya no tendrรญa fuerza para protestar โni siquiera en mi fuero interno, ni siquiera callรกndomeโ, un momento en el que no protestarรญa frente a algo que consideraba absolutamente inhumano, contrario al pueblo y contrario al individuo. Y en ese caso morirรญa en medio de una miseria mayor que las vรญctimas que perecรญan en los campos y que al menos podรญan, hasta su รบltimo minuto de vida, odiar a los que estaban torturรกndolos y aniquilรกndolos.โ
– Julio Trujillo