“Un lunes” y “Submarina”

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Un lunes
 
“¡Detente, instante! No eres maravilloso sino irrepetible”
— Joseph Brodsky
 
 
El rumor del oleaje en la rada sin barcos
y el festón de la espuma, del gris más vulgar.
La jornada en galeras, cabalmente rendida,
y el camino de vuelta postulando vida humana
tras cortinas más bien sucias
y quemadas de luz pobre, pero terca. El café
que se enfría, que salió más bien flojo.
El tabaco de otra marca. Las palomas,
tan tiznadas de hollín en el alféizar
que cuesta dios y ayuda defenderlas
como emblema
de causa noble alguna y además tu malhumor,
tu no estar hoy
justamente para nada
más la sorda impaciencia que se tensa en los cielos
que van rodando lentos, a poniente.

Insípida grisalla en este lunes
que será tan valioso cuando pasen unos años,
reclamado con urgencia desde el hueco
de otro lunes exangüe, más al borde de los tiempos,
y el aire del futuro sublime su linaza
y herméticos barnices
preserven y abrillanten su miseria,
y destile belleza, vulgar gloria visible,
verdadera, perfecta
tras el lienzo
más allá de todo alcance. –

 
Submarina

Respiras medio en sueños y respira la tierra.
Tus nalgas son frescas como el agua de Roma.
Protestas. Maúllas, defendiendo el duermevela
del torso que te invade, en exceso intencionado
para el reino del durmiente,
y es tu mano en mi pecho —cuando al fin me das visa
y hasta puede que te alegres de que te haya importunado—
un ancla que te impide hundirte antes de tiempo
y que a mí me remolca hasta el agua en que me esperas.
Semejante prodigio, que fulgura cada noche
no más de unos segundos, tan exacto como el cielo,
cifra todo el enigma.
El solemne lo llama una vida en común. –

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