Un poco tarde

Un comentario a una de las reseรฑas de nuestro nรบmero de junio de 2013
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Letras Libres de junio reseรฑa la segunda ediciรณn de un libro publicado hace casi veinte aรฑos (Antonio Alatorre, Ensayos sobre crรญtica literaria, 1994), y no se entiende para quรฉ. Segรบn el reseรฑador: "Creo que resulta imposible ya compartir el punto de vista de Alatorre: su รฉpoca ha terminado." "Alatorre perdiรณ la batalla". "Era un viejo general defendiendo fieramente su trinchera." Falleciรณ "en 2010". Ya no puede responder a "una persona comprometida como yo, con la idea de que la crรญtica alcanza dicha totalidad de la obra a partir de un abanico amplio de tradiciones crรญticas". "Como crรญtico literario mexicano joven que soy, acadรฉmico y ensayista, creyente en la teorรญa y la filologรญa y en muchas otras empresas intelectuales", etcรฉtera.

A moro muerto, gran lanzada.

Gabriel Zaid

 

***

Alatorre y la crรญtica de la crรญtica

 

Antonio Alatorre

Ensayos sobre crรญtica literaria (ediciรณn corregida y aumentada)

Mรฉxico, El Colegio de Mรฉxico, 2012, 216 pp.

 

– Ignacio M. Sรกnchez Prado

El fallecimiento en 2010 de Antonio Alatorre significรณ sin duda el cierre de uno de los ciclos vitales mรกs intensos de la crรญtica literaria mexicana. Alatorre fue durante dรฉcadas piedra angular de la filologรญa en Mรฉxico, desde la plataforma institucional del Colmex, de donde proviene ahora, a manera de homenaje, el libro aquรญ reseรฑado. Ciertamente rendir tributo al legado de Alatorre es una tarea importante y necesaria. Sin los 1001 aรฑos de la lengua espaรฑola o sus fundamentales trabajos sobre sor Juana, la historia de la crรญtica en Mรฉxico serรญa mรกs triste, lastimera, incompleta. Sin embargo, el reto lanzado por la publicaciรณn de Ensayos de crรญtica literaria, una versiรณn extendida de textos sobre la cuestiรณn de la crรญtica publicados a lo largo de varias dรฉcadas debe trascender el simple homenaje y plantear una pregunta mรกs seria sobre el papel que las ideas y el legado de Alatorre tienen para la historia y la prรกctica de la crรญtica literaria en Mรฉxico.

Ciertamente, una lectura actual de los Ensayos sobre crรญtica literaria deja una sensaciรณn mixta en la experiencia de un lector interesado en un ejercicio amplio e incluyente de su quehacer. Alatorre es hijo de su tiempo y su nociรณn de crรญtica se funda en un entendimiento del oficio construido en las ideologรญas literarias del medio siglo literario. Es importante considerar que la obra de Alatorre recogida en este libro tiene su origen en un momento particular de la instituciรณn literaria en Mรฉxico –los aรฑos cincuenta– donde coinciden un nรบmero de factores deslumbrantes al respecto: la existencia de revistas literarias de gran importancia, como รbside o Estaciones; la publicaciรณn de libros como La experiencia literaria de Alfonso Reyes, que daban al trabajo crรญtico una marca teรณrica especรญfica: la conversaciรณn latinoamericana; la consolidaciรณn de El Colegio de Mรฉxico como espacio institucional de las humanidades y como sitio del magisterio intelectual del exilio espaรฑol, de donde proviene la lรญnea filolรณgica ejercida por Alatorre, entre otros factores. Asรญ, Alatorre sustenta a lo largo de sus escritos una nociรณn de crรญtica literaria oscilante entre cuatro ideas emergidas de este contexto: una nociรณn de la crรญtica como manifestaciรณn de la experiencia del lector (que sin duda tenรญa deudas profundas con la idea alfonsina de experiencia literaria, con el concepto reyista de crรญtica como juicio y con la teorรญa del deslinde); la idea del crรญtico como autor que guรญa al lector respecto a la cuestiรณn del valor de una obra (que recupera una nociรณn decimonรณnica del crรญtico como criba estรฉtica que encuentra sus bases en Sainte-Beuve, que en la รฉpoca de Alatorre era evidente en autores como Edmund Wilson y que hasta la fecha tiene practicantes notables como Christopher Domรญnguez Michael); una fijaciรณn profunda con el lenguaje, producto de la filologรญa; y una crรญtica cuyo valor mรกximo es la “totalidad de las dimensiones de la obra” y que se origina en la cรฉlebre teorรญa literaria de Renรฉ Wellek y Austin Warren.

Ciertamente en esta direcciรณn se puede entender la importante lecciรณn crรญtica que guarda este libro: se trata sin duda de un argumento a favor del amor por la literatura, la pasiรณn por el lenguaje y la lectura rigurosa y comprometida. Y estos puntos son valores inapelables para la labor de todo crรญtico literario. Sin embargo, conforme una persona comprometida, como yo, con la idea de que la crรญtica alcanza dicha totalidad de la obra a partir de un abanico amplio de tradiciones crรญticas que incluyen tanto a la filologรญa como a los estudios culturales, tanto a la crรญtica tradicional como a la crรญtica teรณrica, tanto a la crรญtica acadรฉmica como a la no acadรฉmica, resulta asombroso cuรกn excluyente es la nociรณn de la crรญtica practicada por Alatorre. En Ensayos sobre crรญtica literaria hay una cantidad abrumadora de pรกginas dedicadas a describir lo que no debe ser la crรญtica. Algunos son muรฑecos de paja: su crรญtica al diletantismo es quizรก poco mรกs que la crรญtica tรญpica del acadรฉmico al lector que se atreve a expresar su opiniรณn sobre la literatura sin el marco teรณrico (lo confieso, yo mismo he sufrido de esta intolerancia). Sin embargo otras son mรกs problemรกticas: su ataque al “neo-academicismo”, que incluyรณ no solo un rechazo completo de cualquier persona que cometiera el supuesto pecado nefando de leer franceses sino ataques ad hominem contra Evodio Escalante, hoy en dรญa uno de los dos o tres crรญticos mรกs importantes de la literatura mexicana, documentado en un intercambio de rรฉplicas que por momentos fue lamentable, muestra un grado alarmante de intolerancia y autoritarismo.

Creo que si hemos de tener una lectura productiva debemos entender estos libros y sus tesis como un documento histรณrico, valiosรญsimo sin duda, de un momento en que la crรญtica literaria acadรฉmica se enfrentรณ a las fricciones tรญpicas de los cambios de paradigma en una disciplina intelectual. Ciertamente uno podrรญa –como hace Martha Lilia Tenorio en la introducciรณn como parte del homenaje– acreditar a Alatorre por su resistencia a las modas crรญticas. Pero por otro lado es cierto que la ociosa y a veces agresiva discusiรณn sobre lo que no es la crรญtica no es mรกs que una cerrazรณn mental antitรฉtica con los valores de debate intelectual que cualquier crรญtico contemporรกneo deberรญa tener. A fin de cuentas, la sospecha de Alatorre ante figuras como Deleuze, Barthes o Jakobson era tambiรฉn el temor de que la filologรญa perdiera capital simbรณlico ante el creciente interรฉs que crรญticos jรณvenes de la รฉpoca, como Escalante, Jorge Aguilar Mora y otros, tenรญan en el postestructuralismo y otras lรญneas crรญticas. Era un viejo general defendiendo fieramente su trinchera.

Como crรญtico literario mexicano joven que soy, acadรฉmico y ensayista, creyente en la teorรญa y la filologรญa y en muchas otras empresas intelectuales, pienso que este libro se puede leer a partir del balance que dejรณ esa batalla, que a mi parecer se zanjรณ incluso antes de la publicaciรณn original de los Ensayos sobre crรญtica literaria en 1993. En un cierto nivel fundamental, Alatorre perdiรณ la batalla. La filologรญa se encuentra en seria retirada y, aunque sigue teniendo practicantes de primerรญsima lรญnea como la propia Martha Lilia Tenorio y espacios de brillantez intelectual como la Nueva Revista de Filologรญa Hispรกnica, es claro que se trata de un territorio minoritario. Podrรญa decirse desde cierta perspectiva que esto es una lรกstima, puesto que existe un declive en la rigurosidad de la lectura y del estudio del texto que la filologรญa podrรญa llevar a resistir. Pero tambiรฉn resulta evidente que muchos de los enfoques literarios contemporรกneos (que Alatorre llamarรญa doctrinarios y rechazarรญa por seguir modas neoacadรฉmicas) han avanzado de manera decidida a entender la “totalidad de la obra” en tรฉrminos histรณricos, ideolรณgicos, sociales y hasta textuales en un grado que la filologรญa, prรกctica mรกs bien conservadora, nunca podrรญa haber logrado. En lo personal, la divisiรณn entre filologรญa y teorรญa siempre me ha parecido sospechosa: toda aproximaciรณn a la literatura ilumina elementos parciales de la obra y obscurece lecturas posibles. Decir que una es inherentemente superior a otra –como hizo Alatorre en muchos momentos– es una sinrazรณn tan doctrinaria como las manifestaciones mรกs problemรกticas de los pensamientos que critica porque a la larga un crรญtico es mejor entre mรกs amplios sean sus horizontes filosรณficos, metodolรณgicos e intelectuales. Sin embargo, los lectores debemos agradecer a Martha Lilia Tenorio y al Colmex por poner a nuestra disposiciรณn textos que documentan y rememoran una intensidad en el debate sobre la crรญtica literaria que se extraรฑa en las conversaciones contemporรกneas y una defensa apasionada de la filologรญa que muchos crรญticos literarios de mi generaciรณn no conocieron. Un regreso de la filologรญa sin las limitaciones inherentes a las peleas institucionales es deseable, sobre todo porque la filologรญa y la teorรญa juntas tienen el potencial de reanimar una crรญtica literaria que es algo letรกrgica por momentos. Creo que resulta imposible ya compartir el punto de vista de Alatorre: su รฉpoca ha terminado. No obstante, la pasiรณn contenida en estas pรกginas acarrea una lecciรณn importante respecto al compromiso por la literatura y el debate intelectual para la crรญtica por venir. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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