Un verso intraducible de Petrarca

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a Q.

Uno de los sonetos que más me han estremecido, además de aquel de Shakespeare que comienza “When I consider everything that grows / holds in perfection but a little moment”, es el no sé qué tan conocido soneto CXXXIV del Canzoniere de Petrarca que, sin embargo, ha sido objeto de imitación por parte de incontables versificadores a lo largo de los siglos. Helo aquí:

Pace non trovo e non ò da far guerra;

e temo e spero; ed ardo e son un ghiaccio;

e volo sopra ’l cielo e giaccio in terra;

e nulla stringo, e tutto ’l mondo abbraccio.

Tal m’ à in pregion, che non m’apre né serra,

né per suo mi riten né scioglie il laccio;

e non m’ancide Amore e non mi sferra,

né mi vuol vivo né mi trae d’impaccio.

Veggio senza occhi e non ò lingua e grido;

e bramo di perir e cheggio aita;

ed ò in odio me stesso ed amo altrui.

Pascomi di dolor, piangendo rido;

egualmente mi spiace morte e vita:

in questo stato son, Donna, per voi.[1]

Ofrezco ahora una versión más o menos literal en endecasílabos, sin preocuparme demasiado por la rima:

No encuentro paz y no he de hacer guerra;

temo y espero; y ardo y soy un témpano;

y vuelo sobre el cielo y yazco en tierra;

y nada ciño, y todo el mundo abrazo.

Esta prisión no se abre ni se cierra,

ni me retiene ni me suelta el lazo;

pues no me mata Amor ni me desata

y ni me quiere vivo ni le estorbo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;

y bramo de morir y busco ayuda;

y me odio a mí mismo y amo a otros.

Me cebo de dolor, llorando río;

igualmente detesto muerte y vida:

en este estado soy, Mujer…

… pero llegado a este último verso me enfrento, ay, a una dura y flébil realidad. El endecasílabo original, uno de los más nítidos del soneto (no se precisa saber italiano para entenderlo), no puede ser vertido mecánicamente a un endecasílabo español.

He revisado varias traducciones de este soneto y todas son tan diferentes y válidas que no creo que la mía sea mejor ni peor (en el fondo, todo el soneto es intraducible), pero con el último verso, tan perfecto en italiano, me veo atrapado en un callejón sin salida.

Una salida fácil, aunque falsa, sería la literal: “en este estado estoy, Mujer, por ti” (o “por vos”). Pero en italiano el verso posee un primer significado: “en este estado soy, Mujer, para ti”. Esto es, “en medio de mi miseria, preso de mil y una contrariedades y con tamañas carencias, soy tuyo y te entrego mi vida”. Esta última versión (“en este estado soy, Mujer, para ti”) lamentablemente produce un verso de doce sílabas, en lugar de once, que resulta ineficaz e inadmisible.

Otras posibilidades de traducción, no menos sino más absurdas, serían: “en este estado soy, Mujer, pa’ ti” (o “pa’ vos”), “en esta condición me entrego a ti” o “en tal estado estoy por vos, señora” (Wikisource), “en este estado me tenéis, señora” (trad. Ángel Crespo), etcétera. La primera, quizá la mejor, es evidentemente deplorable; las demás poseen cuando menos un imperdonable defecto: suprimen o cambian la palabra mujer por señora (descartando, por ejemplo, que la interpelada pudiera ser señorita). El problema radica pues en que per, esa hermosa preposición italiana, sea un monosílabo, mientras que para, nuestro atroz equivalente, es un largo y despiadado bisílabo.

Encima, al traducir “en este estado estoy…” se incurre en una redundancia que no contiene el verso italiano; Petrarca no dice sto (‘estoy’) sino son (‘soy’). Más exacto sería: “en este estado soy, Mujer, por ti”. Si viviéramos en la Edad Media y se publicara este texto en un anacrónico blog trovadoresco, una muy natural versión endecasílaba rezaría: “y así me pongo, Dama, a tu servicio” o, mejor aún: “en este estado soy, Mujer, tu siervo”.

En fin, la traducción de los trece primeros versos del soneto puede prestarse a innúmeras variaciones léxicas y rítmicas, dependiendo del gusto, la pericia y la época del traductor, de cuáles sean sus secretas o públicas intenciones, de si aspira a conservar la rima o se ve obligado a abandonarla. (En internet pueden hallarse algunas versiones poniendo en Google “Petrarca” y “Cancionero” y “CXXXIV”.) En cambio, el decimocuarto y último verso es en italiano tan bello, simple y puro que casi cualquier imitación española lo aja y por poco echa a perder el soneto completo.

Jamás imaginé que unos quince años después de haberlo leído por primera vez –y a 637 de la muerte de su autor– este soneto describiría tan fielmente mi propia desgracia. Quizás a alguien se le ocurra un mejor remate en nuestra lengua. Por lo pronto y con versos como ese, me temo que Petrarca no será fácilmente igualado.

Io mi dichiaro comunque inetto

– Emmanuel Noyola

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[1]Transcribo la versión al cuidado de Ferruccio Ulivi, Petrarca, Poesie d’amore, Roma, Grandi Tascabili Economici Newton, 1994.

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es miembro de la redacción de Letras Libres, crítico gramatical y onironauta frustrado.


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